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lunes, 31 de mayo de 2010

Ópera Prima, el 'reality show wannabe'

Y bueno, como ya se hizo costumbre, vengo aquí con mi tercera crónica sobre la gala. Y me agrada decir que el programa ya me ha atrapado: si bien, en mi primera crítica hablé con desconfianza sobre un proyecto que es del gobierno, que para colmo de todos mis males, lo relacionan con los festejos del Bicentenario, y que había fuertes rumores de que todo ya estaba arreglado de antemano; y si en mi segunda crítica despotriqué una vez más contra algunas personas y detalles que no me agradaron en lo absoluto, debo decir que mi opinión no ha cambiado del todo. Sin embargo en esta tercera gala parece que hay pocas cosas que puedo criticar.

No hablaré demasiado de los conductores de sangre pesada, pues al parecer Julio Patán defiende un estilo que tal vez pretenda hacerle honor a su apellido: pose de Alberto Peláez, pero no tan profesional, más bien desfachatado y juszgón, mientras Claudia Ramírez insiste en la sonrisa falsa, pero bueno, no me desgasto. Eso no lo van a cambiar, ya me ha quedado muy claro.


Tampoco hablaré mucho de los maestros, pero no me gusta que estén de jueces, ni que haya una opinión de personajes distintos cada vez.
Comprendo que no hayan tenido posibilidad de contratar un jurado fijo, conocedor, por el número de semanas que vaya a durar el programa, o que hayan querido "darle variedad y multiplicidad de opiniones" a los cantantes, porque ni siquiera es así. Comprendo el que pedagógicamente -la óptica desde donde miro el programa- sea de utilidad el no saber quién te criticará, para quién cantarás, sino cómo lo harás, pero en esto de hacer un Reality Show radicalmente diferente de los ya existentes, me surgen serias dudas sobre si realmente lo es.
Parece más un programa de concursos común mezclado con un documental bien realizado, tomando elementos de los realitys como la crítica de un jurado y una expulsión semanal, pero ahora en bola. Todo parece estar hecho para que la emisión dure muy poco. De entrada salieron seis personas, luego cuatro y luego dos. No sé si será por falta de presupuesto, por falta de organización, o por premura de tiempo. No sé si saldrá un solo ganador o más. Con eso de que se subtitula "Las Voces del Bicentenario", seguramente el ganador o los ganadores (en cuyo caso veo a Leticia Vargas y Alan Pingarrón como los más fuertes) vendrán a formar parte del festejo oficial del gobierno federal interpretando en algún proyecto canciones de principios de siglo. No sé nada, sólo especulo.


Ahora vayamos con las observaciones.



  • ¿Ven? Se los dije, agregar ingredientes teatrales a las presentaciones iba a hacer el show mucho más atractivo. Me encantó que, si bien no les pusieron vestuario específico, sí añadieron elementos escenográficos que ayudaron a ambientar lo que la ópera es. Sabemos que esto no es sólo la voz, aunque siempre se relacione el total del concepto con el estilo de canto operístico, pero ahora pudimos ver el histrionismo de los cantantes y un poquitín de su desenvolvimiento escénico.
  • Lo malo es que siguen calificando los mismos rubros y todos se refieren a la voz. Sólo la interpretación cabría un poco como elemento histriónico, pero es muy ambiguo y subjetivo. Habría que calificar también el dominio de la escena, que es importante, pues en este caso tuvieron que interactuar con un compañero, y ahí retorció la puerca el rabo como dice mi abuelita. Yo hubiera explusado a Linda Gutiérrez por su poco profesionalismo. Ese "soy casada" que usó como argumento para su incapacidad de besar a Ángel y hacer una escena apasionada fue de muy mal gusto. En casa dijimos literalmente "¡Pues vete a tu casa a cuidar a tu marido!, ¿qué haces aquí?" Fue el peor dueto de la noche y en cambio sacaron a (buaaa!!) Héctor Niño y Elisa Ávalos, quienes no tuvieron su mejor participación, pero que tenían muy buen potencial. Y ya desde el orden de participación, se veía que eran los menos favoritos de los maestros. Incluso ellos mismos lo dijeron: estaba clarísimo quienes eran "The Top Two y the Bottom Two". ¬¬

  • Por cierto que conforme pasa el tiempo, las despedidas son más emotivas, no tan frías como las del principio, inevitable sentir más feo entre más tiempo te quedes.

