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martes, 5 de mayo de 2009

Últimas reflexiones sobre el virus de la Influenza

Al menos por el momento quiero dejar de escribir sobre esto, ya que el tema seguramente va a seguir dando para mucho más. Por ahora sólo quiero puntualizar sobre la evolución del enfoque con que se ha percibido el fenómeno desde mi punto de vista personal, como siempre.

La primera impresión al conocer la noticia el pasado jueves 23 de abril, fue de una alerta que nos hizo lavar cobertores y desinfectar cada rincón de casa con el fin de erradicar cualquier resto de las terribles gripes que nos habían atacado en esas semanas.

La segunda etapa fue empezarse a preguntar cosas, analizar la situación del país y del mundo, y desconfiar de lo oportuno de esta enfermedad y de lo conveniente que era para algunas personas en épocas de elecciones y puentes vacacionales.

La tercera fue casi pelearme con personas que estaban tan paniqueadas, que simplemente no había punto de discusión. La pandemia era inminente, y ya fuera que se basaran en textos científicos, históricos o religiosos, no había modo de dialogar, mantenían firmemente su postura.

La cuarta fue hacer un balance entre todo lo visto, oído y leído, para finalmente estar de acuerdo en que:
  • Según los científicos, los virus son mortales, que en efecto la gripe es algo que hay que temer debido a su alta contagiosidad, y que hay que estar más pendientes de ciertos detalles para cuidar nuestra salud.

  • Según la historia, no es la primera vez que se da algo de esta naturaleza en el mundo, hay bacterias que han matado a poblaciones enteras y esto probablemente tenga algo que ver con el nuevo orden mundial, ya sea provocado artificialmente o de manera natural.

  • Según los religiosos, están previstas más plagas para la humanidad debido al descuido y la falta de respeto y consciencia que ha tenido siempre con el medio ambiente que le rodea; de tal modo que brotes dañinos como este de ahora, sirven para hacer pensar un poco más en todo aquello que hemos venido olvidando, y que es crucial para la vida en armonía.

Pero la perspectiva desde donde uno mira las cosas, tiene que ver no sólo con nuestra historia personal, sino con la memoria colectiva y sobre todo, con la preparación académica o especialización que uno tenga. Por ello, para los matemáticos, biólogos y químicos, el problema tiene importancia desde cierto ángulo, mientras que para los sociólogos, antropólogos y psicólogos, por ejemplo, tiene una importancia de índole distinta.

En mi caso, al estar desde siempre interesada por el estudio de las Humanidades antes que de las Ciencias Duras, mi interés era de entrada conocer las reacciones de la gente, sus manifestaciones culturales, artísticas y sociales, habiendo encontrado en ellas innumerables casos de ingenio, miedo, ignorancia y desprecio por quien piensa distinto.

Algunas personas insistían en preocuparse por las víctimas fatales, y a mí me importaba más el pensar en lo que haríamos nosotros, los vivos; por ello siempre me mantuve un tanto escéptica de la gravedad del asunto, pero sin dejar de estar constantemente informada, actualizándome en los noticieros e investigando por otras fuentes.

Por eso, al día de hoy mi postura no descarta la importancia de ser conscientes del virus y el cuidado que hay que tener para llevar una vida sana; sin embargo sigo inclinándome a preocuparme más por la ventaja que ciertas personas vayan a tomar de esta situación, de la escasez de agua que va a agravarse muchísimo ahora que mucha gente se baña dos veces al día y se lava las manos otras cincuenta. Me preocupa no el hecho de que usemos cubrebocas con caritas pintadas o mascarillas antigases muy discretas, sino lo fácil que será encubrir las identidades de personas que se dedican a delinquir, por ejemplo, o la discriminación que se agudizará hacia la gente de pocos recursos, indigentes, niños de la calle y personas en general que no tienen acceso a la salud pública.

Ese tipo de cosas también hay que preguntárselas, socialmente es muy duro entrar en una crisis como esta que estamos viviendo, el costo es muy elevado. No ignoremos también lo mucho que esto va a afectar a la economía de las microempresas, por ejemplo cuando los pequeños restaurantes o fondas tengan que cerrar si no pueden acatar la orden de la distancia que debe haber entre comensales. ¿Qué pasará con los comerciantes informales? Hasta ahora no supe que les fuera prohibido poner sus tianguis y puestos callejeros, al menos no en la mayor parte de la ciudad, en donde los mercados siguieron su rutina habitual, aunque con menos clientela.

