Mostrando entradas con la etiqueta Homofobia. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Homofobia. Mostrar todas las entradas

domingo, 21 de marzo de 2010

Matrimonio y adopción gay: mi punto de vista

Comprender la homosexualidad en mi adolescencia significó para mí el aprendizaje más importante que había tenido hasta entonces. Uno no sabe, con quince años de edad, formada bajo una cálida educación católica, encerrada en un mundo rosa y con nulas referencias sobre la diversidad sexual; que para crecer hay que desaprender cosas.

Todavía no estudiaba las estructuras piagetianas y por eso fue muy duro enterarme poco a poco de que mi mejor amigo no tenía una enfermedad mental, y que dos personas del mismo sexo pueden amarse desde el corazón y no sólo por la piel.

Entrar a hacer teatro independiente me ayudó más en mi formación para la vida, que para estar arriba de las tablas mismas. Mi mente se abrió dolorosamente, y a partir de entonces no volvió a ser la misma. Recuerdo ir a ver repetidas veces las funciones de "Un día nublado en la casa del sol" de Antonio Algara, protagonizada por Marco Vinicio Estrello y Luis Ibar, como un intento de forzar a mi mente a que se acostumbrara a ver cosas que nunca antes le fueron dichas.

Pero, ¿por qué inicio diciendo cómo fue la apertura de mis esquemas mentales hacia otras formas de vivir la vida, ante otras formas de amor, ante otras formas de sexo? Porque sólo así puedo prepararme para abordar el tema, rodeado por esta polémica que ha desatado en una sociedad que se jacta de ser abierta y de estar en camino al desarrollo para entrar de lleno en la competencia mundial. Permítame que me ría.

Nuestro país no está acostumbrado aún a ciertas cosas, la mayoría de la gente sigue siendo -a conveniencia, pero fiel- católica, apostólica y romana. Tradicionalista, temerosa del cambio. Porque a la sociedad la tienen azorrillada, porque por un lado nos dicen que hay libertad de expresión, y por otro lado, se actúa con cerrazón y se aplica la moralina ante asuntos tan trascendentes como este y ante otros menores. Porque según esto, los capitalinos somos los más "civilizados", somos más "gente de mundo", estamos más curtidos por vivir en un caótico sitio, en una de las ciudades más complejas de todo el globo... pero no. Lo peor es que desde la capital del país es desde donde se toman las decisiones que luego afectan al país entero. Somos en muchas formas, modelo a seguir para mucha gente del interior que nos sigue viendo de esa manera.

Y no es porque lo digan Paquita la del Barrio o los políticos del PAN. La causa del matrimonio gay es algo que al parecer no debería someterse a tanta discusión: o va o no va....por fortuna no es así: en México se está haciendo historia. La lucha por los derechos de las minorías va dando pasos muy lentos, y el sólo hecho de que por fin se corte una rosa del jardín de las leyes, es motivo suficiente para iniciar el festejo...

Ahora bien: el matrimonio es una institución caduca. Está comprobado que firmar un papel no compromete a nadie en cuestiones de cariño. Un acta de matrimonio es una firma de negocios, punto, en cualquier momento puede uno anular el contrato y listo. No es un lazo entre dos personas que sea indisoluto.

Pero bueno, hay a quien le funciona, hay quien dice que es la constancia oficial para legitimar su relación ante la sociedad, y por mantenerla sólida y segura va a trabajar todos los días de su vida. Me parece perfecto.

Ojalá los homosexuales que han decidido dar el paso reivindiquen la figura del matrimonio civil como un pacto de amor verdadero, y no nada más sonrían para la foto como niños con juguete nuevo para después divorciarse a la primera de cambios. Si así sucediera, hasta la Iglesia Católica se iría de espaldas, de por sí no tiene cómo comprobar que el matrimonio "bendecido por Dios" es el mero mero bueno e infalible. Imagínense, queridos lectores, si en unos diez años no hay un solo divorcio gay, ¡ese sí sería el triunfo de quienes tanto han luchado por ser respetados socialmente! Se hablaría de que los gays sí saben amar, nos darían una gran lección a la población buga, y habría una revolución de pensamiento para quienes ya se empezarían a plantear seriamente que la homosexualidad no sólo es posible, sino buena. Así, con ese juicio de valor.

