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miércoles, 6 de octubre de 2010
No oigo, no oigo, soy de palo (toro brindado a Brozo, ¡Óraleee!)
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viernes, 7 de mayo de 2010
¿Llorar más, reír menos?

miércoles, 25 de noviembre de 2009
Algo sobre la Violencia de Género

martes, 24 de noviembre de 2009
Entre intelectuales te veas

lunes, 14 de septiembre de 2009
"Entrevistando a alguien que intenta escribir"

"Hortensia Martínez no se autodefine como bloggera, pues a pesar de que tiene un par de blogs, y es precisamente en este medio en donde más practica el pasatiempo de la escritura, ha hecho guiones de cine, televisión y teatro, así como uno que otro cuento e intentos de poesía cuando era una adolescente. En el fondo sigue siendo una púber atrapada en el cuerpo de una dama, por lo que fue interesante conocer más a fondo los motivos que la llevan a compartirnos pedazos de su realidad y su imaginación a través de sus espacios cibernéticos.
Acomodados en una pequeña cafetería por el rumbo del Ajusco (sus territorios, como ella le llama), conversamos con esta peculiar mujer tímida en un principio, pero resuelta y apasionada cuando tocamos un tema que conoce peligrosamente bien: ella misma.
¿Qué te hace escribir?
Un impulso, siempre un impulso
¿Escribes a menudo?
Sí... (Se interrumpe) jejeje… se me ocurrió una babosada ahora que preguntaste eso. “No, no les escribo. Dejaron de gustarme cuando tenía siete años”, pero bueno, olvidémoslo y hablemos en serio. (Risas)
¿Por qué escribes?
Porque es la manera más amable de darme a entender, que mi interlocutor no me interrumpa y me escuche con atención, y si se distrae, que yo no me dé cuenta, y si bosteza, que yo no me ponga nerviosa pensando que le aburren mis palabras, y si quiere dejarme con la palabra en la boca, puede hacerlo sin temor a verse grosero o grosera conmigo. La lectura de mis ideas erradica el sentimiento de culpa en aquellos que se atreven a leerme y se fastidian antes de los cinco minutos. Por eso escribo, para sentirme escuchada, aceptada, y en caso de ser rechazada, no darme cuenta de ello.
¿Qué escribes?
Lo que siento, lo que pienso y lo que hago. En ese orden.
¿Cuando escribes, en qué estado de ánimo te encuentras?
Antes pensaba que sólo estando triste podía escribir cosas lindas, que la felicidad me daba güeva y que estando instalada en una personalidad que cualquiera calificaría de emo en estos tiempos, escribir era una salida igual de fácil, pero más inteligente que el suicidio. Ahora escribo siempre, cuando estoy contenta, cuando estoy furiosa, si me ataca el nerviosismo, si estoy excitada, si estoy deprimida... Siempre, siempre escribo.
¿Al redactar, empiezas enseguida o lo planeas?
No lo planeo, empiezo enseguida. A veces la idea se gesta en mi cabeza con varios días de antelación, y así puede andarme rondando por algún tiempo, pero no llego a escribirlo sólo hasta que esta simple idea se convierte en un sentir extremo, en una necesidad urgente de expresión, entonces me trueno los dedos y afino el teclado. Otras veces la idea, el sentir y la necesidad surgen de inmediato, vienen en el mismo frasco, y entonces al destaparlo, el temblor de los dedos por escribir es algo casi fisiológico, es una sensación parecida al hambre, la sed o el amor: es urgente saciarla antes de que te haga enfermar.
¿Qué equipo utilizas?
Una libreta y una pluma son suficientes, aunque he perdido un poco la costumbre de escribir mientras viajo, por ejemplo. Desde hace ya algunos años, el teclado de la compu y el procesador de textos se han vuelto mis más nobles herramientas.
¿Consultas diccionarios, repasas textos?
Casi no. Cuando quiero pulirme en algo, tal vez, pero prefiero ser yo misma cuando escribo, no tomar prestados estilos ni palabras que no están en mi vocabulario habitual. Lo que escribo debe reflejar lo que soy, si no, no vale.
