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lunes, 24 de mayo de 2010

Galletitas light para el ego de Gloria: la 'Baby Monster' de la comedia.

Si esta mujer tiene algo de perra, será tal vez la cánida ternura que incita a amar y proteger a estos animales con la misma constancia con que ellos muestran su innata lealtad, de modo que cuando apareció en el escenario, lejos de encender fuego o elevarnos al viento, fue como un vaso de agua refrescante en lengua sedienta.

Entra la muchacha aquella con un look como de lolita-experimentada-doble-pechuga...y cabe decir que al mencionar el detalle de su cuerpo robusto no estoy hablando de que deba ser necesariamente una mujer fea. Todo lo contrario.


Miré de reojo a mi joven acompañante y tuve la intención de atestarle un pellizco para que dejara de entrecerrar los ojos con aires de tímida lujuria, lo cual no fue una reacción privativa de su juventud o su alta libido, porque pude notar cómo varios caballeros contuvieron el aliento para no importunar a las féminas que estábamos presentes.

Con la suave voz que por momentos deja escapar un acento fresón, Gloria Rodríguez Sayún comienza el monólogo. Ese acento que en otras personas siempre me ha parecido mamón e insufrible, en la incipiente standuppera suena agradable y conecta una inmediata empatía en quienes lo escuchamos brotar de una voz franca, sin más antifaz que el necesario para subirse a un escenario y hacerse a sí misma pedazos.


Comienza hablando un no sé qué que qué se yo de su gordura, continúa viajando por distintos lugares que nos pasean por su casa, sus costumbres, sus amores. Yo conozco a esa mujer de antes, antes ya había oído hablar de la depresión post-party y de comprar lencería en la Comercial Mexicana. Antes ya había escuchado esos chistes en otros trabajos suyos de comedia y si he de ser sincera, ya no me arrancaron la risa.


Sin embargo una sonrisa permanente al notar cómo golpeaba en quienes lo escuchaban por primera vez, me hacía repetir todavía con sorpresa: "eres grande, Gloria."


Se notaba al principio nerviosa, ya fuera por la luz directa que atacaba su cutis perfecto (NDA: grrrrrrrrrr ¬¬) o porque entre los presentes había amigos y familiares, y algún amor perdido en las sombras, brillando con la sola idea de su imprudente presencia.


Chistes iban, chistes venían, mientras en momentos parecía engolosinarse con las carcajadas que arrancaba, y eso se notaba en un coqueto gesto de niña tímida dentro de cuya mente parecía leerse sin pretención alguna: "God, i'm good", y continuaba...buscando por instantes la mirada aprobatoria de alguna amiga, un guiño amable que le hiciera sentir el apoyo de un ser querido, la fuerza que a veces falta en el centro del valor propio para sentir que se está en el camino correcto. Y lo encontraba.


Yo no sé si es porque me es familiar el tener mis botas en un escenario, tal vez pongo en su actuar interpretaciones mías sobre esas pequeñas cosas que suceden a mil por hora y que uno no se da cuenta hasta varias horas después de haberse bajado. No sé si haya algo de cierto en lo que digo, si en donde quiero ver transparencia en una mujer, sólo estoy viendo una proyección de mis propias debilidades. Lo que sí puedo asegurar es que fui testigo del surgimiento de Gloria Rodríguez como un as del Stand up Comedy, porque he tenido la fortuna de coincidir en tiempo y espacio para saber que de aquello que habla aún se duele profundamente, y por ello puedo dar fe de la honestidad de sus espectáculos.


Gloria Rodríguez no es una zorra, porque a pesar de sentir en sus venas el fluir de una sangre ardiente y hasta insaciable, a pesar de no tener problemas con el sexo sin compromiso, prefiere sentirse amada así como ella es capaz de hacerlo: a plenitud. Y es entregada, apasionada, no se vende, tiene escrúpulos -en mi pueblo aún les llaman valores-, no destruye hogares, no copula sólo por sentirse importante. Gloria Rodríguez es una cínica imperfecta, y eso sí, ¡cuanto más pasa el tiempo, más y más lo admiro!

*

viernes, 7 de mayo de 2010

¿Llorar más, reír menos?

¿Cuál es la diferencia entre caer bien y hacerse el chistocito? ¿Hasta dónde podemos decir que el humor es inteligente y hasta dónde que es una simple ligereza?
Hace poco se me invitó a participar en un cortometraje titulado "Las Plañideras", cuyo guión venía acompañado de una muy seria investigación respectiva a las mujeres que en la antigüedad eran pagadas en los sepelios, con el fin de ayudar a sacar el llanto a los dolientes por medio de sus rezos, cantos y lágrimas.

Por algo el oficio del payaso o clown -curiosamente ejercido en su mayoría por hombres- tiene una historia tan antigua como el de la plañidera -ejercido por mujeres, y más recientemente hombres femeninos-; porque siempre en todas las sociedades, sobre todo en las más caóticas, ha hecho falta liberar la pasión por medio de la risa o del llanto, y estas ciudades de nuestros tiempos no pueden estar excentas de ellos.

Ahora las lloronas, plañideras o lamentatrices ya casi no se utilizan mas que en ciertos poblados remotos en donde aún permanece la tradición. En cambio los payasos, cómicos y chistosos natos han invadido todos los medios de la sociedad, porque la risa no es algo que se asocie con la vergüenza, pero el llanto sí. La gente reprime mucho las lágrimas bajo el supuesto de que llorar es señal de debilidad, y en un mundo guiado por el pesado deber de ser competitivos, "mostrarte frágil lastima tu imagen", tal como me lo dijo una vez, y muy convencido, un exitoso publicista.