  • La clase magistral de Joan Dornemann me pareció maravillosa, sin más detalles, como maravilloso fue que los llevaran a escuchar buen jazz con el maestro Eugenio Toussaint, aunque no me gustó ese intento de improvisación jazzística-operística-ranchera que se aventó Ángel (o Mariano, no recuerdo... perdónenme pero sí se parecen xD) al final de la velada.

  • No me gustó que sólo estuvieran unos minutitos con Diego el Cigala antes de salir al escenario. Como no veo los programas de entre semana -digo, tengo una vida propia ;D- y sólo disfruto las galas, me habría gustado ver un palomazo de cante jondo con los participantes. No sé si hubo más interacción con él, pero lo poco que ví me pareció así: poco. Claro que el regalo de disfrutar su concierto con backstage passport incluido tal vez fue suficiente para ellos, pero como espectadora el programa me quedó a deber.

  • La convivencia entre las parejas fue de diez. A mí me encanta vivir en la fantasía de que todo el mundo se lleva de pelos, aún en la vida real, y esa sensación de que eso pasa en el ambiente de trabajo de Ópera Prima, me deja un muy buen sabor de boca. Alan Pingarrón cada vez me cae mejor, y Leticia Vargas cada vez me cae menos mal: tuve que estar de acuerdo con ella en que la voz de Lola es hermosísima. (Aclaro que no es nada personal contra la cantante, pues sé que esta humilde opinión llega hasta los directamente involucrados, sólo que no me gustó cierta actitud de diva que percibí en ella al principio.)

  • El que el programa sea grabado sigue sin gustarme, aunque les dio la oportunidad de agregar subtítulos a la opinión de Dornemann, por ejemplo. Y los subtítulos en las actuaciones fue una fantástica idea, además de las cortinillas para comerciales, que incluían un glosario de términos, hizo el programa mucho más didáctico... y bueno... yo sé que para quien sabe de ópera, estas cosas pueden parecer hasta chocantes, como chocante es que escojan obras de las más conocidas para darles a cantar a los muchachos, pero si tenemos en cuenta que el programa es un intento de acercamiento hacia las masas, la selección y el manejo de contenidos apenas está en su punto, así que no nos pongamos tan exigentes en ese aspecto. Insisto: el programa es muy didáctico, quiero creer que está dirigido precisamente a quienes no saben mucho del género y por ello las canciones deben ser fácilmente reconocibles o por lo menos de fácil apreciación. Eso ayuda a entrenar el oído de la gente acostumbrada a voces mucho más comerciales, y a entender que no cualquier grito de soprano es muestra de virtuosismo plausible.

En tiempos como este, hace falta dialogar con otras personas, mirar otro tipo de películas, acercarse a otro tipo de lecturas, ver otro tipo de programas de televisión, y aquí es donde Ópera Prima va teniendo más y más puntos a favor, aunque no podamos dejar de lado las cosas desagradables, mismas que espero por el bien de todos, que cada vez sean superadas por las cosas rescatables.


En fin, que las voces que quedan son privilegiadas, aunque sigo pensando que sacar a Linda en lugar de a Héctor era la opción, pero ni modo. De todas maneras, algo seguiremos sabiendo de los expulsados, eso espero, y como dije, este intento de reality show ya me ha atrapado, así que aquí estaré la otra semana para escupir mi opinión realista y apasionada. Hasta la próxima.


Comenten.


lunes, 24 de mayo de 2010

Ópera Prima: el beneficio de la duda

Hace una semana escribí sobre este reality show que Canal 22 ha traído a nosotros con el apellido Cultural. Fui sincera en mis críticas, como pienso seguirlo siendo ahora que quise ver la segunda gala que se ofreció la noche anterior. Así que sin más preámbulo empiezo ennumerando los puntos a su favor:


  • El cambio de escenografía fue muy acertado. Mucho más cómodo para los cantantes, que esperaban detrás de un telón sencillo pero elegante, en vez de estar exhibidos como niños de kinder que esperan su turno para pasar a hacer la gracia. El escenario italiano conviene mucho más que el circular en estos casos, y lo tocante a si el público está compuesto por trabajadores del canal o no, me parece intrascendente.


