domingo, 10 de enero de 2010

Respuesta no pedida a "Piropos marranotes"

Mi compañero Rojo Córdova publicó en su blog una lista de cosas guarras que los hombres les dicen a las mujeres. Me divertí como enana, pues sería hasta un halago que algún "caballero" nos regalara alguna de estas joyas literarias, pero como eso puede tardar para que suceda, le contesto a mi buen colega de blogs y de cabaret, con unas palabritas que alguna vez me enviaron en una de esas odiosas cadenitas que a veces sirven para bajarle a una la amargura.


El texto se llama "Si las mujeres fueran albañiles", piropos cochinotes dedicados a ellos. Algunos son variantes del ingenio masculino, otros más no pueden dejar de ser tiernos, pero estoy segura que morirían por que alguna de nosotras se los dijera, no lo nieguen. ¡Que lo disfruten!


            • Güero, güero, cuando quieras yo te encuero.

            • Con ese par de cojones, sí me quito los calzones.

            • Esos huevitos si están para estrellarlos.

            • Si cogerte fuera trabajo, no existiría el desempleo.

            • Bonitos pantalones, quedarían muy bien en el suelo de mi dormitorio.

            • ¡¡Con ese pajarito hasta yo canto!!

            • Con esa macana deberías ser policía

            • Hey suegra présteme un estropajo para bañar a su hijo del ombligo para abajo…

            • Tu mamá ha de ser repostera, por que hace cada bomboncito….

            • Ojalá fuéramos elefantes, para caminar agarrándote la trompa con la cola.

            • Quien fuera bizca, para verte dos veces.

            • Mi Rey jugamos a la basurita? yo me tiro al piso y tu me recoges.

            • Quien fuera reloj, para ser dueña de tu tiempo.

            • Que se le ponen a los frijoles??? e..!!! PAZOTE!!!

            • Hijo de Apache? !!! APACHITO!!!

            • Si fuera la Diana Cazadora ya te hubiera atravesado el corazón con una flecha de amor.

            • Papito préstame a tu general que yo te lo hago mayor.

            • Cosita, necesito llave para mi candado.

            • Mi Rey, cómo caminan las tortugas? ... ... apacito, apacito.

            • Papito, tu cosita se debería de llamar Carlos Slim… por que es ¡¡asquerosamente rico!!

            • Adentro la verdura y arriba tu figura…

            • Como quisiera que estuvieras en mi frutero, mango podrido, porque ya te pasaste de bueno.

            Si se les ocurren unos mejores (que debe haberlos), ¡COMENTEN! ;)

            jueves, 7 de enero de 2010

            Calderón, Arce y otras bellezas

            Últimamente me la he pasado haciendo trabajo de escritorio en casa, mismo que me permite estar al tanto de la red y de las cosas que empiezan a tener eco en las redes sociales, y como desde hace tiempo he estado queriendo hablar de ello, creo que ha llegado el momento.

            El día de ayer nuestro presidente envió un mensaje a la nación con motivo del año nuevo, y claro, como era de esperarse, el mismo debería estar cargado de esperanza y optimismo para que la gente que le cree todo a la tele, y que lamentablemente es una buena parte de la población, se estuviera tranquila y siguiera pensando que si el efe lo dice, por algo habrá de ser.


            Escuchar a Felipe Calderón con su acento mezcla de político tradicional y sacerdote de pueblo, no sólo fue un insulto para mis oídos, sino que un descarado escupitajo en el rostro: me remonté a la primaria, con los ojos bien blanquitos y el alma buena, pequeñita, con mochila en la espalda y vestida de blanco el lunes para la ceremonia, escuchando a la nefasta de mi directora hablando hipócritamente de los héroes que nos dieron patria, creyéndomela todita y soñando con algún día alcanzar la altura moral de alguno de ellos.

            Sin embargo ya no soy esa niña: tengo los ojos amarillentos por la sobreexposición al estudio y al sufrimiento, el alma buena desgarrada y en reconstrucción permanente, mujer adulta, con mi propia historia en la espalda y vestida de negro porque así me gusta. Ahora escucho hablar del hiper-mentado Bicentenario, esa celebración contra la cual tengo una afrenta personal, esa celebración que le roba tiempo y recursos a lo verdaderamente importante, esa celebración de la cual no quiero formar parte y de la cual no me puedo salvar del todo.