Yo no me explicaba por qué los espectáculos cómicos tenían siempre más éxito que los serios, por qué la gente llenaba más los shows de carcajada barata que los de teatro clásico, por ejemplo. Y no, no necesariamente tiene que ver el bajo nivel de cultura general que posee la media de nuestra población, no. El hecho de que la gente busque más a Polo Polo que a Eurípides por el grado de esfuerzo mental que requiere entender a uno y otro, me queda clarísimo; pero creo que va más allá, pues también es mayor el esfuerzo que supone dolerse de las cuitas que nos son ajenas, que el de burlarnos de ellas. Y creo que ahí encuentro un punto crucial en el tema de la risa frívola: reírse del otro, pero no reconocerse en él.

Decía Rabindranath Tagore que cuando el hombre sonrió, el mundo le amó, mas cuando rió, le tuvo miedo. Y si no lo entrecomillo como es debido cuando se citan textualmente palabras que no son propias, es porque esta frase me ha sido propia desde hace ya muchísimos años. Siempre desprecié la risa fácil, y no tiene nada que ver con el origen de ello: debido a mi dentadura imperfecta no aprovecho la menor provocación para presumir el encanto de mi sonrisa. Más bien como Mixtli, el héroe del Best Seller de Gary Jennings, mi inevitable miopía me hace ver mejor las cosas de cerca para apreciarlas antes de soltar un juicio tan descarado y "espontáneo" como lo es la risa.

Ahora entrecomillo el término espontáneo porque en muchas personas la risa pretende serlo, pero no es más que un acto reflejo supeditado a la voluntad para manifestar un sinfín de actitudes que van desde la más velada coquetería hasta el más abierto desprecio. La risa confunde, Tagore tenía razón, reírse es perverso, reírse es algo que nos permite hacer saber al mundo que nuestro cerebro es privilegiado, superior al resto de las especies. Reírnos pocas veces resulta espontáneo, a veces ni la propia sonrisa lo es. Hemos llegado a mecanizar el llanto y la risa de modo tal que son usados a capricho, habiendo anulado con esto el origen genuino de tales expresiones.

Pero ello no significa que llorar sea sólo propio de la gente buena, y reír de la gente mala, si como bueno y malo entendemos la virtud y el vicio. Y tampoco el que llora siempre es manipulador o el que ríe siempre es cínico. Ambas expresiones son tan complejas porque en ellas se resume precisamente la paradoja del ser humano: puede llorar cuando lo invade una profunda felicidad, o reír cuando un dolor inmenso se anida en el fondo de sí mismo.

Llorar ante otros, sin embargo, es señalado como signo de locura, de histeria (de ahí que se asocie mayormente con la femineidad y se reprima en los varones); mientras que reír a solas, tiene el mismo destino. Para llorar, hay que hacerlo en privado, y reír es una poderosa arma para socializar. La gente aprovecha la obscuridad del cine, por ejemplo, para dejar caer una que otra lágrima cuando se conmueve con las situaciones presentadas, pero no siempre. Hay personas que están imposibilitadas para empatizar con circunstancias dolorosas ajenas, ya sean reales o ficticias.

Por otro lado, quedarse impávido ante una anécdota en donde se espera la risa, puede ser o no una especie de bloqueo o imposibilidad para reír. Provocar la risa es algo demasiado difícil, no cualquiera puede hacerlo. De ahí que hablar de Slava Polunin no sea para nada lo mismo que hablar del Payaso Platanito, por más que los dos se pinten la cara de payasos.

A todos pueden dolernos casi las mismas cosas, por eso escribir y actuar una condición trágica siempre resulta más efectivo que al querer construir un momento chusco. No a todos nos hacen reír el mismo tipo de chistes, algunas cosas que divierten a unos, pueden irremediablemente ofender a otros; y lo que a algunas personas puede parecerle sublime y conmovedor, digno de una sonrisa tierna y satisfactoria, para otros puede ser insufriblemente aburrido. Y no nada más tiene que ver con el chiste o la ocasión, lo cual es lo más importante escénicamente hablando, sino con la persona que lo cuenta, cómo lo cuenta y en dónde lo cuenta.

Por ejemplo un chiste político en el cabaret puede ser hilarante, mientras que el mismo chiste en televisión puede ser indignante. Exponer el cuerpo desnudo puede ser grotesco o estético, dependiendo del contexto, fingir un orgasmo puede ser muy erótico o muy vulgar... etcétera.

Cualquier cosa que pretenda provocar una sonrisa es muy delicado, lo que no sucede casi nunca con lo que pretende arrancar una lágrima. Puede, por lo mucho, parecer cursi o sensiblero, pero raramente ofensivo.

Lo peor del asunto es que la gente no sabe de qué se ríe hasta que ha dejado de reírse. Es entonces cuando, en el mejor de los casos, cae en cuenta de que se ha reído de algo doloroso para sí mismo o misma, o bien, que se ha reído de una estupidez sin importancia, de algo que no tiene nada que ver con su propia vida, sino con hacer mofa del otro.

Considero entonces, que hay que cultivar la risa, reeducarla, del mismo modo como educamos día a día la mirada, la palabra, el pensamiento. Hemos abusado de nuestra capacidad de reír y lo hacemos de cualquier simpleza... algunas veces es bueno, pero no cuando se hace costumbre. El llanto es más reprimido en general, quizás haya que usarlo más a menudo para reconocernos como seres humanos completos, y al reírnos usar más la inteligencia, de modo que el jolgorio sea más placentero y menos vacío.


lunes, 28 de septiembre de 2009

Mara de todos los Comediantes

Recuerdo a mi amigo El Sabuán retorciéndose de la risa cuando en aquéllos tiempos de prepa aparecía una tal Mara Escalante haciendo el papel de Doña Lucha. Yo, la verdad, no entendía mucho de qué se reía si el personaje en cuestión no era sino el vivo retrato de tantas señoras fastidiosas que tanto él como yo conocíamos... menuda falta de conciencia: pues por eso mismo era.

