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lunes, 24 de mayo de 2010

Ópera Prima: el beneficio de la duda

Hace una semana escribí sobre este reality show que Canal 22 ha traído a nosotros con el apellido Cultural. Fui sincera en mis críticas, como pienso seguirlo siendo ahora que quise ver la segunda gala que se ofreció la noche anterior. Así que sin más preámbulo empiezo ennumerando los puntos a su favor:


  • El cambio de escenografía fue muy acertado. Mucho más cómodo para los cantantes, que esperaban detrás de un telón sencillo pero elegante, en vez de estar exhibidos como niños de kinder que esperan su turno para pasar a hacer la gracia. El escenario italiano conviene mucho más que el circular en estos casos, y lo tocante a si el público está compuesto por trabajadores del canal o no, me parece intrascendente.


  • El vestuario también fue un acierto. No sé si hayan leído mi sugerencia del post pasado, o si no fui la única que comentó eso, pero verlos aparecer en su mayoría vestidos de negro, muy elegantes y discretos, fue agradable para la vista. De pronto pensé que la ropa que habían lucido anteriormente era directamente extraída de sus propios velices, pero como en los créditos aparece el Palacio de Hierro, por lo menos se esperaba ver lo que vimos anoche y no un desfile de moda casual de Suburbia. La imagen de los concursantes fue mucho más cuidada, respetando el glamour que rodea al mundo de la ópera sin que esto se viera demasiado pretencioso o exagerado.


  • Que Claudia Ramírez fuera dejada un poco de lado en la conducción era justo y necesario. El Patán que entró en su lugar (ahora recuerdo que se llama Julio y es escritor) tiene mucho más callo en los tele prompters y al menos, más espontaneidad y frescura que la otrora cara bonita de las telenovelas.


  • Agregar datos sobre qué comen los aspirantes y cuáles son sus gustos musicales, aligeró esa pesada lejanía que a veces suele nublar la apreciación de que los cantantes de ópera son seres humanos comunes, con una gran voz, pero humanos al fin y al cabo.


  • Las cenas ofrecidas a los concursantes son una verdadera delicia, hasta se antoja estar ahí. Creo que eso les ayuda verdaderamente a relacionarse más y adentrarse en el mundo de la música culta en México, así que al salir, buenas oportunidades de trabajo pueden surgirles, me parece fantástico que inviertan en la parte social del asunto, que es también importante.


  • Algo que no mencioné la vez pasada, pero que me sigue encantando, es la actitud de los expulsados cada vez que los entrevistan al finalizar el programa: sí, seguramente es un protocolo que están siguiendo, pero es maravilloso. No hay esa ardidez que manifiestan en otros programas, hay respeto, camaradería, y eso se agradece, así sea porque estén respetando una línea solamente, o porque en verdad lo sientan. Me parece muy agradable que se despidan con una sonrisa, aunque todos sepamos que salir expulsado no ha de ser nada bonito.


  • Que haya una explicación de las arias, estupendo. Para quien no conoce la historia, eso hacía falta desde un principio.


  • Alan Pingarrón no sólo es el favorito de una gran mayoría debido a su voz, también parece ser una persona agradable, no como muchos discapacitados que -con el debido respeto- sienten que todo lo merecen por faltarles algo. Hermoso el detalle de solidaridad de su compañero que lo ayudó a ensayar su nueva aria, muy bello el aprendizaje que de algún modo el público también está teniendo a través de los comentarios de sus maestros, que nos adentran poco a poco a una realidad que desconocemos. Aunque me pregunto, ¿no hay música escrita en Braille?


  • Y lo mejor de la noche fue Lázaro Azar Boldo. ¡Ma, qué cosa! Comentarios amplios, bien explicados, generosidad, crítica constructiva. ¡Por favor que ya no se vaya! ¡Que se quede ahí como crítico permanente, que les diga sus verdades a todos! Creo yo que ha sido el más congruente de los que han estado hasta ahora. La cantante Encarnación Vázquez también hizo muy buena crítica, pero sigue sin gustarme que sólo uno externe su opinión de cada participante, seguramente es por el tiempo, pero estoy acostumbrada a que la polémica surja de la confrontación de los jueces, lo cual le da tanto a quien se está preparando, como al espectador, un panorama un poco mayor para conocerse y conocerlos como cantantes.

Y bueno, creo que con esto estoy llegando a lo que definitivamente no me acaba de gustar del programa:

  • Claudia Ramírez, sí. A falta de argumentos extiende una tonta sonrisa. No me va, lo siento mucho.


  • Un comentario de Julio Patán no venía ni al caso. Aprobando o desaprobando los gustos de los participantes me empieza a caer pesado. Cuando presentó a Lola -si no me equivoco, la única mezzo que queda- leyó que le gustaba Silvio Rodríguez, y apuntó, tratando de parecer una persona de gustos exquisitos, que "ojalá corrigiera ese defecto pronto". Creo yo que si el programa está validado por la SEP, algo de educativo pretenderá tener, por lo tanto hacer juicios sobre los gustos bastante respetables de todos, no da pie a la sensación de pluralidad y democracia que desde siempre nos quieren vender desde esa institución. La cultura es muy amplia, no sólo es Puccini o María Callas. También está la trova, género musical que a algunos les da hueva porque surge de un estrato social oprimido, deprimido y con ganas de alas, pero que es tan valioso culturalmente como Chavela Vargas, que a mí no me gusta, pero a quien el conductor no puso peros. Ojalá no intentara caernos siempre bien y fuera más cuidadoso con su espontaneidad, que está bien, pero que salta en momentos como este.