Los doctores seguirán teniendo el privilegio de ser una de las profesiones más demandadas por los estudiantes y por la población en general para alivio de sus males (con lo arrogantes que son la mayoría ¬¬). Y estoy segura de que tal vez mis hijos en su vejez podrán ver los resultados del estudio del Genoma Humano, mismos que pueden ser quienes salven al hombre de perecer a causa de los bichos... sin embargo seguirá habiendo muertos, siempre debe de haber muertos antes... pero también injusticia, desigualdad y negligencia. Que estado de salud de las personas no vaya a ser un pretexto para restringir -todavía más- el acceso a las fuentes de trabajo o al despido injustificado de los empleados en ciertos casos.

Sé que habrá muchas cosas que empezarán a cambiar y a hacerse visibles, ojalá me esté equivocando...en dos días regreso a la Universidad y voy a sentir muy feo que alguien no quiera ni darme la mano. "Tendremos que acostumbrarnos a ello", dicen los expertos, pero ¿qué otras manifestaciones para demostrar afecto habrá si debemos evitar, en lo posible el contacto físico? ¿Habrá que conformarse con las tarjetas virtuales y los correos electrónicos? ¿Se pondrá de última moda el cybersexo como una alternativa al contagio?

Yo no lo sé, pero por lo pronto este es el último post que escribo de corrido sobre el tema, ya que ha roto el récord de cinco entradas consecutivas en este blog y quisiera hablar de alguna otra cosa. Ya veremos el curso que toma el fenómeno, mientras tanto, ¡a preguntarse cosas! Creo que se va a poner más que interesante.

viernes, 1 de mayo de 2009

El primer brote de una segunda epidemia

Quisiera declararme harta de esto, pero no hay tiempo para cansarse de algo que apenas está empezando. Desde la división entre los jodidos que votaban por "El Peje" y los que se creían nice y votaban por el PAN, no había visto una división de opiniones tan radical como la que ha provocado la Influenza.

Es verdad que el cruce de información causa confusión, y que hay que tomar postura de alguna forma. Hay quien dice: "pues por si son peras o manzanas, mejor me protejo". Hay otros que se burlan y hacen bromas en la calle tosiendo a propósito para ver cómo la gente anda paniqueada, y hay quien se mantiene más neutral, analizando la situación, abrevando de todas partes, aumentando quizás la confusión de la mente, pero con decisiones más eclécticas y menos viscerales...por desgracia son los menos.
Ahora es muy notoria la tensión entre quienes se inclinan a pensar en que todo es una patraña, y quienes se obstinan en justificar las muertes, leen información médica, política, sociológica y todo, pero no hacen más que reforzar una idea preconcebida.

Hay fans a ultranza del cubrebocas, del alcohol gel y de los reportes diarios, y también hay fanáticos de las teorías conspirativas que se la pasan intentando convencer a todos de que no hagan caso al gobierno. Pero eso ha sido siempre como ponerse "con Sanzón a las patadas". Y también hay quienes siguen engrosando las filas de las religiones emergentes y de alguna que otra más antigua, argumentando presagios del fin del mundo y códigos ocultos en los versículos de la Biblia.

Como decía en un post anterior, hoy que voy al trabajo es mejor llevar cubrebocas para que la gente se sienta "más segura" y más relajada cerca de uno, pero no porque esté total y absolutamente convencida de que son indispensables. Hay una Bacteriofobia creciente en este país, y no me sumo a ella.

Es una pena que empiece a sentirse esa división de opiniones como cuando el país se tiñó de azul en el norte y de amarillo en el sur. Si fuera cierto eso de que hay algo sucio detrás de esta noticia, estarían logrando dividirnos de un modo en que ya nadie escucha a nadie, no nos damos el beneficio de la duda, por más descabellado que parezca. Para todos, el alarmista es el otro.

¡El virus existe, mata gente, protéjanse...!
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¡Lo peligroso está en el gobierno, y lo que están haciendo con nosotros!