Con el paso del tiempo dejé de ver a mi amigo y cada vez que esta mujer aparecía en la tele, me recordaba la cara de angustia del Sabuán resistiendo las lágrimas para no estallar de risa, sin embargo a mí me seguía pareciendo limitada. Y es que aparecer en el show de Los Comediantes no es algo que garantice un humor inteligente, por lo que a todos los que pasaban por ese programa, los medía con la misma vara.

Pero llegó el día en que un programa tuvo a bien reunir a una buena parte de los talentos mexicanos que encuentran en la comedia el medio idóneo para expresarse y comunicar: "Hazme reír y serás millonario".

Por supuesto que el tal programa no estuvo exento de momentos poco afortunados, como la inclusión de Angélica Vale y Marco Antonio Regil como conductores, o la selección de los jueces que contó entre sus filas a Consuelo Duval como "autoridad de la comedia", o algunos participantes como Eduardo Manzano y Galilea Montijo, que en lugar de reír, daban pena ajena: no todo es buena imagen o respetada trayectoria, me queda claro.

Sin embargo, otros más me sorprendieron favorablemente como La Garra y Facundo, cuya irreverencia es necesaria en estos tiempos, así no sea fácil encontrarle un espacio adecuado para su cómoda expresión. Omar Chaparro me hizo ponerme de pie para aplaudirle el profesionalismo y el cariño que a leguas se nota, le tiene a la comedia. Fue uno de los que más me sorprendió porque me hacía reír al mismo tiempo que me conmovía enormemente, al igual que su compañera de equipo, la modelo Cecilia Galiano. Pude ver que cuando se quieren hacer las cosas bien, se hacen, pues independientemente de no ser actriz profesional, la Galiano alcanzó momentos sublimes de actuación y honestidad, sobre todo eso: se agradece infinitamente que alguien tenga a bien darnos una parte de su alma en las actuaciones que entrega.

Y bueno, pues definitivamente Mara Escalante me hizo tragarme mis palabras: Dona Lucha es genial, y aunque reconozco en ella ciertas deficiencias actorales como la ausencia de gestualidad, creo que es una de las comediantes más creíbles y respetables que tenemos actualmente (nadie es perfecto). Los diálogos escritos por José Luis Guarneros, quien a lo largo de la emisión se ganó el apodo de "El Macaco", simplemente maravillosos, y qué decir del galán Ariel Miramontes, ¡estrellaza! Un manejo en la voz impresionante, un carisma avasallador y un talento actoral que me emociona.

Ya si su triunfo en el reality estuvo planeado o si no, es algo que no me interesa mucho: total, ya sabemos cómo se manejan esas cosas, cada vez más descaradamente en el bajo mundo del show bussiness, pero el chiste es que "María de Todos los Ángeles", el programa que ya habían grabado, según sé, desde dos años atrás (porque Evelio con V chica todavía estaba vivo), pudo por fin salir al aire y hacer las delicias de mis domingos con sus capítulos.

Este programa y su elenco hacen mis tardes relajadas y divertidas: Doña Lucha es otra onda, mala leche y egoísta como muchas madres mexicanas que, refugiadas en el poder que les da la beatificada maternidad en este país, hacen y deshacen "por el bien de los hijos". Si bien las señoras que en la vida real son así, me parecen francamente insufribles, la Doña Lucha esta, es simplemente fenomenal: toda la pinta de una de ellas, y el vocabulario es tan exacto, que me tiene en la risa boba completa durante todo el programa.

Albertano es de una ternura infinita, el acento ñero súper bien trabajado, al igual que la caracterización y la actitud, así como su relación amorosa-platónica-tensa con María de Todos los Ángeles, personaje que también interpreta Mara Escalante, y que es la típica solterona que empieza a sentirse quedada y comienza a bajar todos los santos para encontrar el amor.

Romántica e idealista como ella sola, inocente pero coquetona. Uno se identifica con ella si es que a sus treinta y tantos no ha encontrado al valiente que se quiera enamorar de una.

Los demás personajes dan un perfecto soporte a la trama: la hermana buenona de Albertano es en realidad una actriz y bailarina profesional que hace alarde no sólo de su evidente atractivo físico, resaltado con ropa entallada y sexy, sino de sus atributos histriónicos que le dan mucha fuerza al personaje. El fallecido Evelio con V chica es y seguirá siendo entrañable. El abuelito de María y el hermanito menor de Albertano (un escuincle pre-cio-so apodado "El Chino") son fenomenales, así como la mejor amiga de María, Betzabé, que es una 'damita'.

La historia es redonda y los diálogos son sólidos... ¡infinitamente superiores a los de Eugenio Derbez, por ejemplo!, cuya genialidad fue decayendo conforme su fama y poder en Televisa se iban acrecentando -en verdad que vender tu alma al diablo tiene sus inevitables consecuencias-.

La nacada que maneja María de Todos los Ángeles hace palidecer por mucho a las horrendas Nacasia y Nacaranda de La Hora Pico, e inclusive el gracioso Vítor, interpretado por el actor Adrián Uribe, no tiene nada que hacer al lado de Albertano.