  • Las arias completas. Es un tema que se ha empezado a externar desde las redes sociales y en el cual estoy parcialmente de acuerdo. Probablemente por tiempo haya que recortar la partitura y eso no está mal si no nos olvidamos de que es un rea-li-ty show, un concepto frivolón, una muestra breve de lo que alguien puede preparar en una semana. Sin embargo al menos sería prudente que nos dejaran ver al cantante desde que llega y se para a cantar. Nos lo enciman con la voz hablada, y al final sólo vemos un pedazo del pedazo de aria.


  • "No pierdas jamás la oportunidad de emocionar a la gente", palabras de Fernando de la Mora que en facebook son rescatadas como "Inmortal, sabia y emotiva frase". Punto número uno: ¿es mi imaginación o se contradice el hecho de sentir la música desde dentro, de posesionarse de la emoción del personaje y, por otro lado, tener la intención de emocionar a los otros? Creo yo que si uno se emociona, contagia, pero si uno intenta emocionar al otro, es más difícil lograrlo. El público no es un títere de nuestro talento, es gente que vibra o no con lo que nosotros estamos sintiendo. Y punto número dos: a mí Fernando de la Mora jamás me ha emocionado. Sí, es uno de los tenores mexicanos más reconocidos, tiene buena técnica, mucha experiencia, por eso es por muchos mal llamado "maestro", pero de no ser porque está a la mano y levantaba el rating, yo no lo hubiera invitado. La gente famosa en este país no es famosa sólo por talento, veámoslo fríamente. Ya quisiera tener yo la voz del señor, su presencia, oírlo cantar en vivo es una experiencia grata, pero emocionante, al menos para mí, no, de plano.


  • Gabriel Mijares, por otro lado, cayó de mi gracia. No sólo se notó la marcada preferencia que tenía hacia una de las chicas, Jenny, y la mala onda que le tiró en todo momento a Álvaro, ambos finalmente expulsados, sino que en su crítica hacia la susodicha, lejos de aportarle a ella, o aportarnos a nosotros elementos más importantes para la apreciación o para su crecimiento, se echó todo un discurso que justificaba el que la muchacha no lo hubiera hecho excelente. Tache huarache. Y no se vale decirle al muchacho "por mí, ya te hubiera sacado". No es que trate de inyectarle coraje, aunque éste, más inteligente y humilde, se lo tomó de esa manera; es que es mala onda y punto. Hay maestros así en todos lados, eso no es discutible, pero en televisión indigna ver que si no caes bien, te ponen pie al cuello. No me agradó en lo absoluto. Y luego, que le dijera a la niña esta "A partir de ahora no le hagas caso a nadie más que a mí en los próximos cuatro años" (sic)... ... por favor, díganme que era broma.

  • "La maestra Teresa y yo nos abstendermos de votar por aquellos con quienes hayamos tenido algún vínculo laboral" Gabriel Mijares. "Más claro ni el agua" Julio Patán. O sea, sí, pero ¿de quiénes estamos hablando? Digo, no sé de qué tipo de agua estés hablando, conductor. A lo mejor de la de Iztapalapa. Nombres. Transparencia real, por favor.

  • ¿Qué les dije? Leticia Vargas. Es una cantante con trayectoria, incluso en su video de audición, el cual se puede ver en el sitio web del programa, todo en ella es profesional. Es bonita, sí, canta bello, sí, incluso De la Mora comenta: "no se trata de quién lo haga mejor, sino de quién avanza más", como diciendo que no tenía qué criticar en la impecable técnica. La maestra Teresa habló de que se entendían en el mismo idioma, ¡vamos! que aún sin conocerla, para nadie es ajeno que esta mujer les lleva un buen tramo de ventaja a sus compañeros, así que no es justo por ningún lado: si gana, fraude. Si la sacan después de mantenerla mucho tiempo, frustración y engaño para ella, quien al parecer es la más grande en edad también. No hagan eso, en buen plan.


  • Por un momento pensé que se iba, y muy mala fue mi sorpresa cuando dejaron a dos mezzos fuera (he dicho antes que es mi tipo de voz favorita). Daniela, esa mujer alta y delgada, de porte arrogante no gustó. ¿Por qué? Esa arrogancia la hacía ver más grande, y la voz no era espantosa, al contrario, desde Habanera, fue de mis favoritas. Jenny finalmente se fue con la aprobación de su maestro Mijares, pero se fue. Tan joven ella, tan buena voz. ¡Karen se hubiera ido desde hace ocho días! ¡Pero qué pasó aquí! "Te dejo una semanita más y te largas" Si desde el principio se vió que no daba el ancho. "Lástima, Margarita". Y la gestualidad de Álvaro era de resaltarse. No sólo tiene buena voz, esa presencia especial que le da mover el rostro como marioneta mientras canta, nos daba cuenta de una personalidad bien definida en escena. Merecía quedarse, merecía que lo oyéramos más, es lo que pienso.

En general, creo que el programa tiene todavía mucho que dar. Estaría interesante que le siguieran con la misma aria esta semana, la perfeccionaran y ahora nos la presentaran ¡¡con vestuario!!. Si la ópera es un conjunto escénico, más que una emisión perfecta de voz, el disfraz ayuda a posesionarse del personaje, y explorar esa parte sería llamativo e interesante. A ver qué se les ocurre entonces.

Por lo pronto no prometo una crónica por gala, aunque es muy probable que siga teniendo ganas de hablar al respecto. Fue muy grato ver a Jorge Volpi en el público tarareando algún aria y conviviendo con los estudiantes en la cena. Al ojo del amo, engorda el caballo, y ante el señor, me quito el sombrero. Ojalá todo vaya a mejor en las próximas galas.

Espero sus comentarios. ;)