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lunes, 24 de mayo de 2010

Galletitas light para el ego de Gloria: la 'Baby Monster' de la comedia.

Si esta mujer tiene algo de perra, será tal vez la cánida ternura que incita a amar y proteger a estos animales con la misma constancia con que ellos muestran su innata lealtad, de modo que cuando apareció en el escenario, lejos de encender fuego o elevarnos al viento, fue como un vaso de agua refrescante en lengua sedienta.

Entra la muchacha aquella con un look como de lolita-experimentada-doble-pechuga...y cabe decir que al mencionar el detalle de su cuerpo robusto no estoy hablando de que deba ser necesariamente una mujer fea. Todo lo contrario.


Miré de reojo a mi joven acompañante y tuve la intención de atestarle un pellizco para que dejara de entrecerrar los ojos con aires de tímida lujuria, lo cual no fue una reacción privativa de su juventud o su alta libido, porque pude notar cómo varios caballeros contuvieron el aliento para no importunar a las féminas que estábamos presentes.

Con la suave voz que por momentos deja escapar un acento fresón, Gloria Rodríguez Sayún comienza el monólogo. Ese acento que en otras personas siempre me ha parecido mamón e insufrible, en la incipiente standuppera suena agradable y conecta una inmediata empatía en quienes lo escuchamos brotar de una voz franca, sin más antifaz que el necesario para subirse a un escenario y hacerse a sí misma pedazos.


Comienza hablando un no sé qué que qué se yo de su gordura, continúa viajando por distintos lugares que nos pasean por su casa, sus costumbres, sus amores. Yo conozco a esa mujer de antes, antes ya había oído hablar de la depresión post-party y de comprar lencería en la Comercial Mexicana. Antes ya había escuchado esos chistes en otros trabajos suyos de comedia y si he de ser sincera, ya no me arrancaron la risa.


Sin embargo una sonrisa permanente al notar cómo golpeaba en quienes lo escuchaban por primera vez, me hacía repetir todavía con sorpresa: "eres grande, Gloria."


Se notaba al principio nerviosa, ya fuera por la luz directa que atacaba su cutis perfecto (NDA: grrrrrrrrrr ¬¬) o porque entre los presentes había amigos y familiares, y algún amor perdido en las sombras, brillando con la sola idea de su imprudente presencia.


Chistes iban, chistes venían, mientras en momentos parecía engolosinarse con las carcajadas que arrancaba, y eso se notaba en un coqueto gesto de niña tímida dentro de cuya mente parecía leerse sin pretención alguna: "God, i'm good", y continuaba...buscando por instantes la mirada aprobatoria de alguna amiga, un guiño amable que le hiciera sentir el apoyo de un ser querido, la fuerza que a veces falta en el centro del valor propio para sentir que se está en el camino correcto. Y lo encontraba.


Yo no sé si es porque me es familiar el tener mis botas en un escenario, tal vez pongo en su actuar interpretaciones mías sobre esas pequeñas cosas que suceden a mil por hora y que uno no se da cuenta hasta varias horas después de haberse bajado. No sé si haya algo de cierto en lo que digo, si en donde quiero ver transparencia en una mujer, sólo estoy viendo una proyección de mis propias debilidades. Lo que sí puedo asegurar es que fui testigo del surgimiento de Gloria Rodríguez como un as del Stand up Comedy, porque he tenido la fortuna de coincidir en tiempo y espacio para saber que de aquello que habla aún se duele profundamente, y por ello puedo dar fe de la honestidad de sus espectáculos.


Gloria Rodríguez no es una zorra, porque a pesar de sentir en sus venas el fluir de una sangre ardiente y hasta insaciable, a pesar de no tener problemas con el sexo sin compromiso, prefiere sentirse amada así como ella es capaz de hacerlo: a plenitud. Y es entregada, apasionada, no se vende, tiene escrúpulos -en mi pueblo aún les llaman valores-, no destruye hogares, no copula sólo por sentirse importante. Gloria Rodríguez es una cínica imperfecta, y eso sí, ¡cuanto más pasa el tiempo, más y más lo admiro!

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