Pero como sabemos que no va a suceder, que tanto en los hetero, como en los homo, como en los bi, hay problemas de pareja, hay desencuentros, complicaciones para entenderse que pocas veces se está dispuesto a soportar, los que se oponen a esta nueva ley que permite el matrimonio gay tienen mucho qué decir al respecto. Lo malo es que siguen usando los mismos discursos de siempre: que si la familia es la célula de la sociedad, que si es antinatural desde el punto de vista biológico, que si es una perversión psicológica, que...

Esto nos lleva directamente a hablar del tema de la adopción.

¿Ah, verdad? Ese es un verdadero reto para una sociedad que dice estar creciendo y avanzando hacia un pensamiento más cosmopolita, actual, abierto y respetuoso del otro. ¡No es cierto! ¡Es una falacia decir que somos una sociedad moderna! O a ver, ¿cuántas veces no hemos escuchado esa típica frase de "Yo respeto a los homosexuales, que hagan de su vida lo que quieran, pero que no se la arruinen a un niño desde pequeño, ellos no tienen la culpa..."?

Palabras más, palabras menos, la gran mayoría de la población está de acuerdo con eso. Es más, si ahorita mismo se hiciera una encuesta en todo el país, así como el censo, segura estoy de que la mayoría de los mexicanos reprobaría la adopción gay, o al menos se abstendría de opinar al respecto. Y no tenemos que ir tan lejos, tan sólo aquí en la ciudad, de todas las clases sociales... o bueno, hágale usted la pregunta a sus familiares y conocidos: de diez personas, le garantizo que al menos una, dice que no está de acuerdo. (Claro que depende con quién se junte usted y cómo es su familia, pero haga la prueba y me cuenta)

Así como están las cosas, yo no los juzgo. Creo que así como me pasó a mí cuando tenía quince años y tuve que forzar a mi cabecita para que se adaptara al mundo de afuera de mi casa, ese en donde ya no había sólo un Diosito que todo lo cuida, sino peligros en la calle...así como tuve que abrir los ojos hacia la aceptación de otros modos de vida distintos al mío; así la sociedad actual se tiene que ir acostumbrando a fuerza de empeño y ganas de querer entender las cosas. No es tarea fácil.

¿Sabe a cuántas personas les interesa instruirse, leer, conocer para adoptar una postura? ¡A casi nadie! Bueno, dejémoslo claro, no es que no les interese, es que NO tienen tiempo.

La dinámica de un mundo competitivo nos exige ir contra reloj todo el día, las lógicas del mercado no son las mismas que tiene la psique, y eso hay que recalcarlo siempre, para que no caigamos en querer obligar a nuestro pobre cerebro a que asimile en friega lo que está pasando alrededor... sin embargo hay que hacer el intento.

Que una pareja gay adopte un niño tiene tanto de malo como que una pareja heterosexual se case y tenga hijos de manera natural. ¿Qué fue? Bueno, pues todo depende de la pareja, ¿no cree usted? Si el matrimonio bendecido por Dios se deteriora antes o después de tener a los hijos, el futuro de esos pobres niños será infernal, serán discriminados por alguna otra causa, o tendrán la autoestima tan vapuleada, que les será difícil salir adelante por crecer en una familia de papá y mamá, pero con los roles enfermamente establecidos: "padre fuerte/madre débil" o viceversa. El rollo de la equidad sigue por eso, estancado, no hay manera.

Se habrán criado en un ambiente hostil lidereado por dos personas que se mantienen juntas sólo por compromiso social y no por un deseo verdadero de crecer juntos. Y fíjese que aún así, nada es determinante para que el niño o niña no sobreviva. Siempre se puede ser un adulto exitoso a pesar de las adversidades.

Los niños que sean adoptados por parejas gay deberán ser dados en adopción bajo los mismos estrictos criterios que se manejan para las otras parejas: una estabilidad emocional y económica aceptable. Y eso ya es de entrada muy difícil de establecer.

Lo verdaderamente agresivo para el menor, no será la educación que reciba de sus dos mamás o sus dos papás, sino el contraste, -¡qué digo el contraste!- el verdadero choque de narices contra la postura que el medio conservador e hipócrita que los rodea asume de antemano ante las preferencias sexuales... porque todo lo relacionan con el sexo.