¿Te sientes satisfecha con lo que escribes?
Absolutamente. Debido a que sigo la fórmula anterior: ser yo, lo que escribo va dejando un testimonio de lo que soy en cada momento, cómo me siento, cómo evoluciono o involuciono en cada caso. Si me comparo con gente que escribe de oficio y que conoce varios secretos que yo no, entonces sí estoy perdida. Prefiero no hacerlo, prefiero autocomplacerme, eso me funciona porque es la única forma que tengo de apapacharme y aceptarme como soy. ¡Dios sabe que no me cuesta mucho trabajo ser exageradamente exigente conmigo y mis cosas! Por ello la escritura me relaja, porque no me exijo ser algo que no soy, ahí simplemente… ¡soy!
¿De qué manera crees que podrías mejorar tus escritos?
Bueno, si con “mejorar” hablamos de estilo, vocabulario y esas cosas, pues no hay otra manera más que leyendo. Leer a otros autores te abre un abanico de posibilidades. Te hace enamorarte del manejo de las situaciones, de las diferentes formas que tiene cada quien de tejer un ensayo, un cuento, un poema, una obra de teatro, y eso te ayuda a aprehenderlo, a hacerlo tuyo y guardarlo en el inconsciente para después sacarlo cuando sea útil o necesario. Leyendo, no hay más.
¿Cuáles son tus puntos fuertes y tus puntos débiles?
Mi punto fuerte es ser yo cuando escribo: con la honestidad llevo ganada más de la mitad del terreno. Mi punto débil es mostrarme de más, perfectible como soy, débil y vulnerable no pocas veces, pero en general creo que me defiendo.
¿De qué manera crees que podrás mejorar tus textos?
¿De nuevo esa pregunta? (Sonríe entre apenada y divertida) Bueno, tal vez arriesgándome a ser otras que no soy en la vida real, pero que soy en la fantasía. Ya lo he hecho cuando escribo teatro, por ejemplo, pero tal vez practicarlo más en la narrativa, en mis escritajos cotidianos. Llevar eso que llaman otredad más seguido a mis escritos podría ser también interesante.
¿Cómo te gustaría escribir?
De una forma en que todos me entendieran. Es fácil que empaticen contigo si escribes cosas sentimentales, pero no que te entiendan realmente. Eso es lo difícil.
¿Qué dicen los lectores de lo que escribes?
Pues no sé, me lee muy poca gente, y la verdad no sabría decir si son lectores o no. Tal vez no lo son porque me dicen que escribo “padrísimo”, o bien porque son mis amigos y me echan porras aunque sean buenos lectores. Cuando un lector empedernido que no sea mi amigo me lea, veré qué me dice. Si es un bibliófago de esos que sólo repiten lo que ven en los escritores fregones, lo mandaré directito a la mierda aunque de dientes para afuera le agradezca su opinión, pero si es lector sincero y me critica algún punto que cause confusión o me ayude con ideas para hacer mi escritura más bella, lo recibiré de mil amores y le ofreceré un café.
¿Qué importancia tiene la corrección gramática del texto?
Mucha. No puedo negar que a pesar de que escribo de corrido en una primera instancia, siempre hago correcciones después a diestra y siniestra. Un escritillo por muy pequeño que sea, debe tener coherencia, cadencia, congruencia y ¿por qué no?, también cierta belleza. Debe gustarme a mí para poder publicarlo, debo quitarle una que otra cacofonía, palabras repetidas, ideas que al pensarlas no me parecen estorbosas, pero que al leerlas escritas por mí pueden parecerme incluso estúpidas. Corregir la gramática para que el lenguaje sea efectivo es crucial. Uno escribe para que otros lo lean, y hablar lo mejor posible es lo que prefiero, ¡aunque adoro las malas palabras cuando salen del alma! ¡Porque eso también es hablar bien!, ¿o no? (Risa final)."
Gracias a Ewell Borrero de Clon 2.0 por las preguntas :)
*
martes, 28 de julio de 2009
La censura en los medios visuales.