Los personajes de Mara Escalante y su equipo son cien por ciento transparentes, y lo más importante: dignifican al naco en lugar de denigrarlo. Eso es la ley. Por eso respeto tanto a este programa y a sus creadores.

Ayer terminó la primera temporada, y aunque estaba tentada a escribir al respecto desde hace mucho tiempo, preferí esperar a ver si en algún momento me decepcionaba, pero ese momento no llegó. Ahora estoy con ganas de ver más, de saber qué sigue en la serie y de seguir disfrutando un trabajo tan bien pensado, tan bien realizado, y tan hecho con el alma.


Mis humildes felicitaciones a esta "actriz de los ojos soñadores" como la bautizara Ortiz de Pinedo, y a todos los que en su momento creyeron que ya se merecía un espacio como este que a pulso se ha ganado.

Hace unas semanas volví a ver a mi amigo el Sabuán y le pregunté como no queriendo la cosa:
-¡Por cierto! ¿Alguna vez has visto "María de Todos los Ángeles"?- Sonriendo y bebiendo un sorbo a su café descafeinado dio cuenta de mi certeza. Hombre ocupadísimo, trabajador y alejado de los espectáculos baratos, su respuesta no pudo ser otra mejor.
-Sabuana: ¡¡No me la pierdo!!
*

sábado, 23 de mayo de 2009

Lo bueno de Televisa

Pensando en positivo me decidí a hablar sólo de lo bueno que hay en la tele abierta, y que es muchísimo menos que toda la basura, de la cual en otras ocasiones sólo quise pepenar una poca para llevarla a mi laboratorio y ponerla bajo el microscopio. Ahora empezaré con Televisa, hablando de los que -a mi parecer- son los programas que se salvan de ser catalogados con este apelativo.

Vayamos primero al Canal de las Estrellas. Dentro de las Telenovelas, lo único bueno que tienen es la repetición de Yo soy Betty la Fea, que por supuesto, no es producción de Televisa, sino de RCN Colombia (de las demás no opino porque ni se me antoja verlas).

La telenovela en cuestión merecería un post aparte, ya que en lo personal tengo a esta historia de Fernando Gaitán en el Top 5 de mis melodramas favoritos de todos los tiempos, debido a que dignifica la vieja fórmula que Hans Christian Andersen escribiera hace dos siglos: el cuento del Patito Feo. No he vuelto a ver otra cosa que retrate mejor la idea esencial del personaje, como ésta novela protagonizada insuperablemente por Ana María Orozco. Las otras historias inspiradas en ese cuento cada vez las hacen peores, y ahora hasta se han atrevido a refritear la producción argentina que descaradamente se llamaba como el cuento, pero ahora llamándole "Atrévete a soñar". Gran error repetir Betty, pues las comparaciones serán del cielo al infierno.

Pero, ¡bueno...! quedamos en que sería positiva y no hablaría de lo malo... veamos ahora los Programas Unitarios: un programa que disfruto mucho es Al Sabor del Chef, donde un joven de no malos bigotes y con presumible experiencia en el mundo culinario, nos enseña recetas que no serán lo más brillante del mundo gourmet... digamos que son más bien cocina popular, pero que se ven muy sencillas y antojables. A diferencia de otros chefs que son todo menos el estereotipo del esposo alivianado, el Chef Oropeza es una extraña mezcla entre el novio guapo, el hombre despreocupado y el marido responsable. Las señoras por fin tenemos un programa diferente, creo yo, en cuanto a cocina se refiere. ¿Qué más de unitarios? el programa de Mariano Osorio entró anunciado con bombo y platillo, pero sinceramente lo prefiero en radio. La tele explota la esencia sensiblera y morbosa de las tragedias de los invitados bajo el pretexto de "aprender de las experiencias de otros", pero es puro espectáculo barato, me decepcionó.

Los Sábados, sólo se salva un poco -recalco que un poco- el programa que conduce Israel Jaitovich, y que se llama Desmadruga-2. Lo único rescatable de este programa es la variedad de invitados y los sketches en vivo. De ahí en fuera lo demás es pura paja, además de que los mentados sketches no siempre son graciosos, pero nos dan la oportunidad de ver "haciendo comedia" a varios famosos que tal vez jamás habríamos imaginado.

Los Domingos, tengo que hablar inevitablemente de Hazme reír (y serás millonario), el programa que conduce Marco Antonio Regil y que tiene una gran producción detrás. Yo sé que no es lo máximo, y que la tendencia al albur y el doble sentido están tan arraigados en la cultura popular mexicana, que este show no podría ser la excepción, sin embargo hay buenos intentos, talentosos comediantes cuyas habilidades han sido puestas a prueba y se les ha dado justicia por primera vez al brindarles la oportunidad de demostrarlas. Hay una buena intención de quitarle a la comedia mexicana el estigma de humor barato, y en algunas ocasiones cómicos natos como Omar Chaparro, lo consigen de manera asombrosa. Yo le doy el beneficio de la duda porque si algo me gusta hacer en esta vida, es reírme, y aplaudo el esfuerzo de quien busca hacer reír con profesionalismo, por eso es que gracias a esas contadas personas que tienen verdadero talento, y -sólo- a UNO de los jueces (Germán Ortega de Los Mascabrothers...-porque Inclán ya no está-), el programa es rescatable, y merece la pena verlo (así tenga que ir a vomitar cada que Angélica Vale aparece en escena).

