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jueves, 16 de septiembre de 2010

¿Los libelos de las libélulas?

Si usted piensa que al ir a ver Las Tandas del Centenario se va a encontrar con buen teatro... está usted en lo cierto. Y tal vez sea lo único que necesita saber para comprarse un boleto en primera fila, o en el lugar que usted prefiera, y sentarse a saborear una deliciosa tarde-noche en compañía de sus seres queridos. El entretenimiento está asegurado, y le garantizo que al menos sale usted con una amplia sonrisa, gustoso de haber decidido conocer esta propuesta, de la que, si quiere usted saber más, ya le platico en las siguientes líneas./
Producto de un concienzudo proceso de investigación sobre la Historia del Teatro de Revista ligada a la Historia de México, Pedro Kóminik trae este concepto personal en donde se reencuentra con sus raíces mexicanas y teatreras, reafirmándose en cada línea y en cada nota de las canciones interpretadas./
El oficio del escritor Carlos Pascual -a quien se le pidió ayuda para elaborar el texto y dirigir la escena- queda manifiesto en la riqueza del lenguaje y el cuidado de los albures. El nivel es muy bueno, se nota su experiencia en la elaboración de personajes, situaciones y enredos que en este caso, con un estilo descaradamente brechtiano, nos narra la historia de un grupo de actores, músicos y cantantes que son sometidos a los abusos de Doña Genara, la administradora del teatro que está supeditada a la figura en el poder, de acuerdo a sus intereses monetarios./
La obra transcurre con aparente ligereza, así que no espere usted encontrar una crítica social directa como en tiempos de Palillo, ni una producción de 40 tiples, pues corre el peligro de salir decepcionado; más bien le invito a buscar la reflexión desde el centro mismo de la vida de los personajes y en el profundo contenido de los textos. Comparto aquí mi muy personal visión:/
Mariano Ocampo -Pedro Kóminik-: Galán fiel, secreto militante de la ideología liberal, el personaje de este dandy tiene un obscuro perfil que se oculta como la cara perdida de la pérfida Luna: es un traidor, una falsa víctima de los tiempos y circunstancias. Tras la brillante apariencia de un empresario exitoso, se esconde un ser pusilánime y convenenciero cuyo gestus de acariciar constantemente un real de oro, nos revela a un hombre frívolo con sueños de ser revolucionario. Podemos en momentos odiarlo, ver asomarse a la maldad detrás de su rostro ambicioso y sin escrúpulos, pero quizás gracias a que el personaje fue estrictamente creado para este actor, nunca alcanzamos a detestarlo, nunca llega a ser tan insoportablemente indignante. El carisma de Kóminik rebasa todo intento de apasionamiento con el personaje en cuestión. Tal vez hizo falta hacer más énfasis en la debilidad de carácter de Mariano Ocampo, pero esto hubiera llevado a la utilización de otro género, y me queda claro que no se quería dejar un mensaje trágico al espectador. Sin embargo el uso de la tragicomedia para temas como este y en estos momentos es cruel y desgarrador: un final abierto es posiblemente la causa de las críticas que ha recibido la puesta, y en las que abundaré un poco más adelante./
Quien conoce el talento de este gran artista, no se sorprenderá al verlo bailar, escucharlo cantar y hacer varios personajes como dueño del teatro en donde se desarrolla la ficción. Y antes de que diga usted que el señor se luce, me adelanto a defenderle sin reservas, pues en los teatros de revista de principios de siglo era inexcusable entrarle a todo en los números presentados, y sin embargo, sólo tiene uno para él solo, por lo que no verá un concierto de sus habilidades, sino que encontrará variedad, no le quepa la menor duda.


Doña Genara Padilla -Pilar Boliver-: Hay que reconocerlo, la señora es graciosa por naturaleza, pero...sin demeritar la preparación actoral y los años de carrera que le anteceden, la también conductora de Farándula 40 está sobreactuada la mayor parte del tiempo. Instalada en la encarnación de Jim Carrey o de Dario T. Pie, no me gustó demasiado. Es cierto que de todos los personajes es la que más arranca sonrisas, pues entre su figura, los gestos y la voz, alcanza momentos de verdadera hilaridad con el público, pero sí, el humor que trabaja es muy cliché, y en las maneras a veces no se sabe si está uno viendo a La Roña o a La Manigüis. De acuerdo con sus tablas y talento, dudo que no pudiera sacarle una personalidad distinta a la ambiciosa administradora. Me parece que confió demasiado en su personalidad, en la naturalidad con que puede burlarse de las cosas y las personas, lo que afortunadamente para ella, le hace tener un buen click con la gente, que finalmente le regala una muy buena ovación. Aunque no tiene número musical, pues su personaje sólo administra los dineros, es muy gracioso verla queriendo robarse la escena en varios momentos. Seguramente le gustará.