Qué lástima, pero es muy difícil ponerse en medio, ¿no es cierto?

jueves, 30 de abril de 2009

Y sigue la mata dando...

El día de ayer me llevé de viaje a mis dos hijas -me refiero a la legítima y a una prima mía en el mismo rango de edad-. Fue, para algunos, una manifestación de irresponsabilidad: viajar sin cubrebocas en un tour por el Metrobús de Perisur a Indios Verdes, y por Metro de Indios Verdes a Universidad. Eso, sin contar el RTP que tomamos para llegar a Perisur, el Microbús que tomamos del Metro Universidad y el Taxi que usamos para llegar finalmente a casa.

Ayer utilizamos los cinco medios de transporte más utilizados en la Ciudad de México, y sin cubrebocas. Para muchos sería un viaje suicida, un arriesgar la vida mía y la de mis hijas sin tener temor de Dios... yo no lo veo así. Dado el acceso a la información que tengo por otras fuentes que no son las tradicionales (entiéndase televisión abierta y radio-pasillo), tengo elementos suficientes para no temer a la enfermedad, no del modo como le teme la mayoría. En casa mis dos hijas ya pasaron por una gripe atroz, infección de ojos incluida, las dos. Yo, por mi parte, ya padecí de una influenza estacional que casi me vuelve loca, pero ya fue.

Lo curioso es cómo en la calle, ocho de cada diez personas usan el cubrebocas, y se nos quedan viendo como bichos raros a quienes no llevamos cubierta la cara.

Fue un fenómeno interesante: dicen que como primates que somos, un gesto inherente a nuestra naturaleza es tocarnos la cara...nunca creí que fuera tan difícil aguantarse. Queriendo o no, algo del miedo de la gente se te pega al estar entre ellos. Ser conscientes de que en las manos traemos bacterias de otros, y una de ellas, posiblemente la mortal Gripe Mutante, nos hace aguantarnos las ganas de rascarnos la nariz para no infectarnos, y de estornudar debido al polvo o la contaminación, por miedo a sentirnos señaladas.

Una niña que iba con su cubrebocas acompañada de su madre, nos escaneó a las tres por todos lados, cual si quisiera encontrarnos llagas o cualquier indicio de enfermedad por no estar protegidas. Otro señor se nos quedaba viendo con ojos de furia, como si con la mirada nos dijera ignorantes, irresponsables, insurrectas y de todo un poco... otros más ni se nos acercaban, y hasta un muchacho nos grabó con su celular. (¿?¡!) Mi hija dijo: "Imagínate mañana el titular con Loret de Mola: 'Un amigo del público nos hizo llegar un video de la gente irresponsable que no usa su cubrebocas... pero pus Popocatépetl, ¿no?"' De risa loca...

¿Esto dará pie a la discriminación, al asco y a la paranoia en todos sentidos? Pareciera que no es tan grave, pero en nuestra experiencia, así fue. Nos sentimos intimidadas, con dolor de cabeza por el extremo calor que hace en la Ciudad de México, y sugestionadas al llegar a casa por creer haber contraido el virus. Ya no nos vuelve a pasar... la próxima vez saldremos con cubrebocas aunque sepamos que sirve para dos cosas...(nunca he sabido qué significa exactamente decir eso, pero el caso es que tiene que ver con que no sirve para nada). El uso de cubrebocas es peor que las modas, incluso los hay de precios y marcas también. Las personas que parecían con más recursos, lucían el 3M de su cubrebocas como si fuera un A/X genuino en una playera. Y hoy en la tele vi a un actor (Rogelio Guerra, para ser exactos) que traía una elegante mascarilla antigases, como diciendo "esto me hace diferente y me da estatus".

Antes la gente podía o no verte feo si vestías mal, pero ahora, si no traes cubrebocas, nunca falta el dedo flamígero de la acusación que se siente en las miradas de la gente. Usar cubrebocas se está convirtiendo en una manifestación social, misma que hay que acatar si no queremos que nadie se sienta ofendido.

