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martes, 28 de julio de 2009

La censura en los medios visuales.

Recuerdo cómo en los viejos tiempos aún podíamos ver sobre los hombros de Jacobo Zabludovsky esos hilos de titiritero que determinaban sus acciones y palabras en el noticiero de la noche. Cómo en Siempre en Domingo el persignado de Raúl Velasco hacía y deshacía estrellas a conveniencia de los intereses del imperio PRI-Televisa, cómo Chespirito confundía el humorismo blanco con la estupidez, y cómo Chabelo nos vendía la ilusión de tener juguetes caros a los niños con Reyes Magos pobres. Eran los pilares de la televisión en México, y su legado aún hoy día nos sigue influyendo.

Estoy hablando de un pasado para el cual las nuevas generaciones no encontrarían explicación. Se censuraba todo: no podía haber besos reales en las telenovelas, era tan falso todo, que esa teatralidad le daba cierto encanto a algunas de las mejores producciones de la época. Hoy no sólo vemos lenguas sino hasta nalgas. Gina Montes salía con un cuerpo de vedette setentera, de muslos gruesos y leotardo completo. No podía enseñarse el ombligo, ya que era considerado una zona demasiado erótica que sólo se enseñaba en los cabarets donde iban los caballeros. Hoy todo el mundo enseña el ombligo, desde Niurka que sólo se tapa pubis y pezones, hasta las más inocentes colegialas de los programas para niños.


En Brazil surgió el fenómeno de Xuxa, que era una sexy rubia que conducía programas infantiles, y se hacía rodear de lindas lolitas en short o minifalda. ¡Claro! el programa era todo un éxito, porque el asunto se volvió comercial no sólo para los pequeños y sus madres, que los acompañan a todas partes, sino también para los padres, que tenían entretenimiento visual mientras los más chicos de la casa bailaban y cantaban.


En México surgió entonces una copia barata del programa de Xuxa, se hacía llamar TeVeO y de ahí surgieron ideas para poner a una mujer joven en minifalda a cantarles a los niños, así que entrada la década de los noventas, Tatiana tuvo un éxito arrasador. Después vinieron otros intentos como los de Luz Elena González, y más recientemente la ex integrante de Jeans, Patricia Sirvent. Todo se ha desviado hacia lo visual.


Hoy tenemos un gobierno distinto, nos vendieron otra ilusión: la del cambio, la de la verdadera democracia, algo en lo que todavía estamos muy verdes pero queremos creer. Supuestamente con el ascenso de Emilio Azcárraga Jean a la presidencia de Televisa, un joven empresario con ideas frescas y mente más abierta, un verdadero cambio en las producciones era una posibilidad. Antes ya se había gestado una fuerte competencia para la televisora con la creación de TVAzteca, por mis rumbos, en el Ajusco, pero todo siguió siendo puro atole con el dedo.


Me da tristeza recordar la censura en los medios visuales como algo que en su momento dio muchos dolores de cabeza a mucha gente, sobre todo a los intelectuales o gente visionaria que se daba cuenta perfectamente del engaño y la sumisión en la que nos tenían los medios, pero que también dejó a mucha gente sin trabajo por no querer obedecer a los intereses de los poderosos, o bien por cometer inocentes errores como el famoso "Bomberito Juárez" del Loco Valdés, chistorete por el cual lo vetaron durante un tiempo, al meterse con un "Héroe de la Patria", y no con cualquiera, sino con el "Benemérito de las Américas".


Y he de reconocer que mi propio misticismo se hizo a base no sólo de ir al catecismo durante seis años y rezar todas las noches, sino también saludando a la bandera y sintiendo el patriotismo correr por mi sangre al ver las películas de Miguel Hidalgo con su estandarte de la Guadalupana.


Hoy todo está desmitificado. Nada es sagrado y por un lado está bien. Pero, ¿a dónde nos ha llevado quitar la censura a los medios visuales, y en general a todos los medios de comunicación? Cuando el PRI dejó de estar en el poder ya todo se podía, el primer presidente del PAN fue el personaje político más caricaturizado, parodiado y burlado de todos los tiempos desde épocas de Don Porfirio Díaz, y eso dio la pauta para que todos los medios se descosieran hablando mal de medio mundo.


Paty Chapoy creó en 1996 el programa Ventaneando, mismo que autodenominó "de crítica televisiva", y que en un principio fue novedoso porque hacía evidentes muchos errores que cometen las producciones, y alguno que otro resbalón moral o escandaloso de los famosos... pero aquello desató reacciones muy pronto, al grado de que la titular del programa fue demandada en varias ocasiones, pero gracias al rating que ha tenido Ventaneando desde sus inicios hasta la fecha, hoy por hoy la conductora se ha hecho intocable, una nube de poder e impunidad la rodea, y cuentan las malas lenguas que en la televisora del Ajusco tiene un piso completo para ella y su equipo, que son los que manejan a su antojo las notas del espectáculo que se dan en los canales de TV Azteca.


Paty Chapoy es la nueva constructora y destructora de estrellas. Lo que en su tiempo hizo Raúl Velasco, elevando a categoría de ídolos a quienes él quería, y destrozando a quienes le caían mal, es lo que ahora hace esta señora voluntariosa y desagradable, cuyo mal ejemplo ha sido seguido por muchas personas, y cuyo modelo ha sido imitado en muchos programas, tanto así, que se ha perdido la línea entre lo artístico y lo personal, no se sabe qué es arte ya. Un artista es sinónimo de un naco guapo y con dinero, y la cosa no es así.


No conformes con esto, en 2002 importamos un formato que llegó para quedarse: el Reality Show. Y entramos a ese mundillo por la puerta de enfrente: con Big Brother, un fenómeno que atrapó tanto a científicos sociales como a morbosos y pervertidos. Descubrimos que teníamos tanta hambre de realidad, habiendo sido sometidos a décadas de engaños, que nuestros ojos devoraban las imágenes que eran tan reales que mordían. La televisión por cable tuvo el "privilegio" de transmitir desnudos, sexo explícito, palabras altisonantes que aunque en tele abierta se cubrían aún con el famoso beep, eran tan obvias que hasta el niño más inocente sabía lo que se ocultaba detrás de tan molesto ruido.


Aparentemente hubo más apertura hacia las minorías. La paulatina desaparición de la censura hizo que muchas personas aprovecharan la ocasión para hacer programas inteligentes, serios, y para defender causas nobles como la equidad de género o combatir otras como la discriminación hacia los indígenas y homosexuales, pero como siempre, aunque se habla casi sin tapujos de muchas cuestiones, se privilegia la mofa absurda ante la verdadera crítica.


Y por si fuera poco, la proliferación de la Red de Redes por todo el mundo, sigue vendiendo tanto sexo y violencia, que las generaciones más jóvenes han nacido en medio de este caos visual. Les damos la bienvenida con nota roja, con video juegos de guerra y sangre, con titulares diarios de gente sin ropa o sin tripas, con programas de televisión en donde gente bonita físicamente hace porquerías intelectuales o espirituales, y debemos enseñarles a nuestros hijos la diferencia entre lo que se ve llamativo y lo que en verdad vale la pena.


Nunca pensé decir que extraño la censura, pero creo que va siendo tiempo de cuidar, así como el alimento, qué es lo que nos metemos por los ojos, como lo hacemos con lo que nos metemos por la boca.



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