  • El vestuario también fue un acierto. No sé si hayan leído mi sugerencia del post pasado, o si no fui la única que comentó eso, pero verlos aparecer en su mayoría vestidos de negro, muy elegantes y discretos, fue agradable para la vista. De pronto pensé que la ropa que habían lucido anteriormente era directamente extraída de sus propios velices, pero como en los créditos aparece el Palacio de Hierro, por lo menos se esperaba ver lo que vimos anoche y no un desfile de moda casual de Suburbia. La imagen de los concursantes fue mucho más cuidada, respetando el glamour que rodea al mundo de la ópera sin que esto se viera demasiado pretencioso o exagerado.


  • Que Claudia Ramírez fuera dejada un poco de lado en la conducción era justo y necesario. El Patán que entró en su lugar (ahora recuerdo que se llama Julio y es escritor) tiene mucho más callo en los tele prompters y al menos, más espontaneidad y frescura que la otrora cara bonita de las telenovelas.


  • Agregar datos sobre qué comen los aspirantes y cuáles son sus gustos musicales, aligeró esa pesada lejanía que a veces suele nublar la apreciación de que los cantantes de ópera son seres humanos comunes, con una gran voz, pero humanos al fin y al cabo.


  • Las cenas ofrecidas a los concursantes son una verdadera delicia, hasta se antoja estar ahí. Creo que eso les ayuda verdaderamente a relacionarse más y adentrarse en el mundo de la música culta en México, así que al salir, buenas oportunidades de trabajo pueden surgirles, me parece fantástico que inviertan en la parte social del asunto, que es también importante.


  • Algo que no mencioné la vez pasada, pero que me sigue encantando, es la actitud de los expulsados cada vez que los entrevistan al finalizar el programa: sí, seguramente es un protocolo que están siguiendo, pero es maravilloso. No hay esa ardidez que manifiestan en otros programas, hay respeto, camaradería, y eso se agradece, así sea porque estén respetando una línea solamente, o porque en verdad lo sientan. Me parece muy agradable que se despidan con una sonrisa, aunque todos sepamos que salir expulsado no ha de ser nada bonito.


  • Que haya una explicación de las arias, estupendo. Para quien no conoce la historia, eso hacía falta desde un principio.


  • Alan Pingarrón no sólo es el favorito de una gran mayoría debido a su voz, también parece ser una persona agradable, no como muchos discapacitados que -con el debido respeto- sienten que todo lo merecen por faltarles algo. Hermoso el detalle de solidaridad de su compañero que lo ayudó a ensayar su nueva aria, muy bello el aprendizaje que de algún modo el público también está teniendo a través de los comentarios de sus maestros, que nos adentran poco a poco a una realidad que desconocemos. Aunque me pregunto, ¿no hay música escrita en Braille?


  • Y lo mejor de la noche fue Lázaro Azar Boldo. ¡Ma, qué cosa! Comentarios amplios, bien explicados, generosidad, crítica constructiva. ¡Por favor que ya no se vaya! ¡Que se quede ahí como crítico permanente, que les diga sus verdades a todos! Creo yo que ha sido el más congruente de los que han estado hasta ahora. La cantante Encarnación Vázquez también hizo muy buena crítica, pero sigue sin gustarme que sólo uno externe su opinión de cada participante, seguramente es por el tiempo, pero estoy acostumbrada a que la polémica surja de la confrontación de los jueces, lo cual le da tanto a quien se está preparando, como al espectador, un panorama un poco mayor para conocerse y conocerlos como cantantes.

Y bueno, creo que con esto estoy llegando a lo que definitivamente no me acaba de gustar del programa:

  • Claudia Ramírez, sí. A falta de argumentos extiende una tonta sonrisa. No me va, lo siento mucho.


  • Un comentario de Julio Patán no venía ni al caso. Aprobando o desaprobando los gustos de los participantes me empieza a caer pesado. Cuando presentó a Lola -si no me equivoco, la única mezzo que queda- leyó que le gustaba Silvio Rodríguez, y apuntó, tratando de parecer una persona de gustos exquisitos, que "ojalá corrigiera ese defecto pronto". Creo yo que si el programa está validado por la SEP, algo de educativo pretenderá tener, por lo tanto hacer juicios sobre los gustos bastante respetables de todos, no da pie a la sensación de pluralidad y democracia que desde siempre nos quieren vender desde esa institución. La cultura es muy amplia, no sólo es Puccini o María Callas. También está la trova, género musical que a algunos les da hueva porque surge de un estrato social oprimido, deprimido y con ganas de alas, pero que es tan valioso culturalmente como Chavela Vargas, que a mí no me gusta, pero a quien el conductor no puso peros. Ojalá no intentara caernos siempre bien y fuera más cuidadoso con su espontaneidad, que está bien, pero que salta en momentos como este.