sábado, 30 de mayo de 2009
Lo mejor de TV Azteca

martes, 5 de mayo de 2009
Últimas reflexiones sobre el virus de la Influenza

- Según los científicos, los virus son mortales, que en efecto la gripe es algo que hay que temer debido a su alta contagiosidad, y que hay que estar más pendientes de ciertos detalles para cuidar nuestra salud.
- Según la historia, no es la primera vez que se da algo de esta naturaleza en el mundo, hay bacterias que han matado a poblaciones enteras y esto probablemente tenga algo que ver con el nuevo orden mundial, ya sea provocado artificialmente o de manera natural.
- Según los religiosos, están previstas más plagas para la humanidad debido al descuido y la falta de respeto y consciencia que ha tenido siempre con el medio ambiente que le rodea; de tal modo que brotes dañinos como este de ahora, sirven para hacer pensar un poco más en todo aquello que hemos venido olvidando, y que es crucial para la vida en armonía.
Pero la perspectiva desde donde uno mira las cosas, tiene que ver no sólo con nuestra historia personal, sino con la memoria colectiva y sobre todo, con la preparación académica o especialización que uno tenga. Por ello, para los matemáticos, biólogos y químicos, el problema tiene importancia desde cierto ángulo, mientras que para los sociólogos, antropólogos y psicólogos, por ejemplo, tiene una importancia de índole distinta.
En mi caso, al estar desde siempre interesada por el estudio de las Humanidades antes que de las Ciencias Duras, mi interés era de entrada conocer las reacciones de la gente, sus manifestaciones culturales, artísticas y sociales, habiendo encontrado en ellas innumerables casos de ingenio, miedo, ignorancia y desprecio por quien piensa distinto.
Algunas personas insistían en preocuparse por las víctimas fatales, y a mí me importaba más el pensar en lo que haríamos nosotros, los vivos; por ello siempre me mantuve un tanto escéptica de la gravedad del asunto, pero sin dejar de estar constantemente informada, actualizándome en los noticieros e investigando por otras fuentes.
Por eso, al día de hoy mi postura no descarta la importancia de ser conscientes del virus y el cuidado que hay que tener para llevar una vida sana; sin embargo sigo inclinándome a preocuparme más por la ventaja que ciertas personas vayan a tomar de esta situación, de la escasez de agua que va a agravarse muchísimo ahora que mucha gente se baña dos veces al día y se lava las manos otras cincuenta. Me preocupa no el hecho de que usemos cubrebocas con caritas pintadas o mascarillas antigases muy discretas, sino lo fácil que será encubrir las identidades de personas que se dedican a delinquir, por ejemplo, o la discriminación que se agudizará hacia la gente de pocos recursos, indigentes, niños de la calle y personas en general que no tienen acceso a la salud pública.
Ese tipo de cosas también hay que preguntárselas, socialmente es muy duro entrar en una crisis como esta que estamos viviendo, el costo es muy elevado. No ignoremos también lo mucho que esto va a afectar a la economía de las microempresas, por ejemplo cuando los pequeños restaurantes o fondas tengan que cerrar si no pueden acatar la orden de la distancia que debe haber entre comensales. ¿Qué pasará con los comerciantes informales? Hasta ahora no supe que les fuera prohibido poner sus tianguis y puestos callejeros, al menos no en la mayor parte de la ciudad, en donde los mercados siguieron su rutina habitual, aunque con menos clientela.
Los doctores seguirán teniendo el privilegio de ser una de las profesiones más demandadas por los estudiantes y por la población en general para alivio de sus males (con lo arrogantes que son la mayoría ¬¬). Y estoy segura de que tal vez mis hijos en su vejez podrán ver los resultados del estudio del Genoma Humano, mismos que pueden ser quienes salven al hombre de perecer a causa de los bichos... sin embargo seguirá habiendo muertos, siempre debe de haber muertos antes... pero también injusticia, desigualdad y negligencia. Que estado de salud de las personas no vaya a ser un pretexto para restringir -todavía más- el acceso a las fuentes de trabajo o al despido injustificado de los empleados en ciertos casos.
Sé que habrá muchas cosas que empezarán a cambiar y a hacerse visibles, ojalá me esté equivocando...en dos días regreso a la Universidad y voy a sentir muy feo que alguien no quiera ni darme la mano. "Tendremos que acostumbrarnos a ello", dicen los expertos, pero ¿qué otras manifestaciones para demostrar afecto habrá si debemos evitar, en lo posible el contacto físico? ¿Habrá que conformarse con las tarjetas virtuales y los correos electrónicos? ¿Se pondrá de última moda el cybersexo como una alternativa al contagio?
Yo no lo sé, pero por lo pronto este es el último post que escribo de corrido sobre el tema, ya que ha roto el récord de cinco entradas consecutivas en este blog y quisiera hablar de alguna otra cosa. Ya veremos el curso que toma el fenómeno, mientras tanto, ¡a preguntarse cosas! Creo que se va a poner más que interesante.
viernes, 1 de mayo de 2009
El primer brote de una segunda epidemia

