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martes, 18 de mayo de 2010

Un Reality Show, ¿Cultural?

Bueno, creo yo que sobra el adjetivo, cuando a fin de cuentas Ópera Prima, de Canal 22 es lo mismo: un programa de realidad manipulada en el que varios concursantes acuden con el sueño de aprender y convertirse en alguien famoso. Un programa donde serán entrenados, exhibidos y juzgados como en todos los proyectos de este tipo. Eso es un reality show, no es otra cosa.


Forma parte de nuestra cultura ya, ¿no es cierto? Entonces, ¿qué caso tiene hacer énfasis en "cultural"? Claro, como es un programa que se jacta de traer cantantes "de verdad", en comparación de las largamente padecidas "Academias" de TV Azteca y sus variantes, y como el bel canto se relaciona siempre con este nivel de cultura inalcanzable, elitista, sólo accesible para unos cuantos letrados, era lógico que la publicidad utilizara este plus en el título del programa.


Pero bueno, analicemos. ¿Usted lo vio? Si no es así, déjeme decirle que se perdió de algo por demás interesante. Una producción en donde comparten créditos ni más ni menos que la Secretaría de Educación Pública, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, y el Instituto Nacional de Bellas Artes, ahí nomás.


Yo no tuve oportunidad de apreciar el primer capítulo, en donde me refieren que hubo una muestra de los aspirantes (hasta donde sé, sólo se recibieron poco más de setecientas video-audiciones), y en donde se argumentó someramente por qué no eran aceptados, o se hizo un intento de transparencia en el proceso de selección. Al menos eso parecía ser. Si, por el contrario, es como comentan, una vil tomadura de pelo, lamento entonces que una vez más se engañe al público a través de la tele, no deberíamos acostumbrarnos, aunque lo malo es que no siempre nos damos cuenta.


Pero vayamos a la parte sustancial de todo: las voces, que... ... ¡bueno!, ¡es que de verdad no puedo dejar de distraerme nuevamente y mencionar otro detallito en las palabras!: "Las Voces del Bicentenario". ¡Háganme el favor! Pero ya, ya... ya sabemos que es televisión pública, del gobierno, y si para incluir al proyecto en el presupuesto anual había que amarrarlo con los magnos festejos que se preparan para este año, ándenle pues, les perdonamos que se llame así, pero es excesivo. Quedémonos con las voces, las personas que están detrás de esas voces.


Veintidós concursantes fueron seleccionados de entre todo el material recibido. El número es obvio, significativo y tal vez hasta cabalístico: el número del canal donde se transmite. Una semana estuvieron los cantantes preparándose para la primera gala, que de gala no tuvo mucho, puesto que el arreglo personal de los participantes dejaba mucho que desear. Sin embargo ese es un detalle que podemos dejar pasar si nos concentramos en que lo verdaderamente importante era apreciar las voces educadas, la interpretación, la gestualidad y -para quien sabe más de esto- la musicalidad de cada uno y el uso adecuado de la técnica vocal.


Del total de participantes, seis fueron expulsados esa misma noche, y he aquí que puedo apreciar algunas actitudes sospechosas que procedo a ennumerar a continuación:


*La gran mayoría fueron mujeres, lo cual no es de extrañar, pues somos mayoría poblacional, y sobre todo mayoría en las artes y la educación (la comunidad pedagógica conoce muy bien de estos asuntos); pero el punto es que de los hombres, quedaron siete de siete, a menos que me falle la memoria. Sí, todos tenían buenas voces, pero se me hizo una estrategia para equilibrar el grupo en cuanto a género.

*La inmensa mayoría de las chicas, son sopranos. ¡Con lo bella que suena una voz de mezzo -yo soy mezzo, es mi favorita -! Y me eliminaron a una de ellas, Andrea Trueba que para su edad, y en mi humilde opinión, lo hacía muy bien. Pero bueno, habla mi subjetividad, irremediablemente.