Pero en fin, que no todo en Televisa es malo, no. Los programas de discusión son de lo mejorcito que tienen, aunque El Notifiero de Brozo diste mucho de aquél querido Mañanero que nos alegraba el inicio del día. De los demás he visto poco, ya que tienen el gracioso detalle de pasar a altas horas de la noche, por lo que si veo el carismático rostro de Carlos Loret de Mola en Tercer Grado, prefiero ver los Infomerciales, antes de quedarme a oír sus brillantes opiniones sobre los temas actuales. Y por último, alguna vez he visto un programa llamado Los Reporteros, en donde los susodichos presentan muy buenos trabajos de investigación periodística, pero de cuya credibilidad en el manejo de la información, algunas veces desconfío, ya que no acostumbro ver ninguno de los noticieros que presenta esta televisora.

Y como ven, apenas hemos pasado el primer canal, pero no se preocupen, que en el Canal de la Ciudad hay muy poco bueno que ver, ya que la programación de entre semana es prácticamente un basural. Probablemente el noticiero de A las Tres se salve por lo serio, pero todo lo demás francamente apesta!! (especialmente Coque Muñiz y su TeVe de Noche). Ahora que si llegamos al sábado, los documentales de México Nuevo Siglo están tan bien hechos, que se me cae la baba viéndolos. Visualmente son muy atractivos, y nos dan la ilusión de quedar bien informados. Son didácticos y entretenidos, muy recomendables para quienes se van levantando al mediodía. Ahora que si quieren quedarse hasta las cuatro y ver el horror que conducen los payasos Lagrimita y Costel, de seguro se les cura la cruda porque simple y sencillamente es un asco. Lo que resta de la programación del sábado y los domingos, de plano paso sin ver...

Y en el Canal 5* están las series y caricaturas... para todos los gustos y edades. Personalmente no me gustan mucho, pero hay fanáticos del Dr. House y de La Ley y el Orden, por ejemplo, aunque como a mí no me gustan ni los médicos ni los abogados, prefiero ver las series de adolescentes como Drake y Josh o Malcolm el de en medio, si bien debo señalar que desde hace tiempo no traen temporadas nuevas y lo que en un principio era novedad, ahora me aburre garrafalmente.

Ahora demos un gran salto, porque lo que sí no puedo dejar de recomendar es la lucha libre de la WWE, en donde podemos ver el lujo de gladiadores que nos darán una muestra de cómo ser al mismo tiempo atletas y entretenedores profesionales. ¡Minutos garantizados de diversión! Y como ya estamos en estas, vayamos a Galavisión, en donde el único programa decente que puede verse a través de ese canal, es dentro de esta misma categoría: la Lucha Libre AAA, misma que si somos sensatos y poco malinchistas, podremos ver que no le pide nada a la que pasa en el 5*. También es divertidísima para cuando uno quiere olvidarse del mundo y sentirse un niño chiquito. Mi acercamiento a las luchas es algo reciente, pero creo saber de lo que hablo cuando digo que es uno de los espectáculos más grandes del mundo, así que... la conclusión definitiva es que no todo en Televisa es malo, aunque sí, lo admito, debe comer mucho porque hace mucha, muchísima mierda.

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lunes, 2 de febrero de 2009

Mi vida en rosa (Apología de la Telenovela)

ADVERTENCIA:
Si usted llegó buscando información sobre la película del mismo nombre, pierde su tiempo, este post no trata de eso. Gracias



¿Qué sería de las almas solitarias, los desadaptados sociales y los insatisfechos sexuales si no existiera la telenovela? El mundo seguro sería aún peor.

No se espante usted con mis palabras, que yo sé que a través de la historia se ha demostrado que las telenovelas tienen gran culpa de la educación sentimental de los pueblos, y que a pesar de que el género ha dado vida a muchas de las mejores historias jamás escritas, el cine y la televisión han conseguido que el melodrama se abarate, se acorriente y se degrade.

Tendrán que estar de acuerdo conmigo en que cuando una historia se lee, las sensaciones son más ricas, más intensas, dado que cada quien le pone de su cosecha personal características que sólo uno conoce, sólo uno valora, sólo a uno le emocionan. Por eso nos gustan las novelas, las obras de teatro, la poesía, por eso hay Best Sellers que hablan no sólo de las cosas que uno se pregunta sobre los misterios de la vida, sino que pueden ser universales porque tienen "eso" que engancha, y que hace que miles o millones de personas alrededor del mundo se identifiquen con esas letras. Por eso Corín Tellado, conocida como "la inocente pornógrafa" es la mujer que ha vendido más ejemplares de su obra en el planeta, sólo después de Shakespeare y de la Biblia, según dicen los datos duros.

Porque el mundo necesita el amor, necesita creer, necesita aferrarse a un sueño, a una fantasía.

Con la creciente desilusión que dejan las religiones al estar sustentadas en políticas humanas y no divinas como presumen, con la impotencia que deja en los marginados la certeza de que haciendo lo que hagan, no cambiarán de esfera social por más que se esfuercen, sólo quedan en esta vida dos caminos a seguir: la esperanza o la violencia...a veces el primero lleva al otro, pero el segundo jamás llevará al primero.

Me explico mejor: el ser humano tiene la capacidad de imaginar, de ver lo que no se ve, de percibir lo que no es palpable, y no hace falta ser artista o genio para tener esa sensibilidad, todos la poseemos. Como diría Silvio Rodríguez, y dice bien: "yo he preferido hablar de cosas imposibles, porque de lo posible, se sabe demasiado". Así pasa cuando leemos una novela, un cuento o una historia de ficción, somos capaces de depositar ahí nuestros anhelos, nuestros miedos y nuestros más hondos secretos, podemos creer en un amor que es posible muy a pesar de toda adversidad. Podemos soñar con que, sin importar nuestro físico, nuestro oficio o nuestra clase social, tenemos la posibilidad de amar y ser amados, de encontrar esa media naranja que nos valore como personas, como individuos únicos e irrepetibles... y eso es lo que nos hace tener la esperanza en un mundo mejor, en que llegará el día cuando los seres humanos se den cuenta de la verdadera esencia de la belleza, y cuidarán el tesoro de la vida como lo que es: un verdadero milagro.

