(Escrito desde octubre del 2010, publicado apenas...)
"Los libros son muy escurridizos. Buscas uno en un estante y lo encuentras en otro, o no lo encuentras durante años y de pronto aparece frente a tu nariz [...]Los libros se mueven solos: te buscan o te rehuyen [...] Cuando juntas demasiados, es difícil que estén quietos. Los libros buscan su acomodo. A veces piden que los leas, a veces que no los leas."
"Los libros son muy escurridizos. Buscas uno en un estante y lo encuentras en otro, o no lo encuentras durante años y de pronto aparece frente a tu nariz [...]Los libros se mueven solos: te buscan o te rehuyen [...] Cuando juntas demasiados, es difícil que estén quietos. Los libros buscan su acomodo. A veces piden que los leas, a veces que no los leas."
Juan Villoro
Concediéndole cierta verdad esotérica a la anécdota citada por Villoro en su cuento "El Libro Salvaje", creo que últimamente me ha estado sucediendo lo mismo y eso me causa sorpresa.
Dicen que al amor, entre más lo buscas, más lo espantas, y en efecto, de inmediato se le cuelga a uno la etiqueta de rogón, acosador, indigno, pusilánime y arrastrado...cuando uno nada más busca comunicación, conocimiento y placer, lo mismito que buscamos en los libros. Sólo que estos amigos de papel son menos tajantes, a ellos les gusta hacerse los invisibles aunque estén ahí, a la disposición de uno, aunque puedan tocarse, hojearse, rayarse. Te pueden conceder ese privilegio y eres tú quien no te das cuenta de que quieren decirte algo.
Pasado el tiempo vuelves al estante, a la caja, a la biblioteca y a la librería: ahí han estado siempre, sin embargo se te revelan como si fuera la primera vez que los tuvieras en tus manos, como si nunca antes los hubieras tenido frente a tus ojos, es más, como si nunca los hubieras leído, cuando no es cierto.
En las últimas semanas he vuelto a visitar la biblioteca de mi universidad, y me he podido topar con textos nuevos, adquisiciones y donaciones recientes que me han entusiasmado al ver que el lugar se ha tenido que ampliar... pero también me ha parecido escuchar un murmullo, sentir un piquetito en la espalda y al voltear la vista, encontrarme con títulos que antaño no me causaban la misma curiosidad.
Y me he quedado clavada, paseando los ojos profundamente por las hojas, dialogando por primera vez con autores que anteriormente no hubiera querido escuchar... y parece que les miro a los ojos, que escucho sus voces y que me cuentan lo que quiero saber, que comparten con esa generosidad enferma lo que tanto tiempo les costó entender y descubrir de este mundo que cohabitamos.
También escuché esa vocecita que me hablaba cuando me dí un tour por las Librerías de Viejo del centro, y así, si más, como guiada por un imán, encontré lo que buscaba. Algunas semanas antes, en una librería convencional, hallé un par de libros de oferta que fueron una de las mejores adquisiciones literarias de los últimos años, y hasta vi otros en la biblioteca de una amiga que me reprochó: "Yo siempre te dije que te los prestaba, pero tú nunca quisiste." O.O
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