  • Las arias completas. Es un tema que se ha empezado a externar desde las redes sociales y en el cual estoy parcialmente de acuerdo. Probablemente por tiempo haya que recortar la partitura y eso no está mal si no nos olvidamos de que es un rea-li-ty show, un concepto frivolón, una muestra breve de lo que alguien puede preparar en una semana. Sin embargo al menos sería prudente que nos dejaran ver al cantante desde que llega y se para a cantar. Nos lo enciman con la voz hablada, y al final sólo vemos un pedazo del pedazo de aria.


  • "No pierdas jamás la oportunidad de emocionar a la gente", palabras de Fernando de la Mora que en facebook son rescatadas como "Inmortal, sabia y emotiva frase". Punto número uno: ¿es mi imaginación o se contradice el hecho de sentir la música desde dentro, de posesionarse de la emoción del personaje y, por otro lado, tener la intención de emocionar a los otros? Creo yo que si uno se emociona, contagia, pero si uno intenta emocionar al otro, es más difícil lograrlo. El público no es un títere de nuestro talento, es gente que vibra o no con lo que nosotros estamos sintiendo. Y punto número dos: a mí Fernando de la Mora jamás me ha emocionado. Sí, es uno de los tenores mexicanos más reconocidos, tiene buena técnica, mucha experiencia, por eso es por muchos mal llamado "maestro", pero de no ser porque está a la mano y levantaba el rating, yo no lo hubiera invitado. La gente famosa en este país no es famosa sólo por talento, veámoslo fríamente. Ya quisiera tener yo la voz del señor, su presencia, oírlo cantar en vivo es una experiencia grata, pero emocionante, al menos para mí, no, de plano.


  • Gabriel Mijares, por otro lado, cayó de mi gracia. No sólo se notó la marcada preferencia que tenía hacia una de las chicas, Jenny, y la mala onda que le tiró en todo momento a Álvaro, ambos finalmente expulsados, sino que en su crítica hacia la susodicha, lejos de aportarle a ella, o aportarnos a nosotros elementos más importantes para la apreciación o para su crecimiento, se echó todo un discurso que justificaba el que la muchacha no lo hubiera hecho excelente. Tache huarache. Y no se vale decirle al muchacho "por mí, ya te hubiera sacado". No es que trate de inyectarle coraje, aunque éste, más inteligente y humilde, se lo tomó de esa manera; es que es mala onda y punto. Hay maestros así en todos lados, eso no es discutible, pero en televisión indigna ver que si no caes bien, te ponen pie al cuello. No me agradó en lo absoluto. Y luego, que le dijera a la niña esta "A partir de ahora no le hagas caso a nadie más que a mí en los próximos cuatro años" (sic)... ... por favor, díganme que era broma.

  • "La maestra Teresa y yo nos abstendermos de votar por aquellos con quienes hayamos tenido algún vínculo laboral" Gabriel Mijares. "Más claro ni el agua" Julio Patán. O sea, sí, pero ¿de quiénes estamos hablando? Digo, no sé de qué tipo de agua estés hablando, conductor. A lo mejor de la de Iztapalapa. Nombres. Transparencia real, por favor.

  • ¿Qué les dije? Leticia Vargas. Es una cantante con trayectoria, incluso en su video de audición, el cual se puede ver en el sitio web del programa, todo en ella es profesional. Es bonita, sí, canta bello, sí, incluso De la Mora comenta: "no se trata de quién lo haga mejor, sino de quién avanza más", como diciendo que no tenía qué criticar en la impecable técnica. La maestra Teresa habló de que se entendían en el mismo idioma, ¡vamos! que aún sin conocerla, para nadie es ajeno que esta mujer les lleva un buen tramo de ventaja a sus compañeros, así que no es justo por ningún lado: si gana, fraude. Si la sacan después de mantenerla mucho tiempo, frustración y engaño para ella, quien al parecer es la más grande en edad también. No hagan eso, en buen plan.