Yo estuve con una culpa inmensa tirada en cama sintiendo que el sol se me había metido en medio de los ojos, y no descansé hasta darme un baño de pies a cabeza, el segundo baño del día. Todo eso me bastó para saber el efecto que causa la convivencia con otros que traen el miedo a cuestas. La gente ha de sentir la necesidad de bañarse más de una vez al día, de lavarse las manos compulsivamente y de alejarse de la gente que tosa o estornude.

Una de mis hijas casi se vomita al tener que viajar al lado de una mujer que bajo el cubrebocas moqueaba constantemente... ¡qué repulsión, temor, todo! Y a gastar agua de más -como si hubiera-, comprar toallitas con cloro, guantes de cirujano y productos antibacteriales para mantenernos a salvo...la verdad, no lo creo necesario.

Hay que educarnos, no queda de otra, nunca queda de otra. Reeducarnos en estos tiempos que se nos están echando encima, y repensar esta situación por la que muchos se dejan llevar sin detenerse a pensar un poco. Yo ya tuve mi experiencia con la civilización, y no me gustó. Mientras seguiré quedándome acá en mi pueblo hasta que tenga que volver al roce con la raza, eso sí, con un cubrebocas confeccionado por mí misma, para que al menos refleje un poco de mi personalidad.


*

miércoles, 29 de abril de 2009

Influenza...continúa el aislamiento

El presente post es para aclarar ciertos puntos que quedaron pendientes del anterior, ya que fue escrito a escasos dos días de haber sido anunciada la contingencia, con la pasión natural que caracteriza el impulso de mi escritura.
Hoy las cosas son distintas: se sabe que el nuevo bicho ha infectado a personas no sólo en México sino en todas partes, por lo que va quedando descartado el hecho de que sea sólo un invento tipo Chupacabras para tapar exclusivamente acciones del gobierno mexicano. La gente está muriendo, claro, pero igual mueren personas por desnutrición y pobreza, y por respeto a ellos nadie guarda un minuto de silencio.

Las epidemias matan, ese es su trabajo, al igual que el SIDA está cobrando vidas desde hace poco más de dos décadas alrededor del mundo, y no quisiera sonar tan fría, pero así es. De los -aproximadamente- veinte casos confirmados de la muerte por Influenza, seguramente se complicaron por no detectarse a tiempo, porque las personas tenían un sistema inmunológico débil o porque tenían otras enfermedades -aclaro que estoy especulando, créanme la mitad, pero estoy en mi derecho-. El gobierno se ha puesto de cabeza ante esta situación, y por eso debe tratar de evitar que se propague el virus para no duplicar el gasto que tendría que hacer para dotar de medicamento a toda la ciudadanía, pero como nunca ha sabido manejar las cosas, recurre a mantener a raya a la población, ya que siempre es más fácil y rápido infundir el miedo que educar, no me queda duda.

Por lo pronto urge atender a los enfermos, que el Seguro Social y todas las intancias de salud pública se pongan a hacer el trabajo que desde siempre debieron hacer: brindar un servicio de calidad a los pacientes, y por supuesto que esto no se logra de la noche a la mañana, "se las han de estar viendo negras", porque al igual que con el temblor del '85, estas cosas sacan a relucir las deficiencias que han tenido nuestros gobiernos desde toda la vida -please don't get me wrong, don't call me grillera-y esta epidemia no puede ser la excepción.

Por ello es natural que uno saque las garras cuando lee que se "Podrán allanar viviendas para imponer tratamientos" (La Jornada, 26 de abril de 2009), ¿a qué les suena?. Violación de los derechos individuales, por supuesto, y en un panorama de paulatina militarización del país, ¿qué más puede uno pensar a golpe de oído? Sumémosle a eso la impotencia y depresión que sumen al mexicano en el desaliento con facilidad, misma que tiene varias manifestaciones que van desde hacer chistes de ello, hasta embriagarse viendo la tele para evadirse. Creo que no dije nada extremo, se han dicho cosas más extremas aún, cosas que por falta de información fidedigna, no me he atrevido a suscribir, haciendo uso de esa responsabilidad que se nos achaca a los bloggeros y que en cierta forma poseemos.