*Dos de los concursantes tienen una discapacidad: Betsabé Brito, una joven con problemas de desarrollo en los brazos y Alan Pingarrón, un invidente que a todos estremece porque claro, su ceguera le ha hecho desarrollar un maravilloso oído y una intensidad en el uso del diafragma que hace vibrar a cualquiera. En el canal de YouTube del programa, ya hay quien lo nombra el Pavarotti Mexicano. Joven el muchacho, selección de aria adecuada, quiero ver qué ofrece más adelante, ya que la otra chica quedó fuera. Bravo: el programa no está movido por la lástima...hasta el momento, pues Brenda García tiene rasgos indígenas. Se quedó. Canta bien.

*Tampoco me gustó que quedara una mujer -cuyo nombre no recuerdo- que cantó "Por tí volaré", a mi juicio, de manera espantosa. No sé si es porque le están dando el beneficio de la duda o qué, pero en primer lugar, mientras todos escogieron arias de obras consagradas, ella escogió una canción popular ¡y todavía lo hizo mal! Me pareció injusto que se quedara, ni siquiera escogió la versión en inglés, digo, para que se viera el esfuerzo de cantar en otro idioma como casi todos los hicieron -Gabriel Niño (¡¡niiño!! ;P) cantó en español, pero fue un aria-. No sé si es otra estrategia para equilibrar música culta con música popular, pero bueno... ya veremos.

*No me hagan mucho caso, pero creo que una tal Leticia Vargas puede ser la consentida de los jueces, no lo sé bien. Tal vez sea mi mala leche, pero así soy yo, y parece haber entrado con palancas. Créanme la mitad.


Y bueno, la conducción de Claudia Ramírez no es lo más acertado. ¡Es falsísima! Esa sonrisa se la compraban los jóvenes calenturientos en los noventas, pero ahora, que espero seamos un público más colmilludo, no se la cree ni ella misma.


Me gustó, finalmente, que les ofrecieran una cena a todos, invitando a Genaro Sulvarán, barítono, y a Natalia Lafourcade para compartir su música y sus experiencias. Si quieren conciliar lo pop con lo culto, está padrísimo que se haga de esa manera, porque además, la niña Lafourcade canta precioso el bossa nova, y es tan talentosa como todos los que están ahí, sólo que en otro género. Creo que eso fue de lo mejor.


También me gustan las cortinillas y el arte en general en la edición del programa, todo elegante, nostálgico y moderno a la vez. El sonido anduvo fallando y lo mejor es que las galas sean en vivo, no grabadas, tache a eso. Me gustó la sorpresa de cumpleaños que le prepararon a Pamela Rosales, ya que momentos como ese son los que le dan el saborcito a reality show que tanto gusta. Irónicamente la expulsaron del concurso en la primera gala...¬¬


¿Qué espero de él? Buenos shows, variación en la música (no creo que canten la misma pieza siempre), e incluso más variado en el vestuario: atractivo visualmente en cuanto al arreglo de todos, digo, puede verse bien alguien con un atuendo minimalista, si quieren todos del mismo color, pero no todos de chile, dulce y manteca como en la última gala. También espero información interesante y bien manejada sobre el mundo de la ópera, respeto a los concursantes y sobre todo, respeto a la inteligencia del público.


En fin, que el programa es entretenido, desata polémica, lo cual es la sal y la pimienta de todo concurso de realidad virtual, y por lo menos es lo mejorcito que hay a esa hora el domingo por televisión abierta. Ustedes, ¿qué opinan? Coméntenme!!


NOTA: Mi agradecimiento a Javier Ghiaurov por la oportunidad del debate

viernes, 7 de mayo de 2010

¿Llorar más, reír menos?

¿Cuál es la diferencia entre caer bien y hacerse el chistocito? ¿Hasta dónde podemos decir que el humor es inteligente y hasta dónde que es una simple ligereza?
Hace poco se me invitó a participar en un cortometraje titulado "Las Plañideras", cuyo guión venía acompañado de una muy seria investigación respectiva a las mujeres que en la antigüedad eran pagadas en los sepelios, con el fin de ayudar a sacar el llanto a los dolientes por medio de sus rezos, cantos y lágrimas.

Por algo el oficio del payaso o clown -curiosamente ejercido en su mayoría por hombres- tiene una historia tan antigua como el de la plañidera -ejercido por mujeres, y más recientemente hombres femeninos-; porque siempre en todas las sociedades, sobre todo en las más caóticas, ha hecho falta liberar la pasión por medio de la risa o del llanto, y estas ciudades de nuestros tiempos no pueden estar excentas de ellos.