Carlos Truchuela -Eugenio Bartilotti-: Si alguien se disputa el ángel con el protagonista, este actor es quien lo hace. Y no hablo del Ángel de la Independencia que sirve de fondo para un número musical, sino del halo de honestidad, talento y buena vibra que rodean al mencionado actor. Eugenio no sólo es bueno en los números musicales y en las diversas caracterizaciones, sino en su recreación de un Truchuela siempre taciturno, agobiado, sin esperanzas. Aun si esto fuera poco, el actor que parece estar en un gran momento de su carrera luce excelente en la comedia, muy versátil entre los números de "Jodoncio y Afrodisia" y "Los Pelados", este último, maravilloso. Por mucho uno de mis favoritos.

Y aquí es donde me gustaría hacer una acotación: no parece casual que el personaje que interpreta Bartilotti: dramaturgo y actor soñador, quien termina vendiéndole el alma al Diablo, se llame precisamente Carlos. ¿Una auto referencia, señor Pascual? El detalle me pareció un guiño triste, certero, aunque un poco superficial. El escritor constantemente cuestionado por su clase social o preferencia sexual, siempre hambriento de reconocimiento y fortuna, es capaz de hacer cualquier cosa en pos de obtener dichos beneficios. Pareciera un intento de Pascual por hacerse trizas, y con él a muchos grandes talentos de carne y hueso, encima de cuyas cabezas pesa la sombra de Televisa, esa empresa gigantesca que durante mucho tiempo abanderó los intereses del gobierno y que ahora lucha por deslavar esa imagen con muy contados aciertos. De ahí que me parece -al menos- un buen truco, escribir el papel para actores carismáticos en estos dos personajes: uno se llega a olvidar de que se traicionan a sí mismos y de que se disculpan todo el tiempo, incluso citando al mismísimo Brecht./
Las Tiples -Dalia Rodríguez, Olinca Velázquez, Verónica Alvarado-: Variadita la situación. Quien hace el papel de Carlota es una soprano que no entiendo si desafina a propósito, o es que las funciones han sido tan intensas, que le tienen horrible la voz a la pobre dama, aunque es sabido que quien alcanza notas muy altas cautiva al público casi por defecto, así que no le va mal en el aplauso. Quien hace el papel de Lupita al parecer es muy joven pero tiene todo para ser una excelente actriz, ya que a diferencia de las demás, transmite una energía muy positiva, de mucha franqueza y profesionalismo. Y quien aparece en el papel de Romualda, sobrina de Doña Genara, es la que menos brilla de todas, amén del encomiable esfuerzo que representa la preparación de los números en que aparece. Pero a fin de cuentas, en esa época, estrellas de revista como María Conesa sustituían su falta de técnica vocal con otros dones, como la chispa de una apabullante personalidad, y en este caso por lo pronto, el reparto está muy bien balanceado, no encontramos miscast alguno: la aspirante a dama de alcurnia, la que se siente diva y la representante de la mujer del pueblo están... que ni mandadas a hacer, producto del buen ojo de quienes tuvieron la responsabilidad de elegir al elenco. En las tiples se encuentra un equilibrio de caracteres que le va muy bien al concepto.

Los músicos son encantadores, su talento indiscutible y su arte, parte imprescindible del montaje; las canciones son fantásticas, me parece que originales de la época en la mayoría de los casos, por lo que ayudan a generar el ambiente melancólico por un México perdido; las coreografías son divertidas y el discurso...el discurso es demoledor: "El mundo está cambiando y por lo mismo, nosotros no debemos cambiar." "Los cómicos nunca hemos cambiado al mundo." (Ouch!)

Por diálogos como estos el trabajo ha recibido algunas críticas, como el haber desperdiciado "una oportunidad inmejorable de dar vino nuevo en odres viejos"(1) o se le calificó de "apenas una débil nota amable muy al margen de lo que interesa vitalmente."(2) Y sin afán de convertir esto en una apología de la obra, al parecer los periodistas citados se acercaron con demasiadas expectativas políticas dadas sus propias referencias históricas del género, mismas que no dudan en mencionar como argumento para respaldar sus opiniones.