Días después de saber que mis estudios tendrán que esperar, a tan sólo un par de meses para terminar mi carrera, ahora que sé que es debido a un bicho genuino, real, que está matando y que ha generado preocupación en el mundo, puedo entender que es un problema grave. Lo que sí me sigue preocupando es que esto genere en la población los efectos negativos que cualquier situación de crisis es propensa a provocar.

¿Se imaginan? Hay que lavarse las manos más seguido y en nuestra ciudad se está acabando el agua, SE-ESTÁ-ACABANDO. La medida de usar cubrebocas genera más deshechos, la gente los tira en la calle, ¿realmente necesitamos eso? Si antes la gente no se daba abrazos, ahora, menos. Si la gente desconfiaba de todo el mundo, ahora incluso se tiene asco. Si la gente se ocupaba de sus propios intereses (como que ahora mi titulación tendrá que esperar otro tanto), ahora con más razón -eso me asusta, me asusta mucho-. Si a la gente le gustaba estar en casa cheleando y viendo el entretenimiento de Televisa y TVAzteca, ahora, más. Los comunicadores realmente se han creído su papel de redentores del aburrimiento mucho más que otras veces, y sienten que el "compromiso social" que tienen para embrutecer al pueblo, es más necesario que nunca.

Y como esos ejemplos, podría darles muchos más, por lo tanto, ¿qué actitud tener ante lo que pasa? Bueno, en medida de lo posible, quienes no carecemos de agua y tenemos otras opciones que ver -y entender- en tele, radio y prensa, tengamos las medidas de higiene más básicas, mantengámonos informados y al día, y no tengamos miedo de abrazarnos y besarnos, salir a la calle, poner la mano en el (infectadíiiisimo) tubo del metro o del microbús y seguir hasta donde nos dejen, con la normalidad de la vida. "Un pueblo inculto es más fácil de dominar" como decía Martí -please don't call me comunista- y los que tenemos el privilegio de contar con un espacio como este, atrevámonos a decir lo que pensamos y a discutirlo.

Por eso veo con otros ojos las canciones y videos que ahora circulan sobre el problema: comulgo con desacralizar las cosas, ironizar, reír cuando se quiere llorar. Es condición natural del ser humano, y particularmente de culturas como la nuestra, todo está en cómo se mira. Si eres pariente de un fallecido, o si decides verlo a través de ese cristal, no te va a hacer mucha gracia. A mí me preocupan los vivos, y ruego por que nadie enferme crónicamente de miedo y de egoísmo, que son males más peligrosos que la propia Influenza.

Y por cierto, gracias a quienes me impulsaron a escribir este post calentando este espacio, que ya últimamente se sentía un tanto frío de sus opiniones. -Sirena y Panda- Seguiré pendiente de la nueva información que se genere.

domingo, 26 de abril de 2009

Caso aislado

Desde el mes de diciembre del año pasado me he estado enfermando de una gripe muy latosa. Nunca me ha gustado gastar dinero en doctores ni en medicamentos, y contrario a las indicaciones de todo el mundo, me automedico frecuentemente, utilizando antibióticos de vez en cuando, y analgésicos las más de las veces. Cuido, sin embargo todo aquéllo que entra en mi cuerpo procurando no abusar de nada, y usar la medicina de farmacia sólo como último recurso. Así es que a través de los años, mis males se han curado con tés, jugos y alimentos que recomiendan las abuelas desde tiempos inmemoriales: los médicos no me caen muy bien -qué ironía-.

Aunque últimamente la edad me ha pasado factura de varias cosas, y he tenido que cuidar mi salud con más detalle aún contra mi voluntad; las gripes son cosa de todos los años y nunca me han preocupado de más. Cuando una gripe me ataca, me pongo "flojita y cooperando", me entrego a ella y le digo "haz conmigo lo que quieras". Confío en mis anticuerpos y los dejo hacer su trabajo eliminando al virus y sus efectos en menos de una semana. Me ayudo con jugo de naranja, agua de limón y tés con miel. Hasta ahora me ha dado resultado.

Dice mi madre que no hay mejor cura para ciertas enfermedades comunes, que "el remedio de no te hago caso", y miren que lo he comprobado, pero eso no pasa así con la mayoría de la gente, que está muy paranoica por todos lados, se le ha inyectado una cultura del miedo en dosis muy pequeñas con el paso del tiempo, así es que de un momento a otro, cuando anuncian que una Gripe Mutante ataca a la Ciudad de México, no pasan ni veinticuatro horas y ya todo el mundo trae cubrebocas, no sale de casa y procura no tocarse ni besarse más que lo estrictamente necesario.