...y...es normal, es normal. Cuando uno habla de homosexualidad ya está implícita la idea de la cama, la idea de algo prohibido, gozoso o tormentoso, pero a fin de cuentas, prohibido. Cuando uno sabe que dos mujeres o dos hombres son pareja, es raro no pensar en las muestras de cariño que traspasan la barrera convencional de lo físico para darse en una entrega total. YO lo pienso todavía. Y eso que desde hace muchos años veo la homosexualidad como algo cotidiano y normal, aún asumiéndome heterosexual sin culpa alguna, ahora nada más imagínense para quienes todavía no acaban de asimilarlo. No es condenable que uno vea con esos ojos a las parejas del mismo sexo... lo que sí, es la idea de que SÓLO es eso. Hay que irlo cambiando.

La culpa la tienen los estereotipos: se habla de chistes, de modas, de actitudes que recargan la balanza del lado de la promiscuidad y el libertinaje, cuando a eso han sido orillados los homosexuales por la misma represión que los circunda, pero no es así siempre y para todas las personas. Hay quienes viven una relación tranquila, no se maquillan en exceso, no se disfrazan de vaqueros, ¡no les gusta Lady Gaga! Pero bueno, uno relaciona al mundo gay con lo apasionante de vivir la vida loca y romper esquemas, aunque...¿quién nos dijo que todo era así de atractivo?

Si bien es cierto que la bandera arcoiris sin normas que romper deja de ser divertida, que presumirse libre en un mundo de gays de closet y personas mal cogidas -tal cual-, representa para quien ostenta el orgullo, una marcada diferencia y hasta cierto estatus; también será un reto para la Comunidad el ver hasta dónde están dispuestos a soltarse de ese sitio, hasta dónde el ser considerado "normal" en una sociedad más amplia deja de ser una alternativa novedosa y rica, para convertirse en algo igual de aburrido que decidir entre estudiar medicina o derecho.

Total... queda mucho que pensar, decir y hacer al respecto, y puede que no alcance a ver un mundo en el que todo esto haya cambiado, aunque sorpresas nos da la vida, a ver qué es lo que sucede.



*







jueves, 7 de enero de 2010

Calderón, Arce y otras bellezas

Últimamente me la he pasado haciendo trabajo de escritorio en casa, mismo que me permite estar al tanto de la red y de las cosas que empiezan a tener eco en las redes sociales, y como desde hace tiempo he estado queriendo hablar de ello, creo que ha llegado el momento.

El día de ayer nuestro presidente envió un mensaje a la nación con motivo del año nuevo, y claro, como era de esperarse, el mismo debería estar cargado de esperanza y optimismo para que la gente que le cree todo a la tele, y que lamentablemente es una buena parte de la población, se estuviera tranquila y siguiera pensando que si el efe lo dice, por algo habrá de ser.


Escuchar a Felipe Calderón con su acento mezcla de político tradicional y sacerdote de pueblo, no sólo fue un insulto para mis oídos, sino que un descarado escupitajo en el rostro: me remonté a la primaria, con los ojos bien blanquitos y el alma buena, pequeñita, con mochila en la espalda y vestida de blanco el lunes para la ceremonia, escuchando a la nefasta de mi directora hablando hipócritamente de los héroes que nos dieron patria, creyéndomela todita y soñando con algún día alcanzar la altura moral de alguno de ellos.

Sin embargo ya no soy esa niña: tengo los ojos amarillentos por la sobreexposición al estudio y al sufrimiento, el alma buena desgarrada y en reconstrucción permanente, mujer adulta, con mi propia historia en la espalda y vestida de negro porque así me gusta. Ahora escucho hablar del hiper-mentado Bicentenario, esa celebración contra la cual tengo una afrenta personal, esa celebración que le roba tiempo y recursos a lo verdaderamente importante, esa celebración de la cual no quiero formar parte y de la cual no me puedo salvar del todo.


