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jueves, 2 de octubre de 2008

In memoriam

(Extracto fiel de uno de mis diarios de adolescencia. Octubre de 1993)

"Recuerdo muy bien la marcha in memoriam por los 25 años de aquélla masacre: deberíamos iniciarla y efectuar el recorrido del mismo modo que aquélla "Marcha del Silencio", que ayudò a despertar muchas mentes en aquellos días.

Deberíamos vestir todos de negro, cosa que nos agradó, ya que Santiago y yo vestíamos siempre de ese color y nos gustaba el misticismo y la onda "dark". Nuestros compañeros de Fresno nos apodaban "los Monsters", dado que nuestro look llamaba mucho la atención dentro de un ambiente de "punketos" y demás broza. Cada vez que entrábamos en el salón, un grupo de alumnillos desfachatados tarareaba la música de los Locos Addams, acompañada del popular chasquidito con los dedos, lo cual fingíamos nos molestaba, cuando en realidad para nosotros representaba un halago.
Para efecto de la marcha deberíamos permanecer en completo silencio, tratando de emular la Marcha original, y si creíamos no poder contenernos, había que pegarse la boca con cinta adhesiva.

Desde el principio la marcha resultó para nosotros dos una gran aventura: nos fuimos en un camión secuestrado desde la calle de Fresno, en la colonia Atlampa, donde se ubica dicha escuela, hasta el punto de partida, en las afueras del Museo Nacional de Antropología e Historia. Una vez ahí, caminar por todo Reforma hasta la Alameda Central y de ahí entrar por Bellas Artes rumbo al Zócalo.

Santiago y yo nos divertíamos empleando para comunicarnos un lenguaje parecido al de los sordomudos que nos habíamos inventado desde la prepa anterior. Nuestra marcha parecía tener una gran cobertura, ya que sobrevolaban helicópteros de varias redes noticiosas, y por todos lados se sentían "flashazos" de reporteros que intentaban sacar una palabra de las amordazadas lenguas, lo cual para nosotros era muy novedoso, ya que nunca habíamos participado, por así decirlo, de un evento de tal magnitud.

No alcanzábamos a sentir en lo más mínimo el por qué de nuestro andar, hasta que, llegando al palacio de Bellas Artes, casi ya a la entrada del Zócalo, los dirigentes de la marcha comenzaron a gritarnos "¡Compañeros: abajo las mordazas, vamos a gritar ahora!"
Y así Santiago y yo tuvimos que pasar de ser un par de "acarreados", a darnos cuenta de lo que estaba sucediendo alrededor... en las aceras múltiples ancianos, ex dirigentes o testigos de aquél suceso sangriento, alzaban desde sus sillas de ruedas, o desde sus muletas sosteniendo extremidades amputadas, la "V" de la victoria, en señal de repudio a la matanza, y de orgullo por haber estado en aquél movimiento estudiantil del pasado.

Mis ojos, (ya que hablaré por mí y no por mi acompañante), recorrían las aceras y se abrían por fin de la burbuja de cristal en la que se habían hallado encerrados tanto tiempo, y no pude más que sumarme al puño golpeando las puertas del cielo y vitoreando "Dos de Octubre... No se olvida"

Así concluimos aquél año entendiendo lo que para nosotros iba a ser el adaptarse a ese mundo. A partir de ese momento se desvaneció la burbuja de cristal en la cual vivía encerrada, sin vivir de cerca que existía una ciudad que gemía, y fue entonces cuando acuñé la frase que en momentos de angustia, me saca de pensamientos tontos y derrotistas, y me permite abrir los ojos: "Vivo en una de las ciudades más contaminadas, sobre pobladas, inseguras e injustas del planeta... ¿qué más le puedo pedir a la vida que un hábitat que me reta cada día a ser mejor?""