Ahora las lloronas, plañideras o lamentatrices ya casi no se utilizan mas que en ciertos poblados remotos en donde aún permanece la tradición. En cambio los payasos, cómicos y chistosos natos han invadido todos los medios de la sociedad, porque la risa no es algo que se asocie con la vergüenza, pero el llanto sí. La gente reprime mucho las lágrimas bajo el supuesto de que llorar es señal de debilidad, y en un mundo guiado por el pesado deber de ser competitivos, "mostrarte frágil lastima tu imagen", tal como me lo dijo una vez, y muy convencido, un exitoso publicista.

Yo no me explicaba por qué los espectáculos cómicos tenían siempre más éxito que los serios, por qué la gente llenaba más los shows de carcajada barata que los de teatro clásico, por ejemplo. Y no, no necesariamente tiene que ver el bajo nivel de cultura general que posee la media de nuestra población, no. El hecho de que la gente busque más a Polo Polo que a Eurípides por el grado de esfuerzo mental que requiere entender a uno y otro, me queda clarísimo; pero creo que va más allá, pues también es mayor el esfuerzo que supone dolerse de las cuitas que nos son ajenas, que el de burlarnos de ellas. Y creo que ahí encuentro un punto crucial en el tema de la risa frívola: reírse del otro, pero no reconocerse en él.

Decía Rabindranath Tagore que cuando el hombre sonrió, el mundo le amó, mas cuando rió, le tuvo miedo. Y si no lo entrecomillo como es debido cuando se citan textualmente palabras que no son propias, es porque esta frase me ha sido propia desde hace ya muchísimos años. Siempre desprecié la risa fácil, y no tiene nada que ver con el origen de ello: debido a mi dentadura imperfecta no aprovecho la menor provocación para presumir el encanto de mi sonrisa. Más bien como Mixtli, el héroe del Best Seller de Gary Jennings, mi inevitable miopía me hace ver mejor las cosas de cerca para apreciarlas antes de soltar un juicio tan descarado y "espontáneo" como lo es la risa.

Ahora entrecomillo el término espontáneo porque en muchas personas la risa pretende serlo, pero no es más que un acto reflejo supeditado a la voluntad para manifestar un sinfín de actitudes que van desde la más velada coquetería hasta el más abierto desprecio. La risa confunde, Tagore tenía razón, reírse es perverso, reírse es algo que nos permite hacer saber al mundo que nuestro cerebro es privilegiado, superior al resto de las especies. Reírnos pocas veces resulta espontáneo, a veces ni la propia sonrisa lo es. Hemos llegado a mecanizar el llanto y la risa de modo tal que son usados a capricho, habiendo anulado con esto el origen genuino de tales expresiones.

Pero ello no significa que llorar sea sólo propio de la gente buena, y reír de la gente mala, si como bueno y malo entendemos la virtud y el vicio. Y tampoco el que llora siempre es manipulador o el que ríe siempre es cínico. Ambas expresiones son tan complejas porque en ellas se resume precisamente la paradoja del ser humano: puede llorar cuando lo invade una profunda felicidad, o reír cuando un dolor inmenso se anida en el fondo de sí mismo.

Llorar ante otros, sin embargo, es señalado como signo de locura, de histeria (de ahí que se asocie mayormente con la femineidad y se reprima en los varones); mientras que reír a solas, tiene el mismo destino. Para llorar, hay que hacerlo en privado, y reír es una poderosa arma para socializar. La gente aprovecha la obscuridad del cine, por ejemplo, para dejar caer una que otra lágrima cuando se conmueve con las situaciones presentadas, pero no siempre. Hay personas que están imposibilitadas para empatizar con circunstancias dolorosas ajenas, ya sean reales o ficticias.

Por otro lado, quedarse impávido ante una anécdota en donde se espera la risa, puede ser o no una especie de bloqueo o imposibilidad para reír. Provocar la risa es algo demasiado difícil, no cualquiera puede hacerlo. De ahí que hablar de Slava Polunin no sea para nada lo mismo que hablar del Payaso Platanito, por más que los dos se pinten la cara de payasos.