Sé que me he propuesto este año nuevo defender lo que quiero hacer de mi vida contra viento y marea, y que si el año pasado parecía quijotesco tener pensamientos positivos ante tanta adversidad, en este año la aventura es poco más que kamikaze, pues la situación del país está en pleno retroceso, el futuro se vislumbra en medio de paraísos fiscales y de especulación de la bolsa, más pobreza, más violencia, más planes sin escrúpulos para cuidar que la riqueza siga quedando en manos de los mismos de siempre, mientras que el resto somos meros espectadores de un montaje macabro.


¿De algo habrá servido el "Maratón Guadalupe Reyes"? Si usted lo acostumbra y se avienta la borrachera y el despilfarro desde el 12 de Diciembre hasta el 6 de enero, ¿ya está listo para enfrentar una cruda...? ¿Una muy cruda, crudísima realidad? Puede que no, por eso hay que irse de mezclilla al trabajo todos los viernes, y no dejar la sanísima costumbre del "viernes social" con los amigos de parranda, la chela del fin de semana o el pisto del mediodía, ¿o no?


El Zeitgeist* de nuestro tiempo está repleto de frivolidad, acelere y evasión. Cuenta de ello la dan los dos ritmos de moda entre las clases sociales más populares: el reggaetón y el duranguense: si todo ritmo de baile tiene que ver con las pulsiones del cuerpo, y concretamente con la pulsión sexual, este par resume la furia y la prisa con que los individuos quieren acercarse sexualmente entre ellos: ¡tacatatán!, movimiento frenético, sudor, exhibicionismo, ausencia de vínculo emocional, hedonismo puro. Y si entramos al detalle de las letras, habría motivo de discusión de otro post completo, el cual de antemano prometo.


Tampoco quiero decir que los tiempos del danzón eran mejores, pues la insatisfacción sexual de los individuos no tiene que ver con qué tan recatados y prudentes o aventados y locos sean los bailes de la época, sino con esa ausencia de vínculo afectivo que cada vez existe menos entre la gente no sólo para irse a la cama, sino para todo tipo de relación humana: de amistad, de trabajo, incluso de sangre.


El caso es que estamos culturalmente enfermos, contaminados, nos ha atacado un extraño virus más difícil de estudiar que el mismísimo AH1N1 que tanto dio de qué hablar en tiempos recientes. Son unos pocos los que valoran más el dinero que la vida, por eso es que los secuestros en todas sus modalidades son el negocio de moda. Nuestras calles ya claman por ver sangre en la portada de un periódico y tetas en la foto de al lado.


¿Quién nos llevó a agotar como chacales los diarios de nota roja y las revistas pornográficas de la más baja calidad? ¿Es que el pueblo pidió todo esto siempre y generosamente nos fue otorgado, o es que en realidad fue estratégicamente creada esa necesidad de sangre y semen mezclados en un mismo coctel? Somos todo lo que vemos, lo que oímos, lo que decimos y lo que creemos, somos lo que consumimos y lo que nos acostumbramos a demandar así no sepamos qué consecuencias trae eso. De ahí que el caso Esteban Arce sea un ejemplo importante en estos momentos:


El tipo en cuestión es un señor de esos que se quieren sentir jóvenes buena onda toda su vida, pero que en el fondo están más frustrados y amargados que nada. Yo lo escuchaba en mi época de secundaria en WFM, cuando junto a Jorge, El Burro Van Rankin conducía un irreverente programa. Después saltaron a Tele Hit con su programa El Calabozo, que era divertido por lo novedosa que de alguna forma resultaba su irreverencia... bueno, yo tenía poca edad y menos actitud crítica entonces, por eso me divertía. Ahora es titular de un programa que es mezcla de noticiario y revista, El Matutino Express, en donde poco a poco ha ido cobrando una fuerza de audiencia impresionante.


El asunto es que recientemente se habla de un programa que salió en diciembre del año pasado, en donde se la pasó cuestionando si la homosexualidad era "normal", súper metido en la necia de que no lo era, de que es una perversión, así, igual de cerrado que Serrano Limón en sus mejores tiempos. Por supuesto que entre la comunidad LGBT tuvo un impacto tremendo, y también entre aquellos que no pertenecemos a ella, pero que igual defendemos el derecho a tener la preferencia sexual que a uno le plazca.