  • Por un momento pensé que se iba, y muy mala fue mi sorpresa cuando dejaron a dos mezzos fuera (he dicho antes que es mi tipo de voz favorita). Daniela, esa mujer alta y delgada, de porte arrogante no gustó. ¿Por qué? Esa arrogancia la hacía ver más grande, y la voz no era espantosa, al contrario, desde Habanera, fue de mis favoritas. Jenny finalmente se fue con la aprobación de su maestro Mijares, pero se fue. Tan joven ella, tan buena voz. ¡Karen se hubiera ido desde hace ocho días! ¡Pero qué pasó aquí! "Te dejo una semanita más y te largas" Si desde el principio se vió que no daba el ancho. "Lástima, Margarita". Y la gestualidad de Álvaro era de resaltarse. No sólo tiene buena voz, esa presencia especial que le da mover el rostro como marioneta mientras canta, nos daba cuenta de una personalidad bien definida en escena. Merecía quedarse, merecía que lo oyéramos más, es lo que pienso.

En general, creo que el programa tiene todavía mucho que dar. Estaría interesante que le siguieran con la misma aria esta semana, la perfeccionaran y ahora nos la presentaran ¡¡con vestuario!!. Si la ópera es un conjunto escénico, más que una emisión perfecta de voz, el disfraz ayuda a posesionarse del personaje, y explorar esa parte sería llamativo e interesante. A ver qué se les ocurre entonces.

Por lo pronto no prometo una crónica por gala, aunque es muy probable que siga teniendo ganas de hablar al respecto. Fue muy grato ver a Jorge Volpi en el público tarareando algún aria y conviviendo con los estudiantes en la cena. Al ojo del amo, engorda el caballo, y ante el señor, me quito el sombrero. Ojalá todo vaya a mejor en las próximas galas.

Espero sus comentarios. ;)

martes, 18 de mayo de 2010

Un Reality Show, ¿Cultural?

Bueno, creo yo que sobra el adjetivo, cuando a fin de cuentas Ópera Prima, de Canal 22 es lo mismo: un programa de realidad manipulada en el que varios concursantes acuden con el sueño de aprender y convertirse en alguien famoso. Un programa donde serán entrenados, exhibidos y juzgados como en todos los proyectos de este tipo. Eso es un reality show, no es otra cosa.


Forma parte de nuestra cultura ya, ¿no es cierto? Entonces, ¿qué caso tiene hacer énfasis en "cultural"? Claro, como es un programa que se jacta de traer cantantes "de verdad", en comparación de las largamente padecidas "Academias" de TV Azteca y sus variantes, y como el bel canto se relaciona siempre con este nivel de cultura inalcanzable, elitista, sólo accesible para unos cuantos letrados, era lógico que la publicidad utilizara este plus en el título del programa.


Pero bueno, analicemos. ¿Usted lo vio? Si no es así, déjeme decirle que se perdió de algo por demás interesante. Una producción en donde comparten créditos ni más ni menos que la Secretaría de Educación Pública, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, y el Instituto Nacional de Bellas Artes, ahí nomás.


Yo no tuve oportunidad de apreciar el primer capítulo, en donde me refieren que hubo una muestra de los aspirantes (hasta donde sé, sólo se recibieron poco más de setecientas video-audiciones), y en donde se argumentó someramente por qué no eran aceptados, o se hizo un intento de transparencia en el proceso de selección. Al menos eso parecía ser. Si, por el contrario, es como comentan, una vil tomadura de pelo, lamento entonces que una vez más se engañe al público a través de la tele, no deberíamos acostumbrarnos, aunque lo malo es que no siempre nos damos cuenta.


Pero vayamos a la parte sustancial de todo: las voces, que... ... ¡bueno!, ¡es que de verdad no puedo dejar de distraerme nuevamente y mencionar otro detallito en las palabras!: "Las Voces del Bicentenario". ¡Háganme el favor! Pero ya, ya... ya sabemos que es televisión pública, del gobierno, y si para incluir al proyecto en el presupuesto anual había que amarrarlo con los magnos festejos que se preparan para este año, ándenle pues, les perdonamos que se llame así, pero es excesivo. Quedémonos con las voces, las personas que están detrás de esas voces.


Veintidós concursantes fueron seleccionados de entre todo el material recibido. El número es obvio, significativo y tal vez hasta cabalístico: el número del canal donde se transmite. Una semana estuvieron los cantantes preparándose para la primera gala, que de gala no tuvo mucho, puesto que el arreglo personal de los participantes dejaba mucho que desear. Sin embargo ese es un detalle que podemos dejar pasar si nos concentramos en que lo verdaderamente importante era apreciar las voces educadas, la interpretación, la gestualidad y -para quien sabe más de esto- la musicalidad de cada uno y el uso adecuado de la técnica vocal.