A todos pueden dolernos casi las mismas cosas, por eso escribir y actuar una condición trágica siempre resulta más efectivo que al querer construir un momento chusco. No a todos nos hacen reír el mismo tipo de chistes, algunas cosas que divierten a unos, pueden irremediablemente ofender a otros; y lo que a algunas personas puede parecerle sublime y conmovedor, digno de una sonrisa tierna y satisfactoria, para otros puede ser insufriblemente aburrido. Y no nada más tiene que ver con el chiste o la ocasión, lo cual es lo más importante escénicamente hablando, sino con la persona que lo cuenta, cómo lo cuenta y en dónde lo cuenta.

Por ejemplo un chiste político en el cabaret puede ser hilarante, mientras que el mismo chiste en televisión puede ser indignante. Exponer el cuerpo desnudo puede ser grotesco o estético, dependiendo del contexto, fingir un orgasmo puede ser muy erótico o muy vulgar... etcétera.

Cualquier cosa que pretenda provocar una sonrisa es muy delicado, lo que no sucede casi nunca con lo que pretende arrancar una lágrima. Puede, por lo mucho, parecer cursi o sensiblero, pero raramente ofensivo.

Lo peor del asunto es que la gente no sabe de qué se ríe hasta que ha dejado de reírse. Es entonces cuando, en el mejor de los casos, cae en cuenta de que se ha reído de algo doloroso para sí mismo o misma, o bien, que se ha reído de una estupidez sin importancia, de algo que no tiene nada que ver con su propia vida, sino con hacer mofa del otro.

Considero entonces, que hay que cultivar la risa, reeducarla, del mismo modo como educamos día a día la mirada, la palabra, el pensamiento. Hemos abusado de nuestra capacidad de reír y lo hacemos de cualquier simpleza... algunas veces es bueno, pero no cuando se hace costumbre. El llanto es más reprimido en general, quizás haya que usarlo más a menudo para reconocernos como seres humanos completos, y al reírnos usar más la inteligencia, de modo que el jolgorio sea más placentero y menos vacío.


martes, 24 de noviembre de 2009

Entre intelectuales te veas

Todavía en medio de la oportunidad decisiva de elegir ser una académica brillante y una cabaretera de reputación difícil, esta semana empecé a asistir a un foro de discusión interdisciplinaria e interinstitucional, en donde el tema principal sería la violencia de género.

Sobre ello ya hablaré más ampliamente, ya que casi nunca es posible expresar desde el público asistente, las propias conclusiones en tiempo y forma que requerirían mínimamente. El punto no es ese, el punto es darme cuenta del tipo de gente que son quienes van a esos lugares.

Afortunadamente no es el primer ciclo de conferencias, congreso, foro o espacio de debate al que he asistido, así que tengo una referencia muy amplia, y puedo decir que siempre hay una constante en ellos, y que por desgracia sigo confirmando en cada oportunidad que me doy de asistir a algún evento académico: la gente va en su mayoría por la constancia curricular, así como van a la escuela por el título, o al trabajo por el cheque. Es desesperante la actitud de ya saber de antemano todo lo que están diciendo los ponentes, darlo por hecho, no hacer anotaciones, no hacer preguntas, y limitarse a escuchar o a comentar las mismas conclusiones a las que ya se habían llegado en la mesa, dando la impresión de que nunca estuvieron atentos y de que eso ellos ya lo habían pensado antes.

Me ennerva escuchar cuchicheos que nada tienen que ver con la discusión que nos trae a reunirnos en este sitio, y ver a los alumnos tomar parte en labores serviles como preparar el café y registrar a los asistentes, relegados a un papel secundario de manera tan arbitraria, que al cerrar el foro, un maestro dijo: "Me da gusto que esto lo hayan organizado nuestras alumnas de la maestría ellas solitas, prácticamente no necesitaron de ningún adulto." (¡¡¡!!!) ¿O sea que las alumnas de la maestría son qué? ¿Niñas? ¡Es horrible! Por eso no avanzamos, porque el comentario del profesor le vino a dar al traste a tanto esfuerzo de las compañeras, y que yo personalmente no pude dejar de aplaudir y reconocer como valioso.