Aquí les concedo un poco de razón, ya que el espectador nacional está ávido de propuestas comprometidas, sobre todo en tiempos de violencia y desencanto, pero no es justo politizar una obra que tiene tanto tiempo de producción, investigación y alma de los implicados, aduciendo una "moda derechista", es decir, una "invitación al inmovilismo ante cualquier cambio." Creo que no puede reducirse a eso: al menos a simple vista, este concepto no pretendía ser un panfleto político, por eso nunca lo prometió así la propaganda. Tampoco es una denuncia tan cruda como el más reciente filme de Luis Estrada, ni mucho menos un homenaje a los héroes de la patria como la última serie histórica de Televisa (en donde, dicho sea de paso, Kóminik y Pascual tuvieron una importante aportación teórica y artística).

Las Tandas del Centenario es una propuesta estética, un punto de vista personal, enrarecido quizá en cierta medida por el logotipo de los festejos oficiales, la beca del FONCA -dinero sin el que, seguramente los vestuarios y la escenografía no estarían tan lucidores-y el ansia de que alguien nos diga las cosas a quemarropa. Por lo tanto la obra no es un "mal melodrama" como lo califica la periodista en su artículo, es una "gran tragicomedia", tan grande que devela sin miramientos el motor de quienes se dicen artistas en la sociedad mexicana, y no sólo eso, sino que deja muy claro que los nuestros, como los de hace un siglo, son tiempos de una cruenta lucha por la supervivencia, únicamente justificable por el miedo en el que nos hallamos inmersos todos.

Cierto que una comedia en donde quedaran ridiculizadas las debilidades de Mariano o de Doña Genara podría haber sido más fuerte, más golpeadora, y la motivación a la reflexión tal vez sería más efectiva, se vislumbraría una postura más clara. Aquí sí coincido con Olga Harmony: "extraña en un escritor ganador del Premio Bicentenario de Novela Histórica." y además, con tanto callo dentro de este género.
También estoy de acuerdo con Bruno Bert en que al tratar de revivir la época del teatro de revista -casi abuelo de nuestro actual cabaret-"ni podemos reproducir lo de antaño ni tiene demasiada importancia hacerlo"...

...¡pero a este artista se le pegó la gana, ¿y qué?! Vive la liberté d'expression!! No está apelando a la movilización armada, es más, en la mayoría de los asistentes puede que apenas provoque la movilización intelectual, pero la movilización emocional está a flor de piel, es inevitable, pues nos pega en la nostalgia, y lo que es más laudable: los mexicanos actuales -y sobre todo las generaciones jóvenes- ¡alcanzamos a extrañar un país que ni siquiera conocimos en carne propia!, ¡añoramos unos tiempos en que los espectáculos populares eran aaaaaaaabsolutamente otra cosa! y eso en tan solo dos horas que se viven como una montaña rusa de sentimientos. La adrenalina es tal, que es casi seguro que le quedarán ganas de volver... pero de volver para verla una segunda vez, o si se puede, una tercera, ¿y sabe por qué? porque Las Tandas del Centenario no se parece a nada de lo que hay actualmente en oferta teatral respecto al tema.

Ya usted verá lo que quiera ver y se identificará con el personaje que usted quiera, que yo al menos, me encontré reflejada en Lupita: mujer mexicana, trabajadora, digna y sobre todo tontamente enamorada, muy -pero muy- a pesar suyo.

La temporada termina este domingo 26 de septiembre en el Julio Castillo, así que aún tiene una semana para disfrutar esta puesta que, lo que es a mí, me dejó satisfecha, inspirada, reflexiva...


♪♫"Y algo más también, difícil de decir...y algo más también, que no he de repetir..."♪ ♫ ;)


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martes, 31 de agosto de 2010

La Tragedia y la Comedia son mellizas

¿Han tenido ganas de hablar alguna vez de algo y de repente se aparece el pretexto idóneo? Eso es lo que me ocurre a mí al celebrar el primer año al aire de un programa de televisión.

Al parecer la historia de El Empujón, el noticiero matutino de Proyecto 40, no tiene nada más un año de vida, si tenemos en cuenta que ha existido un proceso desde que su titular Salvador García Soto inició el concepto de El Weso junto con Fernando Rivera Calderón y su equipo.