            Sé que me he propuesto este año nuevo defender lo que quiero hacer de mi vida contra viento y marea, y que si el año pasado parecía quijotesco tener pensamientos positivos ante tanta adversidad, en este año la aventura es poco más que kamikaze, pues la situación del país está en pleno retroceso, el futuro se vislumbra en medio de paraísos fiscales y de especulación de la bolsa, más pobreza, más violencia, más planes sin escrúpulos para cuidar que la riqueza siga quedando en manos de los mismos de siempre, mientras que el resto somos meros espectadores de un montaje macabro.


            ¿De algo habrá servido el "Maratón Guadalupe Reyes"? Si usted lo acostumbra y se avienta la borrachera y el despilfarro desde el 12 de Diciembre hasta el 6 de enero, ¿ya está listo para enfrentar una cruda...? ¿Una muy cruda, crudísima realidad? Puede que no, por eso hay que irse de mezclilla al trabajo todos los viernes, y no dejar la sanísima costumbre del "viernes social" con los amigos de parranda, la chela del fin de semana o el pisto del mediodía, ¿o no?


            El Zeitgeist* de nuestro tiempo está repleto de frivolidad, acelere y evasión. Cuenta de ello la dan los dos ritmos de moda entre las clases sociales más populares: el reggaetón y el duranguense: si todo ritmo de baile tiene que ver con las pulsiones del cuerpo, y concretamente con la pulsión sexual, este par resume la furia y la prisa con que los individuos quieren acercarse sexualmente entre ellos: ¡tacatatán!, movimiento frenético, sudor, exhibicionismo, ausencia de vínculo emocional, hedonismo puro. Y si entramos al detalle de las letras, habría motivo de discusión de otro post completo, el cual de antemano prometo.


            Tampoco quiero decir que los tiempos del danzón eran mejores, pues la insatisfacción sexual de los individuos no tiene que ver con qué tan recatados y prudentes o aventados y locos sean los bailes de la época, sino con esa ausencia de vínculo afectivo que cada vez existe menos entre la gente no sólo para irse a la cama, sino para todo tipo de relación humana: de amistad, de trabajo, incluso de sangre.


            El caso es que estamos culturalmente enfermos, contaminados, nos ha atacado un extraño virus más difícil de estudiar que el mismísimo AH1N1 que tanto dio de qué hablar en tiempos recientes. Son unos pocos los que valoran más el dinero que la vida, por eso es que los secuestros en todas sus modalidades son el negocio de moda. Nuestras calles ya claman por ver sangre en la portada de un periódico y tetas en la foto de al lado.


            ¿Quién nos llevó a agotar como chacales los diarios de nota roja y las revistas pornográficas de la más baja calidad? ¿Es que el pueblo pidió todo esto siempre y generosamente nos fue otorgado, o es que en realidad fue estratégicamente creada esa necesidad de sangre y semen mezclados en un mismo coctel? Somos todo lo que vemos, lo que oímos, lo que decimos y lo que creemos, somos lo que consumimos y lo que nos acostumbramos a demandar así no sepamos qué consecuencias trae eso. De ahí que el caso Esteban Arce sea un ejemplo importante en estos momentos:


            El tipo en cuestión es un señor de esos que se quieren sentir jóvenes buena onda toda su vida, pero que en el fondo están más frustrados y amargados que nada. Yo lo escuchaba en mi época de secundaria en WFM, cuando junto a Jorge, El Burro Van Rankin conducía un irreverente programa. Después saltaron a Tele Hit con su programa El Calabozo, que era divertido por lo novedosa que de alguna forma resultaba su irreverencia... bueno, yo tenía poca edad y menos actitud crítica entonces, por eso me divertía. Ahora es titular de un programa que es mezcla de noticiario y revista, El Matutino Express, en donde poco a poco ha ido cobrando una fuerza de audiencia impresionante.


            El asunto es que recientemente se habla de un programa que salió en diciembre del año pasado, en donde se la pasó cuestionando si la homosexualidad era "normal", súper metido en la necia de que no lo era, de que es una perversión, así, igual de cerrado que Serrano Limón en sus mejores tiempos. Por supuesto que entre la comunidad LGBT tuvo un impacto tremendo, y también entre aquellos que no pertenecemos a ella, pero que igual defendemos el derecho a tener la preferencia sexual que a uno le plazca.


            Luego, por si fuera poco, en otra emisión se atrevió a hablar mal de José Saramago -por mucho, uno de mis escritores favoritos, con una visión y un talento que ya quisieran tener muchos-. El tal Esteban no lo bajó de "comunista recalcitrante", demeritando su obra y los premios recibidos como si él tuviera toda la verdad en la boca, y atacando desde su tribuna a "la izquierda de todo el mundo" como lo peor que le pudo pasar a la humanidad, diciéndonos hasta "lo que hay que leer"...