Del total de participantes, seis fueron expulsados esa misma noche, y he aquí que puedo apreciar algunas actitudes sospechosas que procedo a ennumerar a continuación:


*La gran mayoría fueron mujeres, lo cual no es de extrañar, pues somos mayoría poblacional, y sobre todo mayoría en las artes y la educación (la comunidad pedagógica conoce muy bien de estos asuntos); pero el punto es que de los hombres, quedaron siete de siete, a menos que me falle la memoria. Sí, todos tenían buenas voces, pero se me hizo una estrategia para equilibrar el grupo en cuanto a género.

*La inmensa mayoría de las chicas, son sopranos. ¡Con lo bella que suena una voz de mezzo -yo soy mezzo, es mi favorita -! Y me eliminaron a una de ellas, Andrea Trueba que para su edad, y en mi humilde opinión, lo hacía muy bien. Pero bueno, habla mi subjetividad, irremediablemente.

*Dos de los concursantes tienen una discapacidad: Betsabé Brito, una joven con problemas de desarrollo en los brazos y Alan Pingarrón, un invidente que a todos estremece porque claro, su ceguera le ha hecho desarrollar un maravilloso oído y una intensidad en el uso del diafragma que hace vibrar a cualquiera. En el canal de YouTube del programa, ya hay quien lo nombra el Pavarotti Mexicano. Joven el muchacho, selección de aria adecuada, quiero ver qué ofrece más adelante, ya que la otra chica quedó fuera. Bravo: el programa no está movido por la lástima...hasta el momento, pues Brenda García tiene rasgos indígenas. Se quedó. Canta bien.

*Tampoco me gustó que quedara una mujer -cuyo nombre no recuerdo- que cantó "Por tí volaré", a mi juicio, de manera espantosa. No sé si es porque le están dando el beneficio de la duda o qué, pero en primer lugar, mientras todos escogieron arias de obras consagradas, ella escogió una canción popular ¡y todavía lo hizo mal! Me pareció injusto que se quedara, ni siquiera escogió la versión en inglés, digo, para que se viera el esfuerzo de cantar en otro idioma como casi todos los hicieron -Gabriel Niño (¡¡niiño!! ;P) cantó en español, pero fue un aria-. No sé si es otra estrategia para equilibrar música culta con música popular, pero bueno... ya veremos.

*No me hagan mucho caso, pero creo que una tal Leticia Vargas puede ser la consentida de los jueces, no lo sé bien. Tal vez sea mi mala leche, pero así soy yo, y parece haber entrado con palancas. Créanme la mitad.


Y bueno, la conducción de Claudia Ramírez no es lo más acertado. ¡Es falsísima! Esa sonrisa se la compraban los jóvenes calenturientos en los noventas, pero ahora, que espero seamos un público más colmilludo, no se la cree ni ella misma.


Me gustó, finalmente, que les ofrecieran una cena a todos, invitando a Genaro Sulvarán, barítono, y a Natalia Lafourcade para compartir su música y sus experiencias. Si quieren conciliar lo pop con lo culto, está padrísimo que se haga de esa manera, porque además, la niña Lafourcade canta precioso el bossa nova, y es tan talentosa como todos los que están ahí, sólo que en otro género. Creo que eso fue de lo mejor.


También me gustan las cortinillas y el arte en general en la edición del programa, todo elegante, nostálgico y moderno a la vez. El sonido anduvo fallando y lo mejor es que las galas sean en vivo, no grabadas, tache a eso. Me gustó la sorpresa de cumpleaños que le prepararon a Pamela Rosales, ya que momentos como ese son los que le dan el saborcito a reality show que tanto gusta. Irónicamente la expulsaron del concurso en la primera gala...¬¬


¿Qué espero de él? Buenos shows, variación en la música (no creo que canten la misma pieza siempre), e incluso más variado en el vestuario: atractivo visualmente en cuanto al arreglo de todos, digo, puede verse bien alguien con un atuendo minimalista, si quieren todos del mismo color, pero no todos de chile, dulce y manteca como en la última gala. También espero información interesante y bien manejada sobre el mundo de la ópera, respeto a los concursantes y sobre todo, respeto a la inteligencia del público.


En fin, que el programa es entretenido, desata polémica, lo cual es la sal y la pimienta de todo concurso de realidad virtual, y por lo menos es lo mejorcito que hay a esa hora el domingo por televisión abierta. Ustedes, ¿qué opinan? Coméntenme!!


NOTA: Mi agradecimiento a Javier Ghiaurov por la oportunidad del debate