Eso es lo que a quienes vivimos en el ensueño nos mueve para intentar violentar conciencias, para querer sacudir las almas de aquéllos que nos leen, que nos oyen, que nos miran actuar. No empezamos al revés, en la violencia desnuda, sin sustento, dolorosa y lastimera, no. Empezamos soñando, creyendo a pesar de la adversidad, a pesar de los golpes de realidad que nos amoratan el rostro cada vez que salimos a la calle o encendemos el canal de las noticias. No se vale empezar la mañana enterándonos de a quién mataron y por qué causas injustas pasó, cuando debiéramos oír un disco de música clásica al despertar y tratar de mantener esa armonía hasta la tarde y noche, intentando ser mejores.

Y no estoy hablando de evadirse de lo que pasa, no señor. La realidad nos muerde, no podemos dejar de sentirla porque entonces ya no seríamos seres humanos, sino otra cosa muy cercana a un robot. No podemos ignorar mientras viajamos a cumplir nuestras responsabilidades, que hay basura en las calles, por ejemplo, pero no podemos ir levantando lo que otros tiran en cada esquina. No podemos ignorar que en cada estación hay un ambulante o un mendigo, pero tampoco podemos comprarle y darle una moneda a todos y cada uno de los necesitados que hallemos al paso. No podemos ignorar que hay pobreza, enfermedad, ignorancia, desigualdad, injusticia a nuestro alrededor, pero no podemos sentarnos a llorar de tristeza o rabia por cada persona que muere de hambre, por cada civil que muere en la guerra, por cada inocente que es torturado, por cada pobre que es humillado, por cada ignorante que es engañado... no es posible.

Queda endurecerse un poco, hacer de tripas, corazón, como dicen en mi México, tener la esperanza de que algo se puede cambiar poco a poco, y tener la conciencia de que nada de lo establecido se erradica de la noche a la mañana y sin que haya mártires que paguen por ello. Queda trabajar, hacer patria en cada calle, con cada persona... pero para hacer tan compleja tarea hace falta no dejar de soñar en lo más simple: el amor entre dos personas, el amor de pareja.

¿Qué si no, satisface cuerpo y alma en plenitud? Sólo el arte, dirán algunos, pero sólo cuando es reconocido y valorado por un gran número de personas que te hacen vibrar en un orgasmo de aplausos cuyo éxtasis no supera un encuentro sexual... pero si no es así, no hay cosa que iguale a la sensación de carne y espíritu satisfechos al por mayor.

¿Por qué la idea de un amor ideal es alguien que sólo tenga ojos para uno, se endiose con uno y sea cien por ciento correspondido por uno? Es sencillo: porque la gente que lucha todos los días por ser mejor persona, por sobrevivir honestamente en un mundo deshonesto, esa que entiende el valor de un abrazo y no recibe más que frialdad, tiene muy cierto que lo que está haciendo es lo correcto, que lo que piensa es razonable y justo, y por lo tanto, necesita que se le reconozca.

Por otro lado, quien ha cometido errores, pero que no ha tenido la oportunidad o el tiempo de convertirse en un ser de piedra, es consciente de lo que ha hecho mal, sabe que no ha sido correcto, y ruega por que alguien se ponga en contacto con su lado bueno, y le redima por todos los males cometidos. Por eso es que tienen éxito las novelas.

El ser humano en general busca la aprobación, la aceptación de los otros... pero como nunca vamos a quedar bien con justos y pecadores, necesitamos al menos UNA persona en el mundo que nos comprenda, que nos valore, que nos quiera tanto, que tenga ganas de abrazarnos y besarnos todo el tiempo, que sea capaz de dar la vida por nosotros, y que a la vez sea capaz de sacarnos de nuestra coraza para que nos sintamos capaces de sentir lo mismo. Una persona que aprecie nuestra compañía por encima de la compañía de cualquiera, nuestra opinión y nuestro bienestar por encima de la opinión y el bienestar de cualquiera, y que a la vez respete nuestro espacio y mantenga su distancia cuando queramos estar solos, que sea una persona segura de sí misma que a la vez nos haga sentirnos seguros de nosotros mismos: esa es la pareja perfecta.

¿No miento, verdad? Muchos habrán asentido al leer lo anterior.

El ideal de pareja perfecta se encuentra claramente retratado en la inmensa mayoría de los melodramas televisivos y en el cine. El error que han tenido muchos de ellos ha sido alejarse de una esencia cuidadosa de la historia. Si bien es cierto que los personajes secundarios y situaciones paralelas dan mucha vida a la línea principal, también lo es el hecho de que se ha abusado del uso de personas famosas, populares por lo vulgar, atractivos visuales extremos, énfasis en lo sexual y en el modelo de belleza establecido, demasiada atención en los valores que, según la época y el lugar, son considerados adecuados, de actualidad o convenientes para quienes manejan el poder -más recientemente quienes manejan un mercado que necesita sociedades consumistas y en apariencia rebeldes ante lo viejo y tradicional-.