miércoles, 29 de abril de 2009
Influenza...continúa el aislamiento

domingo, 26 de abril de 2009
Caso aislado

lunes, 2 de febrero de 2009
Mi vida en rosa (Apología de la Telenovela)
Si usted llegó buscando información sobre la película del mismo nombre, pierde su tiempo, este post no trata de eso. Gracias

No se espante usted con mis palabras, que yo sé que a través de la historia se ha demostrado que las telenovelas tienen gran culpa de la educación sentimental de los pueblos, y que a pesar de que el género ha dado vida a muchas de las mejores historias jamás escritas, el cine y la televisión han conseguido que el melodrama se abarate, se acorriente y se degrade.
Tendrán que estar de acuerdo conmigo en que cuando una historia se lee, las sensaciones son más ricas, más intensas, dado que cada quien le pone de su cosecha personal características que sólo uno conoce, sólo uno valora, sólo a uno le emocionan. Por eso nos gustan las novelas, las obras de teatro, la poesía, por eso hay Best Sellers que hablan no sólo de las cosas que uno se pregunta sobre los misterios de la vida, sino que pueden ser universales porque tienen "eso" que engancha, y que hace que miles o millones de personas alrededor del mundo se identifiquen con esas letras. Por eso Corín Tellado, conocida como "la inocente pornógrafa" es la mujer que ha vendido más ejemplares de su obra en el planeta, sólo después de Shakespeare y de la Biblia, según dicen los datos duros.
Porque el mundo necesita el amor, necesita creer, necesita aferrarse a un sueño, a una fantasía.
Con la creciente desilusión que dejan las religiones al estar sustentadas en políticas humanas y no divinas como presumen, con la impotencia que deja en los marginados la certeza de que haciendo lo que hagan, no cambiarán de esfera social por más que se esfuercen, sólo quedan en esta vida dos caminos a seguir: la esperanza o la violencia...a veces el primero lleva al otro, pero el segundo jamás llevará al primero.
Me explico mejor: el ser humano tiene la capacidad de imaginar, de ver lo que no se ve, de percibir lo que no es palpable, y no hace falta ser artista o genio para tener esa sensibilidad, todos la poseemos. Como diría Silvio Rodríguez, y dice bien: "yo he preferido hablar de cosas imposibles, porque de lo posible, se sabe demasiado". Así pasa cuando leemos una novela, un cuento o una historia de ficción, somos capaces de depositar ahí nuestros anhelos, nuestros miedos y nuestros más hondos secretos, podemos creer en un amor que es posible muy a pesar de toda adversidad. Podemos soñar con que, sin importar nuestro físico, nuestro oficio o nuestra clase social, tenemos la posibilidad de amar y ser amados, de encontrar esa media naranja que nos valore como personas, como individuos únicos e irrepetibles... y eso es lo que nos hace tener la esperanza en un mundo mejor, en que llegará el día cuando los seres humanos se den cuenta de la verdadera esencia de la belleza, y cuidarán el tesoro de la vida como lo que es: un verdadero milagro.
Eso es lo que a quienes vivimos en el ensueño nos mueve para intentar violentar conciencias, para querer sacudir las almas de aquéllos que nos leen, que nos oyen, que nos miran actuar. No empezamos al revés, en la violencia desnuda, sin sustento, dolorosa y lastimera, no. Empezamos soñando, creyendo a pesar de la adversidad, a pesar de los golpes de realidad que nos amoratan el rostro cada vez que salimos a la calle o encendemos el canal de las noticias. No se vale empezar la mañana enterándonos de a quién mataron y por qué causas injustas pasó, cuando debiéramos oír un disco de música clásica al despertar y tratar de mantener esa armonía hasta la tarde y noche, intentando ser mejores.