Fue en el año 2005 cuando este programa inició sus transmisiones por WRadio, emisora perteneciente al Grupo Televisa, y aproximadamente dos años después, cuando tanto El Señor Periodista (García Soto) como el Duende Preguntón (Christian Ahumada) salieron del programa en medio de una densa nube de especulaciones: que si les habían recortado el presupuesto y no podían pagarles a todos, que si querían que el Duende y sus preguntas fueran bajas en calorías, que si había habido conflictos entre las formas de ver el periodismo entre compañeros (esta última, inventada por mí en este momento)... que si la emisora se quería adjudicar la creación del personaje del mencionado duende, en fin, muchos dimes y diretes.

El caso es que al poco tiempo, García Soto y Ahumada aparecieron con sus respectivos personajes en el noticiero Contraportada que Carlos Loret de Mola conducía para Radio Fórmula. Más adelante El Señor Periodista concibe La Chuleta, su propio noticiero de corte similar a El Weso (noticias, música y humor) junto a su mancuerna El Duende, acompañados ya entonces por Javier Risco, y por La Sonora Chuleta-Pepe Navarro y Enrique Canales- en la parte musical.

Poco tiempo después pilotearían una versión televisiva titulada De Buenas a Primeras en la que se integraría la actriz Monserrat Marañón, para que posteriormente se presentara como proyecto acabado: El Empujón para Proyecto 40.

Cabe mencionar que este no es el primer intento de mezclar noticias con parodia política. No podemos olvidar otra mancuerna similar, compuesta por un periodista y un actor: Carlos Pascual y Pedro Kóminik en sus delirantes Operíticas para el noticiero Séptimo Día, conducido por Ciro Gómez Leyva y Denisse Maerker; trabajo por el cual recibieron junto a su productor Alejandro Aguirre "El Machín", el Premio Nacional de Periodismo en el 2001 en la categoría de Caricatura Política, cuando todavía era CNI Canal 40.

Este par de artistas fueron pronto absorbidos por Televisa y retitularon su trabajo como La Grillópera, para tener breves apariciones en los noticieros de Joaquín López Dóriga, Carlos Loret de Mola y Adela Micha.

No conformes con esto, los televisos movieron cielo, mar y tierra para llevarse a Brozo, personaje nacido en Imevisión (hoy TVAzteca) en la década de los 90´s, y quien gozaba de un éxito enorme con su informativo El Mañanero en el mismo canal 40.

Luego de los problemas legales por los que cruzó el canal, Víctor Trujillo 'Brozo' aceptó la oferta y se mudó a Televisa para seguir haciendo el programa, y literalmente cargó con todo, pues dicen que hasta se llevó técnicos y demás colaboradores, como condición de que su programa siguiera siendo 'el mismo'.

Posteriormente en el gobierno de Vicente Fox, en pleno ejercicio de la libertad de expresión y con la recién estrenada ilusión de democracia, TV Azteca lanzó Los Peluches, y Televisa ofreció La Parodia, programa de crítica política que después derivó el El Privilegio de Mandar, donde destaca la figura de Christian Ahumada, mejor conocido como El Duende Preguntón. (Se rumora que dicha serie fue mandada quitar directamente por Gobernación, dadas las condiciones en las que el actual presidente ascendió al poder.)

¿Qué ha pasado ahora con esos grandes personajes como Pascual, Kóminik y Trujillo? El primero se ha convertido en un respetado referente de la empresa, actual ganador del Premio Grijalbo Centenario en la categoría de novela histórica, guionista de algunos capítulos de Gritos de Muerte y Libertad -producción de Televisa para el Bicentenario de la Independencia-, guionista de la segunda temporada de Mujeres Asesinas, y libretista de Las Tandas del Centenario, obra que, a iniciativa personal de Pedro Kóminik, después de un larguísimo proceso de investigación, intenta recuperar el teatro de revista y la crítica social en tiempos de festividades patrioteras. Para este último trabajo, Kóminik, por un lado cantante de ópera y por otro, actor de cabaret recibió la beca del FONCA el año pasado.

Sin embargo hay quien dice que, a pesar del innegable talento de estas dos personalidades, el compromiso con el que se habla en dicha obra está 'deslavado', ya que está avalado por el gobierno con el sello de los festejos oficiales y por lo tanto no va más allá de una linda propuesta artística... pero al respecto ya podré comentar más ampliamente cuando vaya a verla.