            ¡¡¡Bueno, pero es que entre éste y Calderón nos quieren ver como una bola de niños vestidos de blanco en ceremonia de lunes!!! ¡¡¡Gargantúa y Pantagruel, para todos ustedes!!!


            Luego, en una crítica un tanto...mmm...apasionada a mi parecer, el estudioso de la televisión Álvaro Cueva, "defiende a Esteban Arce por ser homofóbico", diciendo que es un escándalo planeado, que todos nosotros somos unos exagerados por criticarlo a él y no al Cardenal Norberto, quien desde su posición política-religiosa, ha atacado sin miramientos la nueva ley que permite el matrimonio gay en México. Cueva dice que no hay que ser, que Arce es "es una criatura vulnerable con otro tipo de antecedentes, es alguien ideal para esta clase de escándalos". Puede ser, yo respeto la opinión del señor Álvaro, pero si es muy difícil tirarles a las escopetas, lo es mucho más tirarle a un tanque de guerra.


            Empezar a denunciar por medio de la red, que empieza a ser el único recurso en el que se puede ser crítico y libre en muchos aspectos, es una oportunidad que debemos aprovechar para que cualquiera que piense que puede insultar a quien se le dé la gana sólo porque tiene el poder de un medio masivo, se lo piense dos veces, así que si esta vez le tocó a Esteban Arce, pues que asuma las consecuencias de no cuidar su grandísima bocota, y cual Reina de Corazones de Carroll, ¡que le corten la cabeza!... al menos del programa.

            -¡¡Qué hermoso país seríamos si cada quien se hiciera responsable de lo que dice y de lo que puede provocar en los otros!! Habría muchos menos corazones rotos, me queda claro...o al menos sanaríamos mucho más pronto...-

            Y bueno, que no se trata de darle fama al baboso este, ni de un escandalito de esos que se olvidan con el tiempo, no. En la televisión están sucediendo cosas muy graves, y si nadie abre los ojos y dice: "aquí ya se pasaron de la raya", vamos a seguir teniendo la basura de programas que vemos todos los días.


            Y perdóneme, señor Cueva, pero en su programa del 28 de noviembre usted mismo denunció a los programas que hacen burla de las minorías, yo le aplaudí su valor y en unos minutos supe que había sido víctima de la delincuencia. Esa cadena de sucesos me aterró de entrada, soñé feo, ya para qué le cuento... pero me hizo pensar mucho en qué tan valientes debemos ser, qué tan unidos debemos estar tanto "los más respetados comunicadores de nuestra nación", como los que nada más tenemos un bloguito ahí...


            Hay que decir las cosas, ya sea que quienes opinamos diferente a la mayoría tengamos un "tercer ojo" o no, que quienes estemos a favor de la libertad de expresión siempre y cuando se haga con argumentos inteligentes, seamos amargados o no: hay que decirlo.


            El supuesto humor que se maneja en este programa y en tantos otros de las dos grandes televisoras del país, es el que nos pone una verdadera cortina de humo para que sigamos riéndonos de nuestros propios problemas, de nuestras propias carencias, pensando que todo está bien como está, que lo que está mal no está en nuestras manos, y que la risa es la única forma de sobrevivir ante el holocausto al que nos están orillando nuestros gobernantes.

            Yo no digo que haya que perder el sentido del humor, pero insisto una vez más: ¿dónde vemos eso que nos hace reír? ¿de dónde viene eso que se ve tan bonito? ¿qué pretención hay detrás de tanto trabajo y gasto de producción?

            Entre programas como El Matutino Express, TV de Noche y otros tantos, aunados a la magna celebración del dichoso Bicentenario, estamos hasta el fondo del hoyo, pero no conformes, aún le escarbamos más.




            *Clima intelectual y cultural de una era

            viernes, 1 de enero de 2010

            Sobre la inocencia

            Iniciando el año y tratando de establecer una diferencia científica, filológica o filosófica entre lo que significa ser ingenuo, pueril o inocente; quisiera tener argumentos sólidos para defender la importancia de ir a ciegas en este mundo en el que es imprescindible mirar más allá... pero no los tengo.

            Tan solo este blog se vanagloria hasta cierto punto de ver lo que otros no, de ser "el tuerto", basándose sólo presumiblemente en el débil cubo de hielo de la intuición... pero a veces eso no es suficiente para salir vivo de una sociedad tan perra, tan cancerbera de mil cabezas.