Y no estoy hablando de evadirse de lo que pasa, no señor. La realidad nos muerde, no podemos dejar de sentirla porque entonces ya no seríamos seres humanos, sino otra cosa muy cercana a un robot. No podemos ignorar mientras viajamos a cumplir nuestras responsabilidades, que hay basura en las calles, por ejemplo, pero no podemos ir levantando lo que otros tiran en cada esquina. No podemos ignorar que en cada estación hay un ambulante o un mendigo, pero tampoco podemos comprarle y darle una moneda a todos y cada uno de los necesitados que hallemos al paso. No podemos ignorar que hay pobreza, enfermedad, ignorancia, desigualdad, injusticia a nuestro alrededor, pero no podemos sentarnos a llorar de tristeza o rabia por cada persona que muere de hambre, por cada civil que muere en la guerra, por cada inocente que es torturado, por cada pobre que es humillado, por cada ignorante que es engañado... no es posible.
Queda endurecerse un poco, hacer de tripas, corazón, como dicen en mi México, tener la esperanza de que algo se puede cambiar poco a poco, y tener la conciencia de que nada de lo establecido se erradica de la noche a la mañana y sin que haya mártires que paguen por ello. Queda trabajar, hacer patria en cada calle, con cada persona... pero para hacer tan compleja tarea hace falta no dejar de soñar en lo más simple: el amor entre dos personas, el amor de pareja.
¿Qué si no, satisface cuerpo y alma en plenitud? Sólo el arte, dirán algunos, pero sólo cuando es reconocido y valorado por un gran número de personas que te hacen vibrar en un orgasmo de aplausos cuyo éxtasis no supera un encuentro sexual... pero si no es así, no hay cosa que iguale a la sensación de carne y espíritu satisfechos al por mayor.
¿Por qué la idea de un amor ideal es alguien que sólo tenga ojos para uno, se endiose con uno y sea cien por ciento correspondido por uno? Es sencillo: porque la gente que lucha todos los días por ser mejor persona, por sobrevivir honestamente en un mundo deshonesto, esa que entiende el valor de un abrazo y no recibe más que frialdad, tiene muy cierto que lo que está haciendo es lo correcto, que lo que piensa es razonable y justo, y por lo tanto, necesita que se le reconozca.
Por otro lado, quien ha cometido errores, pero que no ha tenido la oportunidad o el tiempo de convertirse en un ser de piedra, es consciente de lo que ha hecho mal, sabe que no ha sido correcto, y ruega por que alguien se ponga en contacto con su lado bueno, y le redima por todos los males cometidos. Por eso es que tienen éxito las novelas.
El ser humano en general busca la aprobación, la aceptación de los otros... pero como nunca vamos a quedar bien con justos y pecadores, necesitamos al menos UNA persona en el mundo que nos comprenda, que nos valore, que nos quiera tanto, que tenga ganas de abrazarnos y besarnos todo el tiempo, que sea capaz de dar la vida por nosotros, y que a la vez sea capaz de sacarnos de nuestra coraza para que nos sintamos capaces de sentir lo mismo. Una persona que aprecie nuestra compañía por encima de la compañía de cualquiera, nuestra opinión y nuestro bienestar por encima de la opinión y el bienestar de cualquiera, y que a la vez respete nuestro espacio y mantenga su distancia cuando queramos estar solos, que sea una persona segura de sí misma que a la vez nos haga sentirnos seguros de nosotros mismos: esa es la pareja perfecta.
¿No miento, verdad? Muchos habrán asentido al leer lo anterior.