Luego, por si fuera poco, en otra emisión se atrevió a hablar mal de José Saramago -por mucho, uno de mis escritores favoritos, con una visión y un talento que ya quisieran tener muchos-. El tal Esteban no lo bajó de "comunista recalcitrante", demeritando su obra y los premios recibidos como si él tuviera toda la verdad en la boca, y atacando desde su tribuna a "la izquierda de todo el mundo" como lo peor que le pudo pasar a la humanidad, diciéndonos hasta "lo que hay que leer"...


¡¡¡Bueno, pero es que entre éste y Calderón nos quieren ver como una bola de niños vestidos de blanco en ceremonia de lunes!!! ¡¡¡Gargantúa y Pantagruel, para todos ustedes!!!


Luego, en una crítica un tanto...mmm...apasionada a mi parecer, el estudioso de la televisión Álvaro Cueva, "defiende a Esteban Arce por ser homofóbico", diciendo que es un escándalo planeado, que todos nosotros somos unos exagerados por criticarlo a él y no al Cardenal Norberto, quien desde su posición política-religiosa, ha atacado sin miramientos la nueva ley que permite el matrimonio gay en México. Cueva dice que no hay que ser, que Arce es "es una criatura vulnerable con otro tipo de antecedentes, es alguien ideal para esta clase de escándalos". Puede ser, yo respeto la opinión del señor Álvaro, pero si es muy difícil tirarles a las escopetas, lo es mucho más tirarle a un tanque de guerra.


Empezar a denunciar por medio de la red, que empieza a ser el único recurso en el que se puede ser crítico y libre en muchos aspectos, es una oportunidad que debemos aprovechar para que cualquiera que piense que puede insultar a quien se le dé la gana sólo porque tiene el poder de un medio masivo, se lo piense dos veces, así que si esta vez le tocó a Esteban Arce, pues que asuma las consecuencias de no cuidar su grandísima bocota, y cual Reina de Corazones de Carroll, ¡que le corten la cabeza!... al menos del programa.

-¡¡Qué hermoso país seríamos si cada quien se hiciera responsable de lo que dice y de lo que puede provocar en los otros!! Habría muchos menos corazones rotos, me queda claro...o al menos sanaríamos mucho más pronto...-

Y bueno, que no se trata de darle fama al baboso este, ni de un escandalito de esos que se olvidan con el tiempo, no. En la televisión están sucediendo cosas muy graves, y si nadie abre los ojos y dice: "aquí ya se pasaron de la raya", vamos a seguir teniendo la basura de programas que vemos todos los días.


Y perdóneme, señor Cueva, pero en su programa del 28 de noviembre usted mismo denunció a los programas que hacen burla de las minorías, yo le aplaudí su valor y en unos minutos supe que había sido víctima de la delincuencia. Esa cadena de sucesos me aterró de entrada, soñé feo, ya para qué le cuento... pero me hizo pensar mucho en qué tan valientes debemos ser, qué tan unidos debemos estar tanto "los más respetados comunicadores de nuestra nación", como los que nada más tenemos un bloguito ahí...


Hay que decir las cosas, ya sea que quienes opinamos diferente a la mayoría tengamos un "tercer ojo" o no, que quienes estemos a favor de la libertad de expresión siempre y cuando se haga con argumentos inteligentes, seamos amargados o no: hay que decirlo.


El supuesto humor que se maneja en este programa y en tantos otros de las dos grandes televisoras del país, es el que nos pone una verdadera cortina de humo para que sigamos riéndonos de nuestros propios problemas, de nuestras propias carencias, pensando que todo está bien como está, que lo que está mal no está en nuestras manos, y que la risa es la única forma de sobrevivir ante el holocausto al que nos están orillando nuestros gobernantes.

Yo no digo que haya que perder el sentido del humor, pero insisto una vez más: ¿dónde vemos eso que nos hace reír? ¿de dónde viene eso que se ve tan bonito? ¿qué pretención hay detrás de tanto trabajo y gasto de producción?

Entre programas como El Matutino Express, TV de Noche y otros tantos, aunados a la magna celebración del dichoso Bicentenario, estamos hasta el fondo del hoyo, pero no conformes, aún le escarbamos más.




*Clima intelectual y cultural de una era