            Uno cae al mundo con un par de candorosas alas blancas, sintiendo que en el cielo hay un guardián que todo el tiempo se ocupará de cuidarnos la espalda, pero de cualquier forma que nos toque vivir la vida, son las distintas circunstancias que nos rodean, las que se encargan de desplumarnos dolorosamente-el dolor de sentir cómo se arranca una pluma es intenso, ya sea que nos lo hagan con sutileza o bien con la más violenta agresividad-.

            Creo yo que los seres humanos llegamos así, buenos por naturaleza, como decía Jean Jacques Rousseau, pero a diferencia de él, no creo que podamos volver tan fácilmente a esa bondad natural con que hemos nacido. Sé que genéticamente hay predisposiciones a ser más o menos malvados, que la ciencia ha avanzado tanto en ese sentido, que me debatiría con cientos de datos y evidencias el hecho de que unos nacemos menos buenos que otros; así que no discutiré eso, al contrario, lo acepto sin chistar. Lo que digo es que: unos más tiempo, otros "el suficiente", pero todos somos inocentes y simples alguna vez en la vida. Cuando alguien, algo o todo contribuye a que seamos desplumados, no existe un pegamento que adhiera a la piel esas alas que cuando adultos llegamos a exhibir tan ajadas y rotas, que parecen no servir más. Otros irreemplazablemente las pierden...

            Repito que desearía decir que la detentación de ciertas plumas en la espalda, cierto rastro de inocencia no es sólo útil, sino que necesario en la vida diaria: uno debe mirar más allá, por supuesto, y obviamente eso no se logra sin haber perdido mucha de la belleza de esas alas; pero tampoco es bonito quedarse sin nada, sin sueños, sin fe.

            No obstante, vivir la vida agarrado sólo de eso es duro: se debe tener una tolerancia a la frustración muy grande, y una fuerza interior enorme para salir adelante y seguir pensando en que las cosas pueden mejorar. Hay que informarse, vivir, desgarrarse, aventarse, poner la cabeza en las fauces del león, y eso lastima la inocencia, la vuelve vulnerable a ser quemada de un sólo flamazo, desangrada hasta desaparecer, mancillada, lesionada... Además ser ingenuo tampoco sirve de mucho si uno se mezcla entre gente abusiva, celosa, hipócrita y frívola.


            Por ello no faltará quien me diga que se tiene que crecer, que hay que aprender y ambas cosas no son gratuitas: que perder la inocencia es el precio de la sabiduría. Que no es bueno quedarse encerrado en los sueños, perderse en el propio mundo, sabiendo que el de afuera es el que gira, el que manda, el que dice qué sí y qué no. Dirán que no es recomendable en absoluto ser crédulo, confiado, esperanzado y tonto. No es bueno ser tonto.

            ¿Se vale soñar, entonces? ¿Volar de repente con las alas torpes, tambaleándose entre toda esta polución? ¿De qué servirá si no va a faltar una circunstancia adversa que nos haga toser, cansar y querer bajar?... O en el peor de los casos, algo nos ayudará a que como Ícaro lleguemos tan alto que luego tengamos que dar el porrazo sin remedio alguno... y arrastrarnos en el suelo recogiendo los restos, si es que aún nos importa...

            Hoy comienzo el año con las alas rotas... un poquito más que de costumbre. No sé si fui ingenua, inocente o pueril. Dicen que ser esto último a cierta edad es imperdonable...pero no estoy pidiendo indulgencia.

            Sé que el mundo es terrible, y cuenta de ello la dan los diversos agujeros que tengo en mi envergadura, las heridas y los parches sobre ellas, la sangre aún escapándose en algún lugar discreto, el dolor que no se ve mientras no se extiendan.


            Soy responsable de este dolor, y también soy consciente de que debo ir por más. No sólo eso, sino que como un patriota aguerrido quiero ir al frente para no perderme el combate. Sin embargo aquí sigo ahora, sin ser para nada una persona bondadosa al cien por ciento, sin poder regresar al origen y hacer de cuenta que nunca me han lastimado, pero eso sí: resistiéndome a defender mis alas con todo el coraje del mundo, por simple instinto, por mera intuición de hielo, como si no necesitara actitud científica o filosófica para entender que valen la pena, que hay que conservar lo más que pueda y mientras se pueda.

            ¿Cuántas plumas menos tendré al final del año que hoy llega? ¿Hallaré la cura o el curandero que me ayude a restaurarlas? Muchos hay que ya me ayudan, pero son pocos en comparación con ese feroz ejército que se empeña en destrozarlas. Vayamos a ver quién gana...

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