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lunes, 3 de noviembre de 2008

Paradojas de la vida: Ceguera, mi punto de vista


El miércoles pasado asistí al cine a ver el más reciente filme de Fernando Meirelles, la adaptación cinematográfica del libro que inspira el subtítulo de este blog: Ensayo sobre la Ceguera, de José Saramago.

En Ceguera pude apreciar en imágenes visuales lo que fueran imágenes mentales hace aproximadamente cinco años cuando leí la novela. Recordé episodios que había guardado en la memoria remota, y reviví la emoción que sentí al pasar cada página, pero no había tenido un tiempo y un espacio para sentarme a escribir sobre la dura temática que aborda el escritor, y la excelente dirección que hizo el cineasta.

Lo sorprendente fue que al tercer día que pasé por el cine, la película ya no estaba en cartelera. De momento me sorprendió porque duró muy poco tiempo, tal vez una sola semana, pero después entendí que a la gente no le gusta pagar un boleto para reflejarse, asquearse y horrorizarse de sí misma. El caso es que quien tuviera en sus manos la adaptación fílmica del libro, no tenía una tarea muy fácil.

Para empezar, se dice que Saramago no tenía intenciones de ceder los derechos debido precisamente a la degradación que del ser humano se relata en sus líneas, esta debía ser una película muy cruda y desesperante que no sería aceptada fácilmente, como ciertamente ocurrió en Cannes, donde las críticas no fueron buenas para Ceguera; aunque finalmente mi admirado portugués aceptó que se adaptara la novela, condicionando que la ciudad no fuera reconocible y que se usara un perro grande para interpretar el personaje de El Perro de las Lágrimas (por mucho, mi personaje favorito).

Así, Meirelles escogió un reparto internacional con el fin de representar un microcosmos de la sociedad mundial, ya que incluyó caucásicos, negros, latinos y orientales. Yo no lo había entendido así cuando vi la película, de hecho no me había imaginado al primer ciego como un oriental, ni rubia a la mujer del médico, pero entré en la convención propuesta y terminó conmoviéndome lo mismo.

Por respeto a quien no haya leído el libro no contaré aquí la trama, para dar oportunidad de que se acerquen a la literatura de este señor que, aunque algunos rehuyan por decir que se ha puesto de moda, la verdad es que vale la pena leerse por muchas razones presentes en varios de sus libros, y mismas que ya descubrirán cuando lo lean. Sin embargo no puedo poner el tema en la mesa sin hablar sobre lo que me provocó sacarme unos nachos gratis en el cupón del cine, y no poder comerlos por mucho que me engolosinan: el desarrollo de la película no me dio la oportunidad. ¿Quién va a tener ganas de comer y atascarse con el extraqueso mientras ves mierda, sangre y mugre tan palpable que parece salpicarte desde la pantalla? No contesten... sé de gente que tiene el estómago de acero, pero ese no es mi caso.

Ignoro los criterios de los críticos de Cannes para destrozar la película, pero no deben estar lejos de los criterios que tuvo el auditorio para hacerla desaparecer de cartelera en tan poco tiempo. A la gente no le gusta verse en el espejo, a menos que este sea como el del cuento de Blancanieves, y sólo refleje lo que cada quien quiera mirar. Todos ciegos, dependiendo unos de otros, revolcándose en su propia inmundicia, abusando del de al lado, ignorando que finalmente somos iguales en algo: en nuestra irrenunciable condición humana. No obstante siempre hay alguien que lo ve todo, y a través de sus ojos observamos lo que otros ni siquiera dan cuenta. Hay quien se siente con cierto poder, pero decide no ejercerlo en contra de nadie para no traicionarse a sí mismo, aun cuando se vea orillado a sacar uñas y dientes ante la inminente injusticia.

El libro de Saramago me deslumbró, no encuentro una palabra más adecuada, era imposible no fabricarse imágenes mientras lo leía, y dada mi pasión por el cine, también pensaba en cómo sería una película basada en él, por lo que el sólo imaginar la blancura que se recreó en pantalla, me lastimaba.

No podía ser de otra manera, me parece: fueron peores los horrores que imaginé en la lectura, aunque eso sí, sin ese antecedente, la película puede ser espantosa y excesiva, pero sigue valiendo la pena. Véala usted.