El ideal de pareja perfecta se encuentra claramente retratado en la inmensa mayoría de los melodramas televisivos y en el cine. El error que han tenido muchos de ellos ha sido alejarse de una esencia cuidadosa de la historia. Si bien es cierto que los personajes secundarios y situaciones paralelas dan mucha vida a la línea principal, también lo es el hecho de que se ha abusado del uso de personas famosas, populares por lo vulgar, atractivos visuales extremos, énfasis en lo sexual y en el modelo de belleza establecido, demasiada atención en los valores que, según la época y el lugar, son considerados adecuados, de actualidad o convenientes para quienes manejan el poder -más recientemente quienes manejan un mercado que necesita sociedades consumistas y en apariencia rebeldes ante lo viejo y tradicional-.
Por eso las historias recreadas por modelos en lugar de actores, escritas y dirigidas por empresarios en lugar de dramaturgos, y publicitadas por vendedores en lugar de creativos honestos, son cada vez menos impolutas, se encuentran invadidas de basura, tanto que vuelven al producto mismo una basura.
No lo sé... "ya bájate de tu nube", me dirán algunos, pero yo rescato ese tipo de telenovelas: esas que, a pesar de basarse en fórmulas dramáticas básicas, tienen su encanto en la belleza de la esperanza. Ya hablando más a título personal, ¿qué sería de mí sin Yo soy Betty, la fea, por ejemplo? Una mujer que a pesar de las burlas por no encajar en el estereotipo de belleza predominante, demuestra que su inteligencia y su lealtad son más valiosas para enamorar a un hombre que la superficialidad de las demás mujeres bellas que puedan rodearlo. ¿Y qué me dicen de Café con aroma de Mujer, anterior a la de Betty, pero de la pluma del mismo autor, Fernando Gaitán? El colombiano tiene talento y sensibilidad superiores a la de muchos escritores actuales. Una mujer puede superarse, abrirse paso en la vida y no olvidar sus raíces, ser valiente, decidida, y no por ello negarse al amor. Un hombre puede reconocerse débil, vulnerable y equivocado, entregarse al amor sin reservas y contra toda necedad de cualquier otro tipo.
Mi adorable Kim Sam Soon, "hitazo" coreano. ¿Quién dijo que una mujer gorda y mayor de edad no puede enamorarse como si tuviera quince y ser correspondida de igual forma? ¿Está mal tener ese encanto y esa ternura aún cuando ya se pasó de los veinte años? ¿No se vale amar como si nunca nos hubiesen lastimado?
Cada quién tendrá alguna con la que identifique rasgos personales en particular, pero en mi caso, las novelas que pintan la vida tal y como es, con sus matices y traiciones, terriblemente humanas, esas son mis consentidas. No creo que sea justo encerrar en una sola celda a todas las telenovelas y condenarlas al desprecio generalizado. Hay historias que son buenas así: rosas-rosas. El tratamiento de los personajes no degrada a nadie, es digno. La convención del cuento de hadas está ahí, pero jamás te olvidas de que hacer el amor con amor es posible, es lo idóneo, y es tan real como la camioneta de Salubridad llevándose salvajemente al perro callejero. Una lágrima de felicidad durante el beso es tan real como el hacha sobre la cabeza de la foca, y un abrazo que estremece por sí mismo es tan posible como la más cruel de las cosas que vemos a diario.
Así que le invito a que vea telenovelas, buenas telenovelas. Goce historias de cine conmovedoras, cursis, rosas. Lea más al amor que a los periódicos. Supere la amargura de un mundo descompuesto, y sin cerrar los ojos, siga mirando a la luna, suspirando porque es la misma que en algún sitio de la tierra, está mirando el ser que nació para estar con usted, para ser el amor de su vida.
viernes, 10 de octubre de 2008
Comunicación del Siglo XXI