Por otro lado está Víctor Trujillo, quien luego de permanecer un rato con El Mañanero en Televisa, y después del fallecimiento de su esposa y productora, intentó "volverse serio" y deshacerse del personaje de payaso alburero para tener su espacio noticioso titulado El Cristal con que se mira, mismo que no tuvo la misma aceptación y obligó a su titular a tomar posesión de la barra nocturna y volver a pintarse la cara para hacer el semanario llamado El Notifiero.


En este año 2010, tal vez porque los colores del disfraz de Brozo coinciden con los del lábaro patrio, Víctor Trujillo trae de vuelta una nueva versión de El Mañanero, mismo que al parecer sustituiría a El Matutino Express, programa espantoso que también hizo un intento grotesco de meterle risa a la noticia, teniendo a Esteban Arce y 'El Estaca' -comunicadores de la desaparecida estación radial WFM (100%Televisa)- como titulares... por cierto que ahí tenía su espacio muy bien plantado Fernando Rivera Calderón en la editorial musical, y también por ahí apareció de pronto el mismísimo Carlos Pascual como 'conductor interino', antes de la polémica manifestación de ignorancia y homofobia que finalmente estuvo a punto de llevar a Arce FUERA DEL AIRE.


Ahora que El Mañanero 2010 se transmite en horario que hace competencia directa con El Empujón, dicen que Trujillo ha perdido seguidores. Yo casi casi me cuento entre ellos, pues aunque es un hombre muy inteligente y estudiado, está muy lejos de la transparencia con la que parecía llevar su trabajo años antes. Es un hombre preparado, culto, pero hay ocasiones en que su programa parece una escuela de albures, y distrae o abarata las noticias en momentos. ¿Qué maldición pesará sobre Televisa que todo lo que toca lo convierte en oro...pero de muy bajo kilataje? ¿Qué puede hacer para quitarse de encima esa imagen de la dupla Azcárraga=Partido en el Poder? No todo es lana en el mundo, y preocupados por la apariencia, enviciados por seis décadas de hacer televisión, como que de creatividad, nomás nada. Todo luce impecable, pero espantosamente plástico, a pesar de las buenas intenciones.


Así que luego de hacer un poco de memoria, llega el momento de preguntarme, ¿qué puede pasar con la gente de El Empujón, de Salvador García Soto? ¿Lo puedo imaginar engrosando las filas de la Televisora más grande de Latinoamérica y bajándole dos -o más- rayitas de intensidad a petición de los directivos? ¿Será que Fernando Rivera Calderón seguirá sintiéndose contestatario por habérsele prohibido cantar la cumbia del Himno Nacional en su espectáculo cabaretero La Venida de los Insurgentes? Me queda claro por qué ya no están juntos...


Yo no sé ustedes, pero yo quiero creer en este nuevo equipo. Si bien no me gustan mucho ciertos personajes, ciertas canciones, y la impresión que me deja un mal sabor de boca, de estar haciendo muchas cosas "al ahí se va"; lo cierto es que la persona de Salvador García Soto, también columnista del periódico El Universal, merece todo mi respeto por sus agallas y su trabajo tan profesional. Lo mismo puede decirse, aunque en menor medida de Christian Ahumada, cuyo talento es equiparable al de Los Polivoces de antaño, pero con mucha menos experiencia y callo para la improvisación. Segura estoy de que va a crecer, y para muestra de lo bien que puede hacer las cosas, está su logradísimo trabajo con El Duende.


Pepe Navarro y el maestro Canales, quienes se hacen llamar Los Curuleros de San Lázaro, son también buenos en lo que hacen, pero es que tal vez no se han visto de lejos, al igual que Monserrat Marañón.


No es lo mismo estar frente al toro, que pagar un boleto de entrada, lo cual hago yo en este caso, pero precisamente porque creo que mezclar humor con malas noticias no sólamente es acertado, sino urgente en estos tiempos, es que sigo pagando mi apuesta por este proyecto que recién cumple un año al aire. Quiero felicitar a los implicados, y espero que entiendan la dimensión del compromiso que adquieren al estar frente a las cámaras con un género tan delicado como es la comedia, en momentos tan trágicos como los que vivimos hoy.


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