Apartada de la vida social, me pregunté una vez más, ¿por qué no encajo? ¿por qué no he hecho la plática con nadie, no he encontrado alguien con quién compartir la opinión de lo que se está charlando acá, y que es tan verdaderamente preocupante desde el lugar que como mujer ocupo en esta sociedad, y que como madre de una mujer también, me interesa sobremanera... bueno, pues porque la primera vez que intenté establecer relación con una chica, lo primero que saltó a decirme por delante es que estaba haciendo el doctorado en este tema, y que casi casi se llevaba de a piquete de ombligo con las top top top del PUEG (Programa Universitario de Estudios de Género), en donde trabajan las más destacadas feministas y estudiosas del tema en este país.

No pude pasar más allá. La mujer unos cuantos años más joven que yo, estaba instalada en hablar de sí misma y de su intachable vida académica, antes que debatir en corto, en un descanso, acerca del tema que, supuestamente, es fundamental en su vida. Me dejó con la palabra en la boca en cuanto se desocupó una de las ponentes y pudo acercarse a hacerle la barba. Me pareció patético... como patético me pareció escuchar a un maestro de la universidad, viejo lobo de mar, abordar a una de las estudiantes y preguntarle qué estudiaba. La joven le contestó que ella venía de otra universidad, y que estudiaba Estética. El arrogante profesor la sorprendió con la típica pregunta del que se siente experto en su ramo y que es de lo único que puede hablar medianamente bien: "¿Y cuál es tu corriente filosófica?"

Yo me esperaba una respuesta más inteligente de la chica, que en su afán de no parecer tonta, lo pareció muchísimo más al contestar: "¿Eh...m-mi corriente filosófica? Ehm... pues... yo estudio estética, lo que estudio no tiene nada que ver con esto, de hecho... aunque esto me ayuda mucho porque necesito que me baje a tierra, que me haga preocupar por los otros..."

Y bueno, así como esas cosas, me resistía de plano a escuchar más, porque estábamos en un foro en donde se hablaba de la tolerancia, del respeto, de la sana convivencia y otras cosas más profundas, pero todo el mundo parecía estar en su onda. Tan solo la misma chamaquita esa que "estudia estética", se acercó a la cafetera y dijo realmente ofendida: "¿Pero cómo? ¡¡YO SOY de las organizadoras y no alcancé café!!" ... verdadera tragedia.

Como siempre, aprendí mucho, recordé muchas cosas, reflexioné mucho más con los puntos de vista y los estudios de los ponentes, pero en la práctica, me costó mucho no tener ganas de echar insecticida para eliminar a unos cuantos bichos que en lugar de poner atención y aportar algo al foro, se la pasaban comadreando o mascando chicle. Y es que decir "Tolerancia, respeto y sana convivencia" se dice fácil, pero no hay que hacerse de la vista gorda, la cosa no es nada sencilla, y no es que nadie haya dicho que lo sea, sino que para llegar a ese nivel hay que primero aprender a ser nosotros, y casi nadie lo hace, todo el mundo pretente, casi nadie es honesto y casi todos disimulan y fingen ser otra cosa.

Por eso el foro me ayudó a afirmarme en mi búsqueda personal: ser intelectual, hablar como tal o parecerlo no son una meta en mi vida. Si lo soy, se van a dar cuenta por lo que haga y diga en un teatro o en una conferencia magistral. El mundo intelectual, como el del arte, y el que gusten y manden, no está exento de hipocresía y de prepotencia, de abuso de poder y de mediocridad; en todos lados entran las ratas, y como ya lo dijo Saúl Hernández: "acuérdate que las ratas, no tienen alas...". Por fortuna, creo que yo sí tengo.



*

martes, 28 de julio de 2009

La censura en los medios visuales.

Recuerdo cómo en los viejos tiempos aún podíamos ver sobre los hombros de Jacobo Zabludovsky esos hilos de titiritero que determinaban sus acciones y palabras en el noticiero de la noche. Cómo en Siempre en Domingo el persignado de Raúl Velasco hacía y deshacía estrellas a conveniencia de los intereses del imperio PRI-Televisa, cómo Chespirito confundía el humorismo blanco con la estupidez, y cómo Chabelo nos vendía la ilusión de tener juguetes caros a los niños con Reyes Magos pobres. Eran los pilares de la televisión en México, y su legado aún hoy día nos sigue influyendo.