Por eso las historias recreadas por modelos en lugar de actores, escritas y dirigidas por empresarios en lugar de dramaturgos, y publicitadas por vendedores en lugar de creativos honestos, son cada vez menos impolutas, se encuentran invadidas de basura, tanto que vuelven al producto mismo una basura.
Pero quiero retomar la pregunta del principio: ¿qué sería de quienes no nacimos con la fortuna de los que no engordan aunque se traguen la vaca entera? (en éste mundo hay que estar obligatoriamente esbeltos luego de que McDonald's y el fast food nos han hecho un daño generacional peor que la radiación en Chernobil). ¿Qué sería de quienes no poseemos las características físicas y sociales que nos dicta la moda? ¿Estamos condenados a no sentir con la misma intensidad los besos y caricias que se dan en sus rostros y en sus cuerpos perfectos quienes salen en la tele? ¿Será que no podremos jamás salir del hoyo de la ignominia o el anonimato?, ¿No debemos seguir en la ilusión de que alguna vez encontraremos a esa pareja perfecta que cubrirá todos los requisitos mencionados?

No lo sé... "ya bájate de tu nube", me dirán algunos, pero yo rescato ese tipo de telenovelas: esas que, a pesar de basarse en fórmulas dramáticas básicas, tienen su encanto en la belleza de la esperanza. Ya hablando más a título personal, ¿qué sería de mí sin Yo soy Betty, la fea, por ejemplo? Una mujer que a pesar de las burlas por no encajar en el estereotipo de belleza predominante, demuestra que su inteligencia y su lealtad son más valiosas para enamorar a un hombre que la superficialidad de las demás mujeres bellas que puedan rodearlo. ¿Y qué me dicen de Café con aroma de Mujer, anterior a la de Betty, pero de la pluma del mismo autor, Fernando Gaitán? El colombiano tiene talento y sensibilidad superiores a la de muchos escritores actuales. Una mujer puede superarse, abrirse paso en la vida y no olvidar sus raíces, ser valiente, decidida, y no por ello negarse al amor. Un hombre puede reconocerse débil, vulnerable y equivocado, entregarse al amor sin reservas y contra toda necedad de cualquier otro tipo.

Mi adorable Kim Sam Soon, "hitazo" coreano. ¿Quién dijo que una mujer gorda y mayor de edad no puede enamorarse como si tuviera quince y ser correspondida de igual forma? ¿Está mal tener ese encanto y esa ternura aún cuando ya se pasó de los veinte años? ¿No se vale amar como si nunca nos hubiesen lastimado?

Cada quién tendrá alguna con la que identifique rasgos personales en particular, pero en mi caso, las novelas que pintan la vida tal y como es, con sus matices y traiciones, terriblemente humanas, esas son mis consentidas. No creo que sea justo encerrar en una sola celda a todas las telenovelas y condenarlas al desprecio generalizado. Hay historias que son buenas así: rosas-rosas. El tratamiento de los personajes no degrada a nadie, es digno. La convención del cuento de hadas está ahí, pero jamás te olvidas de que hacer el amor con amor es posible, es lo idóneo, y es tan real como la camioneta de Salubridad llevándose salvajemente al perro callejero. Una lágrima de felicidad durante el beso es tan real como el hacha sobre la cabeza de la foca, y un abrazo que estremece por sí mismo es tan posible como la más cruel de las cosas que vemos a diario.

Así que le invito a que vea telenovelas, buenas telenovelas. Goce historias de cine conmovedoras, cursis, rosas. Lea más al amor que a los periódicos. Supere la amargura de un mundo descompuesto, y sin cerrar los ojos, siga mirando a la luna, suspirando porque es la misma que en algún sitio de la tierra, está mirando el ser que nació para estar con usted, para ser el amor de su vida.

lunes, 20 de octubre de 2008

¿Arte en las escuelas?

El día de ayer acudí a una función de teatro en el Centro Cultural San Ángel. La puesta en escena sería una adaptación de la tragedia de Sófocles, Edipo Rey. El boleto costaba $80.00 pesos y había que estar cinco minutos antes de que iniciara la función. ¿Qué tiene esto de particular para que haya decidido dedicarle una entrada en mi blog? Pues que se trataba ni más ni menos que de una función especial para los alumnos de escuelas secundarias oficiales (hasta se me enchina la piel nada más de acordarme).

Ya el año pasado me había tocado presenciar un desagradable espectáculo en el Teatro Libanés en las mismas condiciones, y no precisamente sobre las tablas, sino desde las butacas: los alumnos en cuestión (pues la etimología latina de la palabra a-lumus: sin luz, nunca estuvo tan bien aplicada en ellos) se pasaron gran parte de la función de Medea en la risilla tonta, los molestos cuchicheos y los silbidos. Fue tal vergüenza de comportamiento, que el director de la compañía teatral se mostró a punto del infarto por tanto coraje, se desconcentró en escena y por poco manda todo al diablo gracias a un grupo de granujas que, escudándose en la oscuridad y apostados en los asientos de hasta atrás, reían y murmuraban como si estuvieran en la sala de su casa (yo ni en la sala de mi casa permito que no me dejen ver mis programas a gusto, pero bueno...).

El caso es que, aunque en menor medida, la indisciplina esta vez no fue la excepción. Los tres profesores de la materia de español que habían tenido esa genial idea, se veían impotentes ante la gran cantidad de chamacos que iban sin sus padres, instalados en la anarquía total, metiéndose en la fila cuando llegaban muy tarde, empujándose unos a otros, comiendo en plan estadio de fútbol, y chiflando por que los dejaran entrar de un momento a otro.

