
Esta semana estoy asistiendo a un foro en el que, como mencioné en la entrada anterior, muy a pesar de que los asistentes son todos ellos unas piedrotas, los ponentes han estado de lo mejor, y han quedado muchas preguntas en el aire. Es una lástima que me tenga que salir corriendo porque hay que ir a trabajar, pero afortunadamente poseo este espacio en donde puedo decir todo aquello que debo callar por las prisas.
En el evento mencionado se habló de violencia de género desde muchos ángulos, y ahí está la riqueza de lo encontrado en esas discusiones: empezando por definir la violencia desde el punto de vista de Foucault, ligado a las relaciones de poder, hasta la violencia simbólica de Bourdieu, que incide en los comportamientos de los otros de manera más sutil, más difícil de ubicar, y que conduce a la sumisión.
Se recordó nuevamente que vivimos en una cultura mundial androcéntrica, patriarcal, que cada quien tiene las tareas propias de su sexo, y no se dejó de comprobar con datos estadísticos que más del 80% de las mujeres ha sufrido maltrato emocional de su pareja. Se habló de ese currículum oculto en las escuelas, y sin querer, recordé a una amiga de mi hija en la secundaria, que se besuquea con el encargado de las computadoras generando la preocupación e impotencia de mi pequeña.
Yo me cuestioné el asunto: existe una delgada línea entre el abuso y la libertad de sentir placer. ¿Es la niña "abusada por su gusto"? El tipo es un hombre mayor, tiene poder sobre ella, y abusa de ese poder... pero la niña no siente culpa, siente placer y se lo procura. Es menor de edad, claro, pero ¿hasta dónde podemos decir que es abuso? ¿Sólo porque el tipo es realmente nefasto? ¿La obliga de alguna manera? Casos como estos son muy, pero muy delicados.*
Luego vino la violencia en las escuelas, sobre todo entre adolescentes, se habló del fenómeno del Bulling y de las condicionantes del hecho de ser hombres o mujeres respecto a ello, para después pasar a hablar de la violencia institucional y el Mugging o acoso laboral. Todo muy interesante, si tomamos en cuenta que mi hija ha sufrido el primero y yo he sufrido -y sigo sufriendo- el segundo.
También se habló de las leyes que se han aprobado en Brasil y en México, se hizo un comparativo y se hicieron propuestas para mejorar. Muchas de las presentes no conocíamos bien a bien la Ley de Acceso a las Mujeres a una Vida libre de violencia que sólo está vigente en la ciudad de México, por ejemplo, y nos asombramos con la Lei Maria da Penha que rige a todo Brasil.
Un filósofo del Colegio de México, el Dr. Juan Guillermo Figueroa, dio una maravillosa ponencia sobre "Masculinidades, relaciones de poder y violencia", exponiendo el punto de vista de los varones y compartiéndonos experiencias que orillaban a la reflexión en torno al maniqueo de los conceptos. ¿Cómo le hacen los hombres no-violentos en un mundo violento? ¿Qué hacen los que parecen diferentes? ¿Hay que acudir al falsacionismo de Popper para cuestionar la regla? Me dejó con el ojo cuadrado, además de que someramente analizó las campañas televisivas y publicitarias en contra de la violencia de género, en las que hombres y mujeres "de bien" proyectan una imagen moralizante... es un chingón el señor.
Luego, siguiendo en esta misma línea, una maestra cuyo nombre le convendría no fuera mencionado, hizo un raquítico intento de analizar la violencia desde el programa "La Familia Peluche", protagonizada por Eugenio Derbez y Consuelo Duval. No hizo más que repasar la letra de la canción de entrada y decir obviedades, pero a mí me hizo sacar mis propias conclusiones al respecto:
En el caso específico de Los Peluches , ella le prodiga a él toda una serie de insultos que no por agresivos son menos ingeniosos muchas veces... sin embargo, aunque él compite con ella en los apodos, hay una constante cuando quiere salirse por la vía rápida: llama a su mujer "Golosa".
La connotación sexual del término indica que ella tiene una necesidad dependiente de él, suficiente para que ella haya permanecido a su lado tanto tiempo a pesar del evidente odio. Es sutilmente humillante, digamos, y en efecto, se promueve la figura de la mujer castrante y por consiguiente, el odio hacia las mujeres.
Reírse de uno mismo no debe estar peleado con la preocupación por la solución del problema, es más, es parte de un comienzo el decirlo, mostrarlo, hacerlo evidente... pero claro, estamos hablando de Televisa, en donde la violencia está siendo naturalizada desde las épocas del Chavo del Ocho. ¿Hasta qué punto el decir algo deja de ser denuncia y se convierte en obviedad, en naturalización del problema? El manejo sigue siendo delicado. ¿Es cuestión de cómo y dónde se diga? Yo creo que sí, creo que eso es básico.
Después la violencia de género se extendió hacia el resto de las llamadas "minorías", concretamente de los homosexuales, y drásticamente se habló de fascismo, de exterminio y de pasos secuenciales de odio hasta el acabamiento, aludiendo esa famosa frase que dice "Todos lo golpearon, pero él solito se murió". La postura de la Dra. Ana María Martínez de la Escalera fue muy fuerte, pero no por ello menos importante, ya que fue una invitación expresa a asumir la propia responsabilidad que como individuos pertenecientes a una sociedad, tenemos de que se lleven a cabo y se justifiquen de mil maneras los actos violentos, de discriminación y odio, desde los más velados hasta los más atroces.
Se habló de la envidia, cuando se profundizó en el acoso laboral, de esa "situación esquizofrénica", como dicen los psicólogos, cuando se pide colaboración, pero se fomenta la competencia con uñas y dientes entre compañeros de un mismo equipo o de un mismo gremio.
Todavía sigo asimilando lo que el foro dejó a manera de preguntas en mi cabeza. Para pensarlas y para vivirlas. Esto de la violencia es un tema complejo, en el que, aunque parezca que todo está dicho, siempre hay mucho, mucho más por decir, pero sobre todo, muchísimo más por hacer.
*Nota al pie: semanas después me enteré de que la pequeña ya había practicado sexo oral con el tal encargado de las computadoras... quede para la reflexión