Estoy hablando de un pasado para el cual las nuevas generaciones no encontrarían explicación. Se censuraba todo: no podía haber besos reales en las telenovelas, era tan falso todo, que esa teatralidad le daba cierto encanto a algunas de las mejores producciones de la época. Hoy no sólo vemos lenguas sino hasta nalgas. Gina Montes salía con un cuerpo de vedette setentera, de muslos gruesos y leotardo completo. No podía enseñarse el ombligo, ya que era considerado una zona demasiado erótica que sólo se enseñaba en los cabarets donde iban los caballeros. Hoy todo el mundo enseña el ombligo, desde Niurka que sólo se tapa pubis y pezones, hasta las más inocentes colegialas de los programas para niños.


En Brazil surgió el fenómeno de Xuxa, que era una sexy rubia que conducía programas infantiles, y se hacía rodear de lindas lolitas en short o minifalda. ¡Claro! el programa era todo un éxito, porque el asunto se volvió comercial no sólo para los pequeños y sus madres, que los acompañan a todas partes, sino también para los padres, que tenían entretenimiento visual mientras los más chicos de la casa bailaban y cantaban.


En México surgió entonces una copia barata del programa de Xuxa, se hacía llamar TeVeO y de ahí surgieron ideas para poner a una mujer joven en minifalda a cantarles a los niños, así que entrada la década de los noventas, Tatiana tuvo un éxito arrasador. Después vinieron otros intentos como los de Luz Elena González, y más recientemente la ex integrante de Jeans, Patricia Sirvent. Todo se ha desviado hacia lo visual.


Hoy tenemos un gobierno distinto, nos vendieron otra ilusión: la del cambio, la de la verdadera democracia, algo en lo que todavía estamos muy verdes pero queremos creer. Supuestamente con el ascenso de Emilio Azcárraga Jean a la presidencia de Televisa, un joven empresario con ideas frescas y mente más abierta, un verdadero cambio en las producciones era una posibilidad. Antes ya se había gestado una fuerte competencia para la televisora con la creación de TVAzteca, por mis rumbos, en el Ajusco, pero todo siguió siendo puro atole con el dedo.


Me da tristeza recordar la censura en los medios visuales como algo que en su momento dio muchos dolores de cabeza a mucha gente, sobre todo a los intelectuales o gente visionaria que se daba cuenta perfectamente del engaño y la sumisión en la que nos tenían los medios, pero que también dejó a mucha gente sin trabajo por no querer obedecer a los intereses de los poderosos, o bien por cometer inocentes errores como el famoso "Bomberito Juárez" del Loco Valdés, chistorete por el cual lo vetaron durante un tiempo, al meterse con un "Héroe de la Patria", y no con cualquiera, sino con el "Benemérito de las Américas".


Y he de reconocer que mi propio misticismo se hizo a base no sólo de ir al catecismo durante seis años y rezar todas las noches, sino también saludando a la bandera y sintiendo el patriotismo correr por mi sangre al ver las películas de Miguel Hidalgo con su estandarte de la Guadalupana.


Hoy todo está desmitificado. Nada es sagrado y por un lado está bien. Pero, ¿a dónde nos ha llevado quitar la censura a los medios visuales, y en general a todos los medios de comunicación? Cuando el PRI dejó de estar en el poder ya todo se podía, el primer presidente del PAN fue el personaje político más caricaturizado, parodiado y burlado de todos los tiempos desde épocas de Don Porfirio Díaz, y eso dio la pauta para que todos los medios se descosieran hablando mal de medio mundo.


Paty Chapoy creó en 1996 el programa Ventaneando, mismo que autodenominó "de crítica televisiva", y que en un principio fue novedoso porque hacía evidentes muchos errores que cometen las producciones, y alguno que otro resbalón moral o escandaloso de los famosos... pero aquello desató reacciones muy pronto, al grado de que la titular del programa fue demandada en varias ocasiones, pero gracias al rating que ha tenido Ventaneando desde sus inicios hasta la fecha, hoy por hoy la conductora se ha hecho intocable, una nube de poder e impunidad la rodea, y cuentan las malas lenguas que en la televisora del Ajusco tiene un piso completo para ella y su equipo, que son los que manejan a su antojo las notas del espectáculo que se dan en los canales de TV Azteca.


Paty Chapoy es la nueva constructora y destructora de estrellas. Lo que en su tiempo hizo Raúl Velasco, elevando a categoría de ídolos a quienes él quería, y destrozando a quienes le caían mal, es lo que ahora hace esta señora voluntariosa y desagradable, cuyo mal ejemplo ha sido seguido por muchas personas, y cuyo modelo ha sido imitado en muchos programas, tanto así, que se ha perdido la línea entre lo artístico y lo personal, no se sabe qué es arte ya. Un artista es sinónimo de un naco guapo y con dinero, y la cosa no es así.


No conformes con esto, en 2002 importamos un formato que llegó para quedarse: el Reality Show. Y entramos a ese mundillo por la puerta de enfrente: con Big Brother, un fenómeno que atrapó tanto a científicos sociales como a morbosos y pervertidos. Descubrimos que teníamos tanta hambre de realidad, habiendo sido sometidos a décadas de engaños, que nuestros ojos devoraban las imágenes que eran tan reales que mordían. La televisión por cable tuvo el "privilegio" de transmitir desnudos, sexo explícito, palabras altisonantes que aunque en tele abierta se cubrían aún con el famoso beep, eran tan obvias que hasta el niño más inocente sabía lo que se ocultaba detrás de tan molesto ruido.


Aparentemente hubo más apertura hacia las minorías. La paulatina desaparición de la censura hizo que muchas personas aprovecharan la ocasión para hacer programas inteligentes, serios, y para defender causas nobles como la equidad de género o combatir otras como la discriminación hacia los indígenas y homosexuales, pero como siempre, aunque se habla casi sin tapujos de muchas cuestiones, se privilegia la mofa absurda ante la verdadera crítica.


Y por si fuera poco, la proliferación de la Red de Redes por todo el mundo, sigue vendiendo tanto sexo y violencia, que las generaciones más jóvenes han nacido en medio de este caos visual. Les damos la bienvenida con nota roja, con video juegos de guerra y sangre, con titulares diarios de gente sin ropa o sin tripas, con programas de televisión en donde gente bonita físicamente hace porquerías intelectuales o espirituales, y debemos enseñarles a nuestros hijos la diferencia entre lo que se ve llamativo y lo que en verdad vale la pena.


Nunca pensé decir que extraño la censura, pero creo que va siendo tiempo de cuidar, así como el alimento, qué es lo que nos metemos por los ojos, como lo hacemos con lo que nos metemos por la boca.



*

jueves, 25 de junio de 2009

Los huevos de don Arturo

(o "En todos lados se cuecen habas"...-se aceptan ideas para la versión mexicana-)


POST PIRATEADO TAL CUAL DEL BLOG DE ÁLVARO ANCONA
(usted dispense)

Arturo Pérez-Reverte XL-Semanal.


C.c.p. Elba Esther Gordillo, Alonso Lujambio, y los maestros que no fueron a dar clases hoy.


PERMITIDME TUTEAROS, IMBÉCILES

Cuadrilla de golfos apandadores, unos y otros. Refraneros casticistas analfabetos de la derecha. Demagogos iletrados de la izquierda. Presidente de este Gobierno. Ex presidente del otro. Jefe de la patética oposición. Secretarios generales de partidos nacionales o de partidos autonómicos. Ministros y ex ministros -aquí matizaré ministros y ministras- de Educación y Cultura. Consejeros varios. Etcétera. No quiero que acabe el mes sin mentaros -el tuteo es deliberado- a la madre. Y me refiero a la madre de todos cuantos habéis tenido en vuestras manos infames la enseñanza pública en los últimos veinte o treinta años. De cuantos hacéis posible que este autocomplaciente país de mierda sea un país de más mierda todavía.

De vosotros, torpes irresponsables, que extirpasteis de las aulas el latín, el griego, la Historia, la Literatura, la Geografía, el análisis inteligente, la capacidad de leer y por tanto de comprender el mundo, ciencias incluidas. De quienes, por incompetencia y desvergüenza, sois culpables de que España figure entre los países más incultos de Europa, nuestros jóvenes carezcan de comprensión lectora, los colegios privados se distancien cada vez más de los públicos en calidad de enseñanza, y los alumnos estén por debajo de la media en todas las materias evaluadas.

Pero lo peor no es eso. Lo que me hace hervir la sangre es vuestra arrogante impunidad, vuestra ausencia de autocrítica y vuestra cateta contumacia.. Aquí, como de costumbre, nadie asume la culpa de nada. Hace menos de un mes, al publicarse los desoladores datos del informe Pisa 2006, a los meapilas del Pepé les faltó tiempo para echar la culpa de todo a la Logse de Maravall y Solana -que, es cierto, deberían ser ahorcados tras un juicio de Nuremberg cultural-, pasando por alto que durante dos legislaturas, o sea, ocho años de posterior gobierno, el amigo Ansar y sus secuaces se estuvieron tocando literalmente la flor en materia de Educación, destrozando la enseñanza pública en beneficio de la privada y permitiendo, a cambio de pasteleo electoral, que cada cacique de pueblo hiciera su negocio en diecisiete sistemas educativos distintos, ajenos unos a otros, con efectos devastadores en el País Vasco y Cataluña.

Y en cuanto al Pesoe que ahora nos conduce a la Arcadia feliz, ahí están las reacciones oficiales, con una consejera de Educación de la Junta de Andalucía, por ejemplo, que tras veinte años de gobierno ininterrumpido en su feudo, donde la cultura roza el subdesarrollo, tiene la desfachatez de cargarle el muerto al «retraso histórico». O una ministra de Educación, la señora Cabrera , capaz de afirmar impávida que los datos están fuera de contexto, que los alumnos españoles funcionan de maravilla, que «el sistema educativo español no sólo lo hace bien, sino que lo hace muy bien» y que éste no ha fracasado porque «es capaz de responder a los retos que tiene la sociedad» , entre ellos el de que «los jóvenes tienen su propio lenguaje: el chat y el sms». Con dos cojones.

Pero lo mejor ha sido lo tuyo, presidente -recuérdame que te lo comente la próxima vez que vayas a hacerte una foto a la Real Academia Española-. Deslumbrante, lo juro, eso de que «lo que más determina la educación de cada generación es la educación de sus padres» , aunque tampoco estuvo mal lo de «hemos tenido muchas generaciones en España con un bajo rendimiento educativo, fruto del país que tenemos»

Dicho de otro modo, lumbrera: que después de dos mil años de Hispania grecorromana, de Quintiliano a Miguel Delibes pasando por Cervantes, Quevedo, Galdós, Clarín o Machado, la gente buena, la culta, la preparada, la que por fin va a sacar a España del hoyo, vendrá en los próximos años, al fin, gracias a futuros padres felizmente formados por tus ministros y ministras, tus Loes, tus educaciones para la ciudadanía, tu género y génera, tus pedagogos cantamañanas, tu falta de autoridad en las aulas, tu igualitarismo escolar en la mediocridad y falta de incentivo al esfuerzo, tus universitarios apáticos y tus alumnos de cuatro suspensos y tira p'alante. Pues la culpa de que ahora la cosa ande chunga, la causa de tanto disparate, descoordinación, confusión y agrafía, no la tenéis los políticos culturalmente planos. Niet. La tiene el bajo rendimiento educativo de Ortega y Gasset, Unamuno, Cajal, Menéndez Pidal, Manuel Seco , Julián Marías o Gregorio Salvador, o el de la gente que estudió bajo el franquismo: Juan Marsé, Muñoz Molina, Carmen Iglesias , José Manuel Sánchez Ron, Ignacio Bosque, Margarita Salas, Luis Mateo Díez, Álvaro Pombo, Francisco Rico y algunos otros analfabetos, padres o no, entre los que generacionalmente me incluyo.

Qué miedo me dais algunos, rediós. En serio. Cuánto más peligro tiene un imbécil, que un malvado.
*

AMÉN :)