Yo no sé, pero la situación que se ha dado desde la noche del jueves pasado y hasta el momento en mi querido terruño, me parece un fenómeno digno de estudio.

Sin ir muy lejos, en casa lavamos cobijas, sábanas y desinfectamos todo con cloro cual si se tratara de luchar contra una bomba biológica (y lo justifico porque las gripes sufridas por los miembros de la familia habían tenido síntomas nunca antes sentidos), pero luego de tomar las precauciones mínimas, me preparé para salir a la calle. Estaba puestísima para ir a un espectáculo de cabaret que tenía muchas ganas de ver, y mi acompañante decidió quedarse en casa por miedo de traerle el virus a su familia. Me quedé frustrada por no tener carro, vivir lejos del teatro y guardada en casa. Ahí me enteré de que las clases se suspenderían por semana y media en todos los niveles educativos de la ciudad, que se cerrarán teatros, cines y museos, y que se cancelarán eventos masivos como partidos de soccer, conciertos y hasta las misas.

Me quedé en shock porque ahora que podría aprovechar que las calles están vacías, no puedo ir a un museo porque hasta va a haber operativos para asegurar que nadie salga si no es urgente. Inclusive se autoriza entrar a las casas en algunos casos, según lo que escuché en el comunicado.

No sé qué opinen, pero con la poca información que poseo del asunto, considero que es un plan muy macabro. Debe haber algo de cierto en lo de la dichoza Influenza Porcina (un virus que atacaba a los puercos y que mutó para infectar a los humanos, lo cual se ha vuelto mortal en algunos casos documentados), pero también hay mucho de manipulación política y de cosas raras. Se acercan las elecciones para diputados federales, y es mucha casualidad que sabiendo de la existencia del virus desde el año pasado según gente cercana que trabaja en hospitales, sea hasta este momento que se haya informado, y que se hayan tomado estas medidas tan drásticas para protegernos de algo que está cobrando dimensiones épicas con la opinión de la OMS y otras instancias externas.

Y es que hay muchas formas de amarrar a la gente: declarar cuarentena en la población por algo que aparentemente no es tan grave, atrapa tanto a los hipocondriacos como a los perezosos, que ahora tienen el pretexto idóneo para no asistir al trabajo, pero ponen en aprietos a otras personas que tendrán que cubrir doble turno, encargar a sus hijos a ver dónde o viajar en el transporte público teniendo asco de todos. A ver, ¿por qué no pararon las actividades productivas? Si el asunto fuera tan grave, lo harían. Esto huele más a un experimento social, algo que tenga que ver con el comportamiento de la gente en situaciones de crisis, medir el nivel de obediencia y las reacciones de las masas. Los comunicadores parecen cortados con las mismas tijeras, y el manejo que hacen de la información, realmente apesta.

Poco a poco irán saliendo esas cosas que están detrás de la Influenza y el pánico que ha causado en los habitantes de la capital y otros estados, pero de momento aunque parezca que sólo estoy especulando, basta con ver a los hijos pequeños de mis vecinos, jugando a que "ahí viene el virus", la aparición de cada vez más anuncios en la tele sobre productos de higiene y antibacteriales, la negativa de la gente a querer salir a cualquier lado, la cobertura especial en los noticieros, la escasez de cubrebocas, y su venta abusiva hasta en cincuenta pesos, cuando su costo promedio es de 3 a 10 pesos; para darse cuenta de que hay muchas cosas más allá de una bien intencionada acción para protegernos del contagio y prevenir gastos mayores por parte del gobierno.

Por lo pronto quedan todavía nueve días de cuarentena, toque de queda o como prefieran llamarle. Ya veremos cómo avanza, mientras tanto escuchen esto que han dado en llamar la Cumbia de la Influenza, una reacción más divertida a la situación que se está viviendo en el Distrito Federal, ciudad que cariñosamente llamamos Chilangolandia, y en donde surgen ideas desde lo más profundo de las cloacas.