Yo era una madre de familia "colada" en la fila, sufriendo la embriaguez de mi observación antropológica. Por fortuna no tenía una libretita que me permitiera hacer apuntes porque no hubiera sabido por dónde empezar. A mi lado un par de mocosos insufribles se pasaban molestando a un niño moreno de semblante tranquilo que estaba formado justo detrás de mí. Al pobre niño no lo bajaban de "puto", "pendejo" y otros calificativos soeces que me lastimaban muchísimo por ver que el aludido no reaccionaba de ninguna manera.

Las chicas más guapas se valían de sus lindas caras o de sus estratégicos abrazos para conseguir un lugar privilegiado. Un par de jóvenes se metió en la fila unos lugares adelante de donde yo estaba, y al preguntarles sutilmente si estaban formados, se hicieron los locos y se quedaron ahí nada más porque se les dio la gana meterse. Como el tiempo transcurría, los mencionados chiflidos se hicieron presentes, lo mismo que la desaparición casi completa de la fila que originalmente habíamos formado con ayuda de una maestra . Una vez dentro de la sala, cada quien se empezó a sentar en donde se le antojaba, sin respetar el orden de los asientos, hubo que hacer uso del personal de seguridad del recinto para que todo estuviera más o menos en orden. Mientras tanto, el par de mocosos insufribles seguía lastimando con humillaciones al niño moreno de semblante tranquilo. Como habían quedado sentados en la misma fila que yo, bastó una mirada fulminante y un "¡Bueno, ya!" que no pude contenerme, para que la cosa quedara en paz... por lo menos en ese día. Hoy por la mañana vi al niño moreno y pude imaginar que las cosas en su vida diaria no cambiarían por esa frase, como no puedo cambiar la discriminación por completo, ni tampoco puedo cambiar lo que sigue.

La anterior anécdota me sirvió para preguntarme: Si los resultados cada vez que se invita a los alumnos a una función de teatro son desastrozos, ¿qué motiva a los maestros el quererles meter la "cultura" a fuerza, condicionando su asistencia a un impacto en su calificación? ¿Al menos podrían tener otra elección y llevarlos a ver otra cosa que no sean tragedias griegas? Digo, no es que el teatro griego sea malo, absolutamente todo lo contrario, pero estoy segura de que ni los mismos profesores (cuya edad es inferior a los treinta años, al menos en este caso) tengan ni la madurez ni la preparación para entender un texto de este nivel. ¿Cómo pretenden que un joven con las características que poseen los adolescentes de hoy día, se asombre y se identifique con los personajes, el lenguaje y las tramas del teatro clásico?

Por supuesto que la discusión de la salida giró en torno a los cuerpos de las actrices, a los contoneos de los mismos encarnando los personajes, y en que no se entendió ni madres lo que ahí arriba se dijo. ¿Recuperarían al menos en clase los elementos rescatables para darle una razón lógica a la insistencia por que fueran? ¿Mencionarían los elementos de la escritura dramática?, ¿Examinarían la original y loable forma de actuarlo en este caso, con elementos austeros como túnicas y máscaras?

-¿Qué les dijo el maestro hoy sobre la función de Edipo?
-Nada, sólo nos revisó que tuviéramos las preguntas contestadas y el boleto pegado en el cuaderno. (Las preguntas se las contesté yo porque conozco la historia, mi primogénita no entendió ni jota a pesar de que estuvo atenta)

Hay más preguntas, jamás se me acaban... ¿tuvo alguna ganancia esa salida a la calle? Estoy cierta de que, a no ser por la obligatoriedad del asunto, la gran mayoría de los padres de familia, jamás hubieran desembolsado ochenta pesos para asistir al teatro, mucho menos el doble para acompañarlos ellos mismos. En esta oportunidad, los chicos tuvieron la experiencia de conocer otro tipo de espectáculo más serio, así sea el primero y el último en sus inciertas vidas, pero...¿tuvo caso hacerles parecer el teatro como una cosa lejana, aburrida y anticuada? ¿No hubiera sido mejor llevarlos al parque a que jugaran al fútbol? ¡Y gratis!

¡Pero aún queda algo más grave! Es todavía más monstruoso desde mi perspectiva. ¿Por qué las compañías teatrales siguen haciendo estas funciones que no dejan nada al actor más que dinero? Digo, yo que ya he estado allá arriba, sé que un público que no aprecia, y que es más, termina aborreciendo ir al teatro para toda su vida, no tiene razón de ser. Ellos mismos cavan su propia tumba, sepultando el gusto por esa arte escénica, aunque refugiándose en la exigencia de los incultos profesores de español.

Estoy de acuerdo en que el teatro no debe morir, y que el actor no puede vivir de aire, pero es perversamente egoísta montar obras que no permiten que se dé esa magia indispensable para que el arte se sienta, para que los chamacos se callen la boca y salgan embobados, con ganas de más. Si quieren cobrar, que hagan algo bueno (insisto, no es que Sófocles y Eurípides no lo sean), que hagan algo congruente con el público al que van dirigido, y congruente con ellos mismos. No es posible seguir con esta idea absurda en todas las escuelas. La institución escolar tiene la obligación de acercarle al alumno espacios que tal vez no conocería por la mera iniciativa de sus familias, la escuela tiene que enseñar a vivir en sociedad, y para ello el acercamiento a las expresiones artísticas (ya no digo tanto el gusto o la apropiación de las mismas) son parte esencial de la vida humana. Pero si la escuela en vez de acercar, aleja, está alejando a los chicos de una posibilidad de conexión con lo mejor que como seres humanos poseemos: la libertad creativa.
Siento impotencia al no poder cambiar con un escrito en la web lo que sucede en cada escuela de México, pero confío en que sí puede hacerse, y en que el primer paso para hacerlo